Galicia se tapia contra las okupaciones

Carlos Punzón
c. punzón VIGO / LA VOZ

GALICIA

Las demoras y obstáculos legales para resolver la usurpación de viviendas hacen proliferar la clausura de inmuebles sin uso en toda la comunidad, para evitar su asalto y destrozos

02 jul 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Es un hecho admitido desde la propia judicatura, que una vivienda okupada no volverá a manos de sus propietarios sin un largo proceso judicial, sin un notable gasto para afrontar ese laberinto legal, y otro desembolso más para rehabilitar el inmueble. El sector inmobiliario desaconseja tapiar los huecos exteriores de la construcción si se pretende vender, pues su clausura rebaja su tasación de manera automática, al denotar que la vivienda arrastra los perjuicios que conlleva haber sido okupada, como la posible inhabilitación del sistema interno de abastecimiento de agua y electricidad, su deterioro general y la sensación de inseguridad que transmitirá a toda la zona, rebajando el interés inmobiliario por la misma.

Pero a pesar de esa pérdida de valor, el enladrillado y tapiado de puertas y ventanas se ha extendido por toda Galicia como freno al creciente secuestro de viviendas, que hace que cada día se presente en la comunidad una denuncia dando cuenta de una nueva okupación, según las estadísticas de la Fiscalía General del Estado. Calles céntricas de las urbes gallegas lucen en infinidad de casas dicho tapiado, tras el que se tapa generalmente el abandono de inmuebles por fallecimiento de sus inquilinos, deterioro de la zona, paralización de obras por la crisis o embargos.

La vía del cemento y los bloques es incluso obligada en muchos casos judicialmente, para evitar riesgos a quienes puedan optar por okupar inmuebles cerrados o abandonados, porque la responsabilidad en ese caso seguiría siendo de los propietarios si no ponen obstáculos evidentes que impidan o dificulten la entrada. A Coruña es la ciudad donde el tapiado está dejando más rastro. La mitad de las viviendas de Agra de los Mallos ya presenta esa cara. La más reciente se cegó nada más ser detenido su último okupante. La avenida de Finisterre, A Silva, Eirís, Monte Alto y la Sagrada Familia o las calles Orzán, Real y San Andrés presentan un variado muestrario de cierres en bloque y ladrillo también. Una propietaria llegó a encadenarse a la puerta de su propiedad tras haberla tapiado para bloquearles la entrada a dos okupas que se habían instalado en el interior. Sin embargo, el tapiado no evitó a una anciana que le okuparan su casa en Camino del Pinar cinco veces incluso, hasta que el deterioro generalizado sufrido en el inmueble llevó al Concello a obligar a su dueña a derribarlo y costear a mayores la demolición.

En Lugo, en la zona de Garabolos, una abogada llegó a levantar paredes en todas las ventanas y puertas de su hogar paterno y con los muebles dentro tras sufrir varias okupaciones. Los barrios de A Milagrosa y Montirón también presentan tapiados generalizados. El sector inmobiliario advierte que tanto para tapiar los huecos de una vivienda como para retirar después esas paredes, es necesario solicitar permiso de obra municipal, y además el tapiado no se podrá hacer en una comunidad de vecinos sin que los demás propietarios lo aprueben primero.

También en pisos abandonados

Aunque el tapiado incluso se ha extendido de la mano de los propios ayuntamientos en viviendas abandonadas o cuyos dueños no son localizados, como hizo el de Santiago con un grupo de casas de Rolans, los servicios municipales pueden exigir un determinado acabado a la clausura de los huecos. Así ocurrió con el edificio de la Algalia reclamado por el movimiento okupa como centro para su utilización. Aunque las labores de tapiado fue ordenadas por el juzgado, el alcalde anunció sanciones para los propietarios por haber utilizado bloques de hormigón, no autorizados en el casco histórico, y no haber levantado las paredes por el interior de la carpintería del edificio.

Zonas como las de Beiramar, Bouzas, Casco Vello, Canadelo y O Calvario, en Vigo, presentan exactamente el mismo escenario que el descrito, con inmuebles que si están en manos de los bancos, no es posible siquiera llegar a visitar aunque se pretendan adquirir.