Viviendas turísticas, un gigante imparable

Susana Acosta
S. Acosta REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

SANDRA ALONSO

El 18 % de las plazas de alojamiento que ofrece Santiago son ya de alquiler en casas o en pisos particulares

26 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

No se puede poner puertas al campo. Y en el caso de las viviendas turísticas, ancha es Castilla. El bum de portales inmobiliarios que gestionan este tipo de alojamientos a través de Internet ha permitido la explosión de este nuevo modelo de negocio, que ha venido para quedarse, a pesar de que la irrupción en el territorio español de estas plataformas es reciente.

Según el estudio de alojamiento turístico elaborado por Exceltur, los grandes portales como Airbnb, Homeaway o Windu operan en España desde el 2011, aunque otros como Niumba ya gestionaban este tipo de alojamiento en el 2005. La oferta es tal que las viviendas turísticas compiten directamente con hoteles, hostales y todo tipo de establecimientos regulados. A finales del 2014 ya había en España 2,7 millones de plazas de este tipo, frente a los 2,5 de la oferta reglada. Y, en ciudades como Barcelona, la oferta de plazas de viviendas turísticas gestionadas a través de estos portales casi duplicaba la oferta reglada en marzo del 2015. Otras ciudades como San Sebastián, Alicante y Málaga, no llegaban a esas cifras pero también superaban el número de plazas del alojamiento tradicional. En la mayoría de los casos, las urbes donde más oferta de viviendas en alquiler hay son ciudades con elevada presencia de turismo extranjero y situadas en la costa.

En el caso de Galicia, la oferta en este tipo de alojamientos está lejos de igualarse al número de plazas en establecimientos hoteleros, pero el estudio de otras ciudades españolas permite hacernos una idea de la relevancia que está adquiriendo este nuevo modelo de negocio, que ha llegado para quedarse; así como de su crecimiento, que es imparable. De ahí la preocupación de las comunidades autónomas por regular esta oferta turística, como es el caso de la Xunta. A pesar de que en Santiago, por ejemplo, el número de plazas de viviendas turísticas gestionadas a través de portales de Internet suponga el 18 % de toda la oferta turística de la ciudad.

Alojamientos de bajo precio

Sin duda, una de las grandes revoluciones de este modelo de negocio es el precio. La diferencia entre alojarse en uno de estos inmuebles y hacerlo en un hotel es considerable, a pesar de que ello suponga en algunos casos sacrificar servicios y calidad. Por ejemplo, en la capital gallega el precio medio por plaza de alojamiento en vivienda de alquiler es de 19,46 euros, frente a los 31,73 euros de un hotel de tres estrellas y los 36,07 euros de un cuatro estrellas. Hay que tener en cuenta también que los establecimientos reglados cumplen con una serie de obligaciones fiscales y de impuestos que hacen casi imposible competir con los precios ofertados en este nuevo modelo. Además, mientras un hotel de tres estrellas crea 22 empleos directos por cada 100 plazas, el alquiler de vivienda vacacional tan solo genera 2,2 puestos de trabajo.

Otro aspecto importante es su ubicación. La mayoría de los inmuebles que se alquilan están en el centro de las ciudades o en zonas privilegiadas de la costa. Un aspecto que a veces puede llegar incluso a provocar la despoblación de residentes locales en aquellas áreas donde se concentren un número elevado de inmuebles turísticos de alquiler.

Precisamente, el Concello de Santiago denunció que esto es lo que está sucediendo en las principales calles del centro histórico y con el fin de frenar la proliferación de establecimientos hoteleros en sus diferentes modalidades, impone un veto a su apertura durante dos años, hasta que apruebe la revisión del plan especial que ordenará la oferta turística.

«Home sharing»

El decreto de viviendas turísticas aprobado recientemente en Galicia y que entró en vigor hace unos días nació ante la necesidad de regular estos inmuebles que se publicitan en plataformas de Internet. Y, a pesar de que en la norma gallega se prohíbe expresamente el alquiler por habitaciones -en ese caso hay que establecerse como pensión- la Xunta reconoció que existe cierto vacío legal en el supuesto de que el dueño viva dentro del inmueble y comparta estancia con los visitantes, por lo que en ese caso no lo considera alquiler turístico, tal y como reclamaba Airbnb, sino que es un nuevo modelo de alojamiento en el que un huésped ofrece habitaciones a visitantes y comparte su casa con ellos.

Pero esta puntualización no ha servido para que la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia califique que la norma gallega «restringe» la competencia y favorece «injustificadamente» a las empresas ya instaladas, perjudica a los usuarios y además es contrario a la normativa española y de la Unión Europea. Nadie duda de la necesidad de regular este tipo de oferta. El reto está ahora en encontrar el equilibrio entre ambos modelos de negocio.