La Xunta recela de posibles cesiones a Cataluña y País Vasco

Pablo González
pablo gonzález REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

Quique García | EFE

El ministro De la Serna se niega a traspasar a la Generalitat las cercanías, puertos y aeropuertos, como hizo con la AP-9

05 ene 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La Xunta tiene un ojo puesto en Cataluña y otro en el País Vasco. Las posibles cesiones que se hagan a estos territorios en el marco de la nueva etapa de diálogo para enfriar la fiebre independentista -en el caso catalán- o para negociar la aprobación de los Presupuestos -donde el PNV tiene la llave parlamentaria- preocupan al Gobierno gallego, que no se quedará callado si observa que el Ejecutivo de Rajoy tiene una doble vara de medir a la hora de ejecutar transferencias que se niegan a los gallegos, como la de la AP-9, diseñar financiaciones autonómicas a la carta o priorizar inversiones que puedan afectar a los compromisos de Moncloa con Galicia a cambio de apoyos coyunturales.

Buena parte de estas posibles cesiones dependen del Ministerio de Fomento y de su nuevo responsable, Íñigo de la Serna, quien en su reciente visita a Galicia reeditó el no de Ana Pastor a transferir la autopista del Atlántico, al considerarla de interés general y parte imprescindible de la red estatal de carreteras. A cambio, invitó a la Xunta a participar en la gestión de la AP-9.

El presidente Feijoo aceptó la oferta, pero sin renunciar a la transferencia de la autopista. El Ejecutivo gallego se guarda esta carta ante la posibilidad de que Fomento ceda transferencias en sectores que son competencias exclusivas del Estado. Coyunturalmente, además, quizás no sea el mejor momento para asumir la AP-9, pues en el 2018 está prevista una subida de peajes para sufragar las obras de la ampliación en Rande y Santiago, de forma que la Xunta se estrenaría en la gestión de la autopista vertebral gallega con una subida de peajes que ya había sido decidida de antemano, pero que sería fácil atribuir al Gobierno de Feijoo.

Negativa a las transferencias

El ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, se mostró ayer firme en no ceder ni una sola de las competencias que le reclamó el consejero catalán de Territorio y Sostenibilidad, Josep Rull. La Generalitat insiste principalmente en la transferencia de las Rodalies (cercanías), al considerar -como la Xunta respecto a la AP-9- que desde las distancias cortas se puede gestionar mejor. Rull reclamó un traspaso íntegro (infraestructuras, trenes, vías y catenarias) y reeditó sus demandas sobre puertos y aeropuertos.

De la Serna se negó en redondo a cualquier tipo de transferencia de lo que asume que son competencias exclusivas del Estado, y aportó un nuevo plan para solucionar los serios problemas de saturación de unas líneas ferroviarias que son clave para la movilidad metropolitana en Barcelona. Y repitió un argumento que también utilizó en Galicia: «Lo importante es la gestión, no la titularidad».

Pero el proceso de diálogo con la Generalitat para reducir la presión independentista es una carrera de fondo, y nadie sabe con qué cesiones puede llegarse a la meta, si es que se llega. De momento, parece que se impulsará el corredor mediterráneo en los próximos Presupuestos y que el Gobierno no quiere reducir aún más la ya casi testimonial presencia del Estado en Cataluña.

Respecto a la negociación de las cuentas del Estado, el PNV aún no la ha dado por iniciada, aunque tiene claro cuáles son las condiciones. En primer lugar, el Estado debe dejar de interponer recursos ante el Tribunal Constitucional sobre leyes aprobadas por el Parlamento vasco -una demanda similar salió ayer del Ejecutivo catalán-, y se da por descontado que un eventual acuerdo pasa por impulsar la red de alta velocidad vasca, con problemas muy similares a la gallega en lo que respecta a tramos bloqueados. Los nacionalistas vascos también tienen aspiraciones respecto al puerto de Bilbao y los aeropuertos, así que la Xunta estará vigilante.