Un decreto obliga a los conservadores de cadáveres a obtener una credencial

maría santalla REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

ALBERTO LÓPEZ

La Xunta activa un proceso para reconocer la competencia de 150 trabajadores del ramo

17 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

En el 2015 entraba en vigor en Galicia el Decreto de Sanidade Mortuoria, en el que se recogen las normas en materia de conservación, tratamiento y destino de los cadáveres. En ese texto legal se recogía la obligatoriedad de que las técnicas de tanatopraxia, es decir, las que se aplican para la conservación temporal de los cuerpos sin vida, sean practicadas en salas especiales y bajo la supervisión y la responsabilidad de personal con cualificación profesional.

Con el fin de garantizar esa cualificación profesional de las personas que intervienen en esos procesos, la Xunta abrió en el 2016, por primera vez, un proceso para el reconocimiento de las competencias en tanatopraxia de 150 personas. Este año ha abierto una segunda convocatoria, ya en proceso, que permitirá que otros 150 trabajadores del sector consigan el título.

Galicia ha sido pionera en apostar por este proceso de reconocimiento de competencias en tanatopraxia, dice la Xunta, cuyo departamento de Economía ha sido el encargado de impulsar esta convocatoria. Precisamente, el hecho de que no existan apenas procesos de este tipo en el resto de España ha provocado que muchos profesionales de otras comunidades hayan acudido a Galicia para obtener la titulación. Así ocurrió el año pasado y se espera que también suceda en el procedimiento abierto hace algunas semanas y que continúa en curso.

Muestra del interés que suscitó el curso es que se arrastraba del año anterior una lista de espera de 39 personas, a la que se han añadido este año otras 111 plazas para configurar esta nueva convocatoria, de 150.

Para la patronal del sector, dar pasos hacia la profesionalización es positivo. Por el momento, la ley estatal que regula las prácticas mortuorias no reconoce esta titulación, y cualquier práctica de embalsamamiento o similares debe ser firmada por un profesional médico. Solo algunas comunidades, como Galicia, han elaborado su propia normativa legal y han recogido la obligación de que el personal que aplique técnicas de conservación a los cadáveres disponga de la acreditación profesional correspondiente. Josep Ventura, responsable de formación de la Asociación Nacional de Servicios Funerarios (Panasef) cree «positivo todo lo que apunte hacia la profesionalización del sector».

«Nosotros apostamos por que la ley reconozca la profesión, porque es una forma de asegurar que las prácticas se hagan bien y garantizar un nivel de calidad», explica Ventura. Tanto es así que la asociación apuesta por una formación reglada en el futuro. De momento, las personas que desean formarse para desempeñar este trabajo tienen que participar en cursos que ofrecen empresas privadas o, en caso de que tengan experiencia y quieran acreditar su competencia laboral, participar en procesos como el gallego.

Es el Instituto Galego das Cualificacións el que ha abierto este programa que llevará a centenar y medio de personas a contar con el reconocimiento necesario para realizar prácticas de conservación a los cadáveres. Los candidatos tienen que acreditar experiencia laboral o formación no formal relacionadas con las competencias profesionales que se quieren acreditar. En el caso de la experiencia laboral, debe justificar por lo menos tres años, con un mínimo de 2.000 horas trabajadas en los últimos diez años. Si se accede a través de formación, deben acreditarse al menos 300 horas en los últimos diez años. Los candidatos admitidos tendrán que pasar una fase de asesoramiento y después una segunda de evaluación. Superadas ambas, recibirán la acreditación de reconocimiento profesional.

El proceso puesto en marcha por la Consellería de Industria recoge las competencias de tanatopraxia, pero paralelamente se ha abierto para otras profesiones como la atención a domicilio, la atención a personas dependientes en instituciones sociales, control de plagas, socorrismo o extinción de incendios.