Renfe carece de un protocolo para las esperas en un tren sin aire acondicionado

p. g. REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

El domingo, 250 viajeros permanecieron durante cuatro horas sin luz ni aire acondicionado en plena ola de calor debido a una avería

20 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La molesta y agobiante espera de unos 250 viajeros en un Alvia Alicante-Madrid-Ferrol este domingo, primero en A Gudiña y después en Castrelo do Val, debido a una avería por el sobrecalentamiento del motor, evidencia los problemas que pueden surgir en un tren cuando se queda sin aire acondicionado en plena ola de calor. O a la inversa, como ya sucedió en otras ocasiones, sin calefacción en pleno invierno. Fuentes de la compañía y maquinistas consultados destacan que no existe un protocolo específico para actuar en estos casos y para tomar decisiones como, por ejemplo, dejar salir o no a unos viajeros agobiados por el calor para que tomen el aire, o tener recursos para cuando se acaban las bebidas, como fue el caso. «No existe un protocolo escrito sobre estas incidencias porque es muy difícil protocolizar todo lo que puede llegar a suceder en un tren. Pero se intenta hacer siempre lo que más beneficie a los viajeros. En este caso se complicó todo y pedimos disculpas a nuestros clientes», explicó un portavoz de Renfe, que recordó que los viajeros tienen derecho a la devolución íntegra del importe del billete por el retraso, de unas cinco horas.

Aunque depende del caso. Por ejemplo, Pedro Viqueira tenía que haber llegado a su casa en Vilagarcía a las nueve de la noche, pero lo hizo a las dos y media de la madrugada. Recuerda que hubo momentos de tensión, especialmente cuando las puertas estaban bloqueadas y no dejaban abrirlas para que entrara el aire o pudiese salir la gente. Algo que se explica en que se temía que los viajeros pudieran hacerse daño en una zona sin andén y, también, en que la falta de cobertura dificultaba la comunicación entre el interventor y el maquinista para que este último abriera las puertas. «Creo que tienen problemas con el mantenimiento de los trenes», concluye Viqueira.

El tren fue empujado en principio por otro Alvia, pero esta solución no funcionó y fue desaconsejada por Talgo, la empresa fabricante. Finalmente fue a rescatarles otro Alvia desde Ourense. Los que sufrieron la odisea destacan la colaboración y la solidaridad entre los viajeros: los más jóvenes ayudaban a los mayores con las maletas durante el transbordo. También destacan la profesionalidad de los empleados de Renfe. El camarero, por ejemplo, fue el que tuvo la idea de distribuir los platos que sirvieron de abanicos.