Una casa imán de accidentes

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

GALICIA

Alberto Mahía

Esta mujer de A Barcala se ha acostumbrado a los gritos de conductores heridos. Los últimos, esta semana: «Sacadme de aquí, por favor»

25 feb 2017 . Actualizado a las 00:27 h.

Han pasado ya dos días del siniestro y a Purificación no le salen de la cabeza los gritos de los últimos jóvenes accidentados frente a su casa. Sobre todo, los lamentos de uno de los chicos, que repetía una y otra vez que lo sacaran del interior del vehículo. «Lo pedía sin parar mientras la gente trataba de calmarlo», recuerda esta vecina de Cambre (A Coruña) que vive frente a una curva que ha dejado gente inválida y muchos unidos a la vida por un hilo.

A esta mujer que reside en el 109 de la carretera de A Barcala, justo donde el martes se produjo el brutal siniestro que dejó tres jóvenes muy mal heridos -uno de ellos permanece en coma y el otro podría perder la movilidad-, la despertó el enorme estruendo que provocó la colisión del coche contra un pilar de hormigón que hay en el arcén. Se levantó de la cama y corrió hacia la ventana, donde se encontró con lo que tantas veces se había encontrado en los cerca de treinta años que lleva viviendo en las márgenes de la vía que une A Barcala con Cambre. De nuevo, y ya van 11 veces en la última década, un vehículo perdía el control en la curva y terminaba en su finca. Pero esta vez todo fue distinto. Mucho peor que en anteriores siniestros, porque los que iban en el coche accidentado «no eran más que unos niños». Y los gritos de uno de ellos pidiendo auxilio le dejaron «un nudo en el pecho» que no se lo puede sacar.

Corriendo al auxilio

Purificación recuerda que nada más producirse la colisión, los conductores de otros vehículos que circulaban por la vía corrieron al auxilio de los ocupantes. El coche estaba irreconocible. Su conductor, que viajaba en dirección a A Barcala, había perdido el control del vehículo en la curva, invadió el carril contrario, se llevó por delante el cierre de una finca y terminó en un enorme pilar de hormigón que evitó que el coche acabase en el interior de una casa en construcción.

Los testigos se encontraron con tres jóvenes de 19, 21 y 28 años atrapados entre los hierros del vehículo. Purificación escuchó varios gritos, pero el que le quedó grabado fue el del chico que pedía que lo sacaran de ahí. Tuvieron que desplazarse al lugar los bomberos de Arteixo para excarcelar a uno de ellos. A los otros dos ya los habían auxiliado primero los testigos y luego los servicios sanitarios y la Guardia Civil.

Fuentes de Tráfico atribuyen el accidente a la alta velocidad. El tramo está limitado a 50 y, metros antes del punto en el que el conductor perdió el control del coche, hay una señal de curvas peligrosas. El asfalto estaba seco y en perfecto estado. «Si la gente circulase como Dios manda, no habría accidentes», dice Purificación, que lamenta que no sirvan de nada los arreglos en la calzada y las señales. Asegura que desde que vive en esa casa, ha visto a hombres quedarse inválidos y mucha gente que salvó su vida de milagro. Pero un accidente como el del martes Purificación no lo había visto jamás.