Investigan a qué velocidad iba el coche en el que viajaban Pablo y Nerea

m. rodríguez / S. Martínez OURENSE / LA VOZ

GALICIA

Los padres de Nerea, Raúl Fernández y María Barrera, acompañan el féretro de su hija, en San Cibrao, en Oímbra.
Los padres de Nerea, Raúl Fernández y María Barrera, acompañan el féretro de su hija, en San Cibrao, en Oímbra. Nacho Gomez | EFE

Los dos jóvenes, ambos de 20 años, fueron enterrados ayer en Oímbra y en Laza

23 feb 2018 . Actualizado a las 09:25 h.

La investigación sobre el accidente de tráfico que costó la vida a dos jóvenes ourensanos en la madrugada del lunes determinará la velocidad a la que iba el vehículo cuando se salió de la carretera y se estrelló contra un poste de hormigón del tendido eléctrico. Serán unas indagaciones que les llevarán varias semanas a los instructores de la Guardia Civil de Tráfico, que volverán a examinar el punto del accidente para medir las huellas de frenado, tanto en la carretera como en el prado al que se salió el coche. El vehículo, por la deformación de la chapa, aportará información para estimar la velocidad a la que iba. En ese período, de alrededor de un mes, también debe llegar el informe de la autopsia para completar las conclusiones sobre la causa del siniestro mortal.

Nerea Fernández, que acompañaba en el coche a su novio, fue enterrada ayer en San Cibrao (Oímbra) entre grandes muestras de dolor. Unas mil personas asistieron al funeral con un silencio sobrecogedor, entre ellos muchos jóvenes, además de amigos y conocidos de la familia. Estuvieron presentes el presidente de la Xunta, representantes del PSOE de Ourense y miembros de los grupos del Parlamento de Galicia, donde el padre de la muchacha, Raúl Fernández, es diputado.

Los amigos trasladan el féretro del conductor del coche, Pablo Queija, en la aldea de Trez, en Laza.
Los amigos trasladan el féretro del conductor del coche, Pablo Queija, en la aldea de Trez, en Laza. Santi M. Amil

El pueblo de Laza dedicó una emotiva despedida a Pablo Queija. Medio millar de personas asistieron a los actos fúnebres celebrados ayer a las cinco de la tarde. «Era un chaval encantador. Esto no tenía que haber sucedido», musitaba a media voz una amiga del muchacho en las inmediaciones de la iglesia. Una compañera suya remarcaba: «Pablo tuvo muy mala suerte». Un vecino del pueblo de Trez, la pequeña aldea donde fue enterrado el muchacho, expresaba: «É unha pena tremenda porque é moi boa xente».