Cuando el feísmo también es cancerígeno

Mla Méndez REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

Mila Méndez / Marco Gundín / Senén Rouco

El amianto, principal componente de las placas de fibrocemento de uralita, no solo enturbia la visión, sino que también puede atacar al cuerpo

22 may 2017 . Actualizado a las 10:24 h.

Nadie se refiere a esas placas que cubren galpones y casas como fibrocemento. Todos las conocen por el nombre de la principal empresa que las comercializó en nuestro país. Es la omnipresente uralita. En los setenta y ochenta su uso se hizo masivo e indiscriminado. «Solucionaban cualquier necesidad. Sustituyeron los soportes de madera de las cubiertas de teja, eran más baratas y no necesitaban mantenimiento. Un día, alguien no las tapó y descubrió que eran un tejado en sí mismas», cuenta el arquitecto Carlos Quintáns, que añade: «Triunfaba aquello que cumpliera una condición: resultar económico». El amianto o asbesto, su componente estrella, es muy buen aislante, pero también cancerígeno. Hoy no hay esquina de Galicia que se libre de él. «Ha invadido los espacios que podían estar ocupados por otros materiales más dignos. Lo único que se salva es lo que está sumido en el mayor de los desintereses», lamenta Quintáns.

La prohibición del amianto en el 2002 no se tradujo en la desaparición del fibrocemento de nuestro paisaje, se sigue fabricando, pero sin este componente, y, además, tampoco es obligatorio retirar el que contiene fibras cancerígenas. Sin embargo, las empresas que se dedican a su extracción han comenzado a notar un cambio. «O revestimento de cemento deteriórase cos anos. É aí cando as fibras de amianto poden soltarse», apunta Ricardo Pillado, el gerente de AGMA, una de las empresas autorizadas para la extracción de uralita anterior al 2002. El buen tiempo anima los encargos, que comunican con 45 días de antelación al Issga. «A xente comeza a ver que non hai tanta diferenza entre facelo mal, eles mesmos, e ben. As multas tamén contan», apostilla mientras supervisa una extracción en Noia. En Mugardos, Prosema Noroeste se ocupa de dejar libre de amianto la cubierta de un restaurante. «Los trabajadores visten equipos de protección especial, los EPI, con mascarilla, guantes, buzo y botas. El inmueble está vallado y previamente se esparce por las placas un líquido que impide que las fibras cancerígenas se desprendan», detalla Juan Rilo González-Vallés, director de la compañía. Los operarios se cambian en unas unidades móviles especiales. «Hemos vendido unas 80 por toda España», destaca el gerente de AGMA, donde han diseñado sus propias cámaras. Para Quintáns, profesor de Construcciones Arquitectónicas de la UDC, el problema de las nuevas placas de fibrocemento están en su uso: «La uralita se empleó para la peor arquitectura posible». El Pabellón de la República Española fue para él un ejemplo de cómo no tiene por qué ser siempre sinónimo de mal gusto.

España prohibió la comercialización del asbesto hace 15 años

En el 2002 España prohibió la comercialización de cualquier material con amianto, o asbesto. No nos hemos librado de él, ya que no se obligó a retirar el existente. El 2005 es el año en el que la prohibición se extendió a todos los miembros de la UE. La OMS lo cataloga como un peligroso cancerígeno. Canadá, uno de los principales exportadores mundiales a economías subdesarrolladas, se opuso a esta catalogación, aunque ha anunciado que dejará de producirlo en el 2018. Desde el 2006, todas las empresas que se dedican a la retirada de amianto en España deben estar inscritas en el RERA, el registro de empresas de riesgo por amianto. Antes de realizar una actuación, tienen que entregar un plan de trabajo a la autoridad laboral competente. En el caso de Galicia es el Issga. «Pódese dicir que todas as construcións anteriores ao 2002 conteñen materias con amianto. Non se levou a cabo unha política de desamiantado masiva, xa que, entre outras cousas, suporía un problema medioambiental», comenta Lucía Ferrón Vidán, del Issga.