Feijoo colocó con éxito varios asuntos estratégicos en la agenda de trabajo posterior, pero no garantizó los frutos
19 ene 2017 . Actualizado a las 05:00 h.Las siempre tentadoras y populares metáforas deportivas no han tardado en aflorar tras la Conferencia de Presidentes. Alberto Núñez Feijoo recurrió a una que vale para muchas disciplinas menos la pesca: «Hemos marcado el campo y ahora tenemos que jugar el partido para ver si acaba bien». Es una manera de explicar que la cumbre no consistía en saquear un botín y recontarlo de regreso al fuerte, sino en poner a debate unas normas nuevas que, en teoría, deberían hacer bascular más fondos estatales sobre las comunidades con unos servicios públicos más caros por las características de su población.
Sobre el papel
La fórmula de la vejez. El mayor éxito de Feijoo, compartido con las comunidades vecinas por cuanto llevaban una tesis conjunta, ha sido introducir en la comisión de trabajo sobre financiación autonómica la variable de la vejez, un problema que no es tan acuciante para la España más dinámica en términos de población, que peleará todo lo que no sea mejorar sus fondos. Además, Galicia logró incluir la llamada «pieza separada» dentro del inminente debate sobre el coste de la sanidad y de los medicamentos, que ya supone el 40 % de los presupuestos autonómicos. El papel, de momento, aguanta la tesis de la Xunta. El problema será la calculadora.
Peso político
Los ausentes, a raya. Bien por sintonía con Rajoy o por convicción política, en las horas posteriores a la cumbre Feijoo se convirtió en el presidente autonómico más crítico con catalanes y vascos, ausentes. El jefe del Ejecutivo gallego ha sido de los más firmes a la hora de poner en valor la cita y ha advertido a Cataluña que no podrá ejercer el derecho a veto sobre los acuerdos que emanen de las comisiones de trabajo, aunque esa bandera tampoco garantiza que el Gobierno central vaya a pagar a Galicia por ese servicio político.
Comunidad cumplidora
Autoridad fiscal. El controvertido esfuerzo contable realizado por la Xunta, y por extensión por todos los gallegos, también ha dado los primeros frutos políticos. Feijoo se ha esforzado por presentar a Galicia como una comunidad «cumplidora» que no ha pedido «ni un solo euro» de ayuda durante la crisis, lo que le otorga autoridad para frenar las intenciones de aquellos que quieren bajar impuestos en sus comunidades a costa de todo el Estado. La solvencia, cree Feijoo, debe traducirse en autonomía fiscal, pero entiende que solo deberían explorar ese camino aquellos que respalden las medidas con la adecuada gestión interna. «Non podemos permitir que os que incumpren a súas obrigas queiran dar leccións», abundó el secretario general del PPdeG, Miguel Tellado. Se refería a Andalucía.
En otras comunidades
Optimismo crítico. Ni muy satisfechos, ni muy insatisfechos. Ese era el termómetro del éxito para el segundo de Feijoo, Alfonso Rueda, responsable de los preparativos de la Conferencia. De alguna manera, es posible que se haya cumplido ese razonamiento. Asturias, Cantabria y Castilla y León, con ejecutivos de distintos colores pero con intereses coincidentes con Galicia, han expresado su moderada satisfacción por los resultados de la cumbre, y ven positivo que se vayan a tener en cuenta posturas como el reparto adecuado al coste de los servicios o la estrategia para combatir la crisis demográfica. Sin embargo, Juan Vicente Herrera (Castilla y León-PP) fue menos optimista que su homólogo gallego ante el «complicado» debate de la financiación: «Ya se sabe cómo se las gastan algunos», declaró el popular, quien cree que hay margen para defender otro modelo que no premie en exclusiva el territorio y la población; Miguel Ángel Revilla (Partido Regionalista de Cantabria) se arrogó el hecho de que se incluyese en el acuerdo de financiación el coste efectivo de los servicios públicos; y Javier Fernández (Asturias-PSOE) admitió las discrepancias por este punto, pero confía en encontrar «la fórmula idónea».