Oubiña vuelve a mancharse las manos, esta vez con tierra

Javier Romero Doniz
javier romero RIBEIRA / LA VOZ

GALICIA

Javier Romero

Ayer fue su primer día de trabajo en la casa de acogida, requisito esencial para su tercer grado

17 mar 2017 . Actualizado a las 09:41 h.

Laureano Oubiña ha vuelto a mancharse las manos. En esta ocasión, con tierra, y de un color muy parecido al chocolate de siempre. Ayer fue su primer día de trabajo en la casa de acogida, después de que el centro de inserción social (CIS) en el que reside autorizase, el miércoles, los horarios que regulan su nueva vida. Y lo ha hecho rodeado de inmigrantes y de un único toxicómano.

Plantar girasoles, vigilar si las gallinas ponen huevos y, de hacerlo, recogerlos. Conocer las instalaciones, cargar tierra o lo que se requiriese fueron sus otros cometidos, y todo ello vistiendo un chándal, una prenda con la que pocas veces se ha dejado ver este arousano condenado tres veces por tráfico de hachís a gran escala y una por blanqueo de capitales.

Oubiña estaba a las nueve de la mañana de ayer en el centro de acogida, ubicado en la Comunidad de Madrid y gestionado por la Fundación San Francisco de Asís. Poco después de las cuatro de la tarde emprendió el viaje de vuelta para llegar al CIS a la hora fijada, las 17.00. La intención de Oubiña es moverse en su propio coche por la capital de España, aunque, por ahora, reconoce tener miedo por los años que lleva sin sentarse detrás de un volante. Así que sus allegados son los encargados de llevarlo y traerlo.

Mañana también está previsto que trabaje, ya que su jornada laboral será de lunes a sábado, y no hasta el viernes, como se dijo inicialmente. Oubiña también ha logrado tener el tutor al que le obliga el CIS, y que tiene que avalar con su nombre y apellidos que cumplirá el régimen de tercer grado que ayer, finalmente, empezó a disfrutar. Se trata del mismo capellán del penal de Navalcarnero que le echó una mano a la hora de encontrar trabajo, requisito clave para que la Audiencia Nacional otorgara al cambadés su condición actual.

Uno de los compañeros que se prevé que tenga más relación con Oubiña es un politoxicómano que tiene 48 años de edad y que estuvo 31 enganchado a casi todas las drogas tradicionales. Una de ellas es el hachís, el mismo estupefaciente por el que Oubiña fue condenado por traficar con él. Lo previsto es que el arousano esté más tiempo con él que con el resto de los residentes en el centro. El motivo es que, considera la dirección de la entidad, podrán ayudarse mutuamente.

El resto de los compañeros de trabajo son hombres que proceden de África y, al igual que Oubiña, conocen en primera persona el peso de las mafias, aunque en su caso se dedican al tráfico de personas entre su continente y Europa.

Fin de semana sancionado

Este fin de semana será el primero que Oubiña cumpla de la sanción impuesta en su última cárcel. De hecho, fue ayer cuando empezaron a contabilizarse los 60 días hábiles que le han sido impuestos tras un altercado con un funcionario de su última prisión por tener la barba demasiado larga. En todo caso, este hombre condenado tres veces por narcotráfico aseguraba ayer sentirse sobre todo muy feliz, por esta nueva oportunidad que le han brindado la Audiencia Nacional y la vida.