El número de gallegas que con más de 40 años tienen hijos se duplica en diez años

maría cedrón REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

La maternidad en Galicia en el 2015
L. Placer

La edad media para iniciar una descendencia se retrasa un año con respecto a antes de la crisis

05 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando Sara Martínez va a la consulta de la matrona, suele ser la más joven de las que aguardan en la sala de espera. Tiene 28 años, es de Lugo y sale de cuentas en julio. «Tengo una amiga que está embarazada del segundo y tiene 26 años», dice. No ocurre igual en su entorno cercano. Sus casos son la excepción que confirma la regla que trazan las estadísticas. Porque la edad media de las mujeres que esperan su primer hijo en Galicia ha alcanzado los 31,4 años, uno más del promedio que registró el Instituto Galego de Estatística en el 2007, justo antes del estallido de la crisis, cuando estaba en poco más de 29 años. «A inestabilidade laboral non axuda porque non é doado manter a un rapaz, e tamén creo que retrasamos a idade de ser nais por acabar os estudos», matiza Paula Tena, una joven ourensana, madre de un niño de un año y que en junio llegará a la treintena. Aunque está por debajo de la media, le habría gustado incluso tenerlo antes.

El retraso de la maternidad es una tendencia que se acelera cada vez más en la comunidad. El número de niños nacidos de madres con más de cuarenta años se ha duplicado en solo diez años, mientras que el de los traídos al mundo por chicas menores de 25 ha caído a cerca de la mitad. Los primeros fueron 763 en el 2005, un 3,61 % del total de nacimientos. El porcentaje pasó a representar el 9,6 % en el 2015, año durante el que nacieron 1.883. Por contra, los pequeños de madres veinteañeras pasaron de ser 2.264, el 10,7 % del total, a 1.250 (un 6,4 %) durante el mismo intervalo de tiempo.

Ese nuevo mapa demográfico responde a factores que van mucho más allá de la incorporación generalizada de la mujer al mercado laboral o incluso la incertidumbre económica.

La clave es conciliar

El profesor de Xeografía Humana de la USC y miembro del Grupo de Investigación Socioterritorial, Carlos Ferrás, explica que «los países más dinámicos económicamente y flexibles socialmente, con medidas de conciliación trabajo-maternidad, son los que registran mayores porcentajes de maternidad primeriza por debajo de los treinta años». Y pone ejemplos: Alemania y los países nórdicos. En Berlín, concretamente, está el barrio con mayor natalidad de Europa (Prenzlauer Berg); no es extraño ver allí madres o padres que no alcanzan la treintena empujando carritos o llevando a su prole colgada del pecho.

Galicia, donde el envejecimiento poblacional es un problema que entró en la agenda política durante la primera legislatura de Manuel Fraga, en los años noventa, con la puesta en marcha de su proyecto de revitalización de la natalidad, no logra poner coto al problema. Ahora dispone de diferentes medidas dirigidas a conciliar la vida laboral con el cuidado de los hijos. Desde la Tarxeta Benvida (ayuda de 1.200 euros por nacimiento o adopción) a los bonos Concilia y Coidado o las Casas Niño. Pero, como explican varias madres consultadas, no son suficientes. Todavía es fundamental el colchón familiar. «Soy funcionaria y mi marido es autónomo. Hemos podido compaginar los horarios, porque no queríamos dejar a nuestro bebé de cuatro meses en la guardería. Ganamos un poco menos, pero compensa», comenta una mujer de Ourense que ha dejado la maternidad para los 36 años.

Pero en la ecuación hay un factor más que contribuye a retrasar la maternidad. Ferrás apunta que «el modelo patriarcal que prima en Galicia tampoco ayuda a la conciliación, y las prioridades de las mujeres son más laborales». Porque en pleno 2017 todavía hay casos en los que el embarazo es un factor que puede desencadenar la pérdida del trabajo (algo que es totalmente ilegal) o la no renovación de un contrato. «Cuando me quedé embarazada estaba en período de prueba. Avisé de que iba a tener un embarazo complicado. Me dijeron que no debía preocuparme. Pero a los pocos días me dijeron que no podían aguantar las pérdidas que suponía la baja. Y no continué», explica la joven que espera un bebé para julio.

La maternidad tardía tiene pros, pero también contras. Para Ferrás, resulta buena «la seguridad y la estabilidad social y psicológica de los padres. Hay una mayor responsabilidad en la crianza». La psicóloga Ana Paula Martínez apunta que no es lo mismo dar el paso a los veinte. Dice que para mucha gente representa un drama real no tener hijos. Cuanto más aguarden, más complicado es. De todas formas, hace una reflexión para las madres de todas las edades: «O instinto maternal existe, pero está un pouco idealizado. Podes ser feliz, pero é un cambio radical na vida e o proceso de apego leva un tempo. Non hai que cargar cunha culpa por sentir iso».