¿Por qué los gallegos vivimos dos años menos que los madrileños?

Francisco Balado Fontenla
Fran Balado LA VOZ

GALICIA

MARCOS MÍGUEZ

Multitud de pequeños factores acaban desembocando en un gran y poderoso río que todo lo condiciona: el dinero

27 jun 2017 . Actualizado a las 12:44 h.

España es el quinto país del planeta con la mayor esperanza de vida: 83,2 años. Según la Organización Mundial de la Salud, solo superado por Australia, Singapur, Suiza y Japón, que lidera la tabla con una esperanza media de 83,7 años. En el extremo opuesto se encuentra Sierra Leona, que aún habiendo experimentado un cierta mejora en los últimos años, lo normal es no cumplir los 50.

Parece evidente que el factor económico resulta determinante. Mientras en Occidente se hacen regalos, se soplan velas y se descorchan botellas de vino por los cumpleaños, en las zonas más deprimidas del planeta conseguir llevarse algo a la boca a diario supone todo un reto. El dinero suele ir de la mano con los avances en Sanidad (hospitales, médicos, vacunas), pero también hay muchos otros factores que condicionan estas cifras, que van desde la presencia de conflictos bélicos en la zona (la esperanza de vida en Siria ha disminuído de manera muy notable desde que estalló la guerra) hasta el tabaquismo o el sobrepeso. Así, parece tan complicado morir en Helsinki por culpa de una ráfaga de kalashnikov como que un somalí fallezca por problemas de salud relacionados con la obesidad

Dentro de España, esa media de edad de 83,2 años para la esperanza de vida también varía en función de la zona geográfica. Según el Instituto Nacional de Estadística, Galicia, con 82,7, se encuentra medio punto por debajo de la media estatal. La Comunidad de Madrid encabeza esta clasificación española de la longevidad, con 84,7 años de media. ¿Es el final de un mito?

Con los datos del último estudio del INE en la mano, ¿cómo justificar que en Galicia se vive más y mejor? Si aquí se no se come otra cosa que pescado fresco, la verdura recién extraída del huerto y la fruta recolectada directamente del árbol. Si hasta el aire que respiramos es tan puro que procede directamente de los pulmones del dios Eolo. Es cierto que los niveles de radón son elevados, pero debería compensarse con el estilo de vida más pausado, lejos de las grandes aglomeraciones de gente y de fábricas. Y además la clasificación la lidera Madrid. ¡Pero si la boina de contaminación que se forma sobre ella se aprecia desde Pedrafita! Y los niveles de polución son tan elevados que incluso en ocasiones se prohíbe la circulación en coche por el centro de la capital. ¿Es todo un falso mito?

Pues parece que sí. Galicia es una población envejecida. Y como estamos rodeados de población anciana, tenemos la idea de que aquí se vive más. Pero no es cierto. 

Carlos Ferrás, profesor de la USC.
Carlos Ferrás, profesor de la USC. Álvaro Ballesteros

Un falso mito

Carlos Ferrás Sexto es profesor de Geografía Humana en la Universidade de Santiago. Desde el primer momento quiere dejar claro que la rama de un árbol no debe impedir ver el bosque: «La esperanza de vida en Galicia también es excepcionalmente alta», destaca. Sin embargo, considera que la explicación es muy sencilla: la longevidad es directamente proporcional a la renta per cápita. «Estadísticamente existe esa relación, aunque puede haber alguna excepción, como el caso de Castilla y León, que tiene una esperanza de vida muy alta en comparación con la renta, aunque es una comunidad muy extensa y que tiene muchas peculiaridades y, por lo tanto, habría que analizarla con más detalle».

Efectivamente, la comunidad de Madrid lidera el ranking del PIB per cápita en España para el año 2016. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), 32.723 euros por habitante. Seguida por el País Vasco (31.805 euros) y Navarra (29.807 euros). La media española es de 23.970 euros, algo superior a la de Galicia (21.553). 

«En general, la mitad norte de España tiene una esperanza de vida mayor que la mitad sur, y estos niveles son acordes con la renta o los niveles de empleo», prosigue el profesor compostelano. «Cataluña, Navarra, País Vasco, Madrid... las zonas más industrializadas y más ricas tienen una esperanza de vida mayor». 

