Roberto Barba Alvedro: «Que un hombre le diga a una mujer que no vale para nada es violencia»

José Manuel Pan
José Manuel Pