Rural, agrícola y alimentada a base de pan, nabos y castañas

maría santalla REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

Censos de pecheros, sal y ganado
La Voz

Los censos, nacidos para la recaudación fiscal, dibujan la lenta urbanización de la comunidad

08 ene 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

A pesar de las limitaciones de los primeros censos, un análisis detenido de los mismos permite obtener mucha información sobre cómo era Galicia en cada momento, desde su organización territorial hasta el ganado que había en cada circunscripción. Y eso pese a que las personas encargadas de elaborar esas primitivas estadísticas dejaron constancia de lo difícil que resultaba hacer esa labor debido a lo abrupto del terreno y a la configuración rural y dispersa de la población gallega.

Censo de pecheros (1527)

Un documento fiscal. Encargado por Carlos V, el Censo de Pecheros fue creado con el objetivo de efectuar un reparto más equitativo de los impuestos. Su nombre viene de los vecinos pecheros, es decir, los contribuyentes, entre los que no se contaban la Iglesia ni los nobles. Dividía a Galicia en cinco demarcaciones a las que llamaba intendencias: Coruña-Betanzos, Lugo, Mondoñedo, Ourense y Santiago. En cada una de ellas se recogía un listado de pueblos con el número de pecheros de cada uno y los reales o maravedíes que pagaba cada una de esas localidades. Incluía, además, un comentario sobre cada demarcación. Así, sobre Coruña-Betanzos decía que pese a ser una provincia con «un amplio litoral», la mayoría de los pueblos se dedicaban a la agricultura. Un tercio de los pecheros, dice, no tienen más que para seis meses al año con lo que obtienen de las fincas, de modo que deben trabajar como jornaleros o dedicarse a la mendicidad. En el caso de Lugo, apunta que casi todas las tierras eran propiedad de la Iglesia o de grandes terratenientes. También en Mondoñedo el obispado y algunos monasterios eran propietarios de la mayoría de la tierra, y en Ourense solo la décima parte era propiedad de los pecheros, que cultivaban mayoritariamente cereal y uva. Por fin, en Santiago diferencia entre los pueblos del litoral, donde la mayoría de los pecheros vivían de la pesca y había también algunos mercaderes, y un interior de campesinos y ganaderos, muchos de ellos jornaleros. En las cinco circunscripciones se habla de que existían pecheros que debían ser ayudados por sus vecinos o recurrir a la mendicidad.

Censo de castilla (1591)

La Galicia litoral y la interior. En el momento en el que se elabora este censo, Galicia tiene seis provincias: Santiago, A Coruña-Betanzos, Lugo, Ourense, Mondoñedo y Tui. Aparece descrita como un territorio de población diseminada, con pequeñas aldeas, sin ciudades. Los habitantes de la costa viven de la pesca y algunos comercian con paños, aceite, vino o pescado. En el resto, la economía es agrícola, con pequeños campesinos y jornaleros que se alimentan de centeno, nabos y castañas. Las mejores tierras pertenecen al clero y a la nobleza, y al igual que en la actualidad, la Galicia que describe el censo de 1591 está dividida en pequeñas parcelas de terreno.

Censo de la sal (1631)

Un nuevo impuesto. Uno de los censos más curiosos, que el INE publicó hace algunos meses, es el que Felipe IV mandó elaborar en 1631. Los excesivos gastos de la monarquía castellana en los años anteriores, junto a las epidemias, las malas cosechas y la disminución de las remesas de metales que llegaban de América habían derivado en una grave crisis que llevó al Conde Duque de Olivares, que estaba al frente del Consejo de Castilla, a impulsar una reforma fiscal. Se creó así un nuevo impuesto que gravaba la sal, un producto estratégico sobre todo por su importancia en la conservación de los alimentos. Una Real Cédula de Felipe IV puso en marcha la confección del Censo de la Sal, que llegó a realizarse pero que solo estuvo en vigor un año. Las salinas eran propiedad de la Corona, y la primera medida que se tomó en 1631 fue la de estancar la sal, de tal manera que no podía comprarse ni venderse entre particulares. Tampoco podía traerse del extranjero y se prohibió salar con agua de mar. Se fijaba un precio, aunque esta norma no afectó ni a Galicia ni a Asturias. Todos los pueblos debían declarar la cantidad de sal que necesitaban para el consumo en un año, y esos son los datos que recoge este censo, el número de vecinos de cada localidad y los ferrados de sal que necesitaría.

Censo de campoflorido (1712)

Las necesidades de la guerra. En 1712, pocos días después de iniciadas las negociaciones de la Paz de Utrech que pondrían fin a la Guerra de Sucesión, el gobierno de Felipe V ordenaba crear un nuevo vecindario en el que se incluyera a los nobles, se excluyesen los clérigos y los pobres, y las viudas contasen como medio vecino. El objetivo era atajar las quejas por el reparto de las aportaciones que se pedían a la población para sufragar los gastos de la guerra. Así se elaboró este documento que está depositado en la Biblioteca Nacional y que en Galicia se concluyó en 1717. Los datos de las provincias gallegas se recogen por cotos o feligresías, y para cada una de ellas la cifra de vecinos.

Censo de la ganadería (1865)

Más ovejas que vacas. Datos curiosos ofrece también este censo, que desvela una estructura ganadera muy diferente a la actual. Según sus datos, el ganado más abundante en Galicia hace 150 años era el lanar, del que habría más de dos millones y medio de cabezas. Hoy, su presencia es meramente testimonial, con 18.605 ejemplares en el último recuento recogido por el Instituto Galego de Estatística, que ofrece datos del 2009. Lo contrario ocurre con el ganado bovino. En 1865 había 333.430 vacas, frente a las 952.656 que ofrece el último dato del IGE, en este caso del 2014. Cerdos habría casi medio millón, aproximadamente el doble de los que hay en la actualidad. En lo que respecta a las cabras, había unas 270.000 en 1865, mientras que en el 2009 solo había censadas 3.513.