Por supuesto, la riqueza es el factor más determinante, pero no el único. Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de fallecimientos en Galicia. Puede estar relacionado con otros aspectos, como genéticos o el tipo de dieta, pero eso ya son cuestiones médicas y yo ahí no puedo meterme», aclara Ferrás. «Aquí, además de una población muy envejecida, también contamos con una población muy dispersa, y desde luego que es otro factor que influye. Las zonas rurales y muy apartadas pueden repercutir en los datos finales. Hay aldeas tan aisladas a las que ni un helicóptero llega a tiempo para atender un infarto. Además, el dinero invertido por la Administración en movilidad para la sanidad, es dinero que no se puede invertir en otras cuestiones. Habría que calcular la media de lo que supone a cada habitante gallego y a cada madrileño el gasto anual en ambulancias», cuestiona. 

Residencia de ancianos en Forcarei
Residencia de ancianos en Forcarei MARCOS MÍGUEZ

El envejecimiento de la población es otro factor que por sí mismo también incide en la tasa de mortalidad de manera negativa. Sin embargo, al final, como un pequeño riachuelo, también acaba desembocando en el gran río que en esta cuenca no es otro que el de los recursos económicos. Carlos Ferrás lo explica de forma sencilla: «El envejecimiento influye en la saturación de los servicios médicos. Al existir más gente que necesita cuidados, la calidad de los mismos desciende». Otro de estos pequeños riachuelos es la cuantía de las pensiones. El nivel de rentas influye en la calidad de vida. «Si tienes pocos recursos, lo primero son las necesidades básicas», explica el profesor, para el que también habría que tener en consideración el escaso desarrollo tecnológico. 

¿Y la contaminación? ¿Qué pasa con la contaminación? ¿Acaso todo el verde que hay en Galicia no es algo que repercuta en la calidad de vida? Pues sí que influye, pero a ojos de Carlos Ferrás, no de una manera tan determinante como la capacidad de acceso a los servicios sanitarios y la calidad de los mismos. 

CARLOS RUEDA

La pirámide insostenible 

La cuestión demográfica es uno de los grandes retos a los que se enfrenta Galicia a corto y a medio plazo. Con 12.683 muertes más que nacimientos, por segundo año consecutivo cuenta con el peor saldo vegetativo de España. Una crisis demográfica que para los ojos de la Xunta es insostenible. Para José Manuel Rey Varela, conselleiro de Política Social, «tan solo se conseguirá revertir la caída demográfica con medidas muy estables». 

Una de las últimas medidas adoptadas por la Xunta para intentar frenar esta sangría demográfica e invitar a los gallegos a que tengan hijos se implantó el pasado agosto, fecha desde la que cada bebé que llega al mundo lo hace con una cajita repleta de regalos conocida como caja finlandesa (la idea se copió de este país). En su interior vienen cremas, aceites o ropa para los primeros meses de vida del pequeño. 

«Eso es como poner un tirita para tratar un cáncer», dice Carlos Ferrás. Desde su punto de vista, la única solución para cambiar la pirámide demográfica gallega es política. «Hay que introducir en la sociedad la necesidad de modificar esta deriva», dice, preocupado. «Hay que dejarse de cuestiones burocráticas y reaccionar». Considera que a corto plazo vendrán de fuera a ocupar puestos de trabajo que aquí se están rechazando. «Siempre ha sucedido esto. Va a llegar un momento en el que van a llegar los inmigrantes a hacer los trabajos que aquí no se encuentra quién los realice: no hay mucha gente que quiera ir a pescar, a barrer las calles... Pronto existirá una demanda de trabajos de baja cualificación. ¿Galicia está preparada para recibir a toda esta gente de fuera? Pues yo creo que no. Por el conservadurismo, la actitud defensiva, el miedo generalizado a los cambios, el acomodamiento, al marco de la leira, el miedo a quedarse sin pensión», explica. Junto a Extremadura, somos la segunda comunidad de España con menos diversidad étnica. Aquí no viene nadie. Aquí nunca pasa nada. No hay nada». 

Y además de la solución política, de concienciar a la gente de que hay que cambiar la mentalidad, este demógrafo también expone una idea que le comentó recientemente un colega extranjero. «Galicia es como un gran parque natural. Si fueseis capaces de atraer a la gente de la tecnología para asentarse aquí... El clima, el paisaje, la calidad de los productos... Algo parecido a lo que hizo recientemente Irlanda, que logró atraer a gente relacionada con el desarrollo tecnológico. ¡Eso tendría sentido!», concluye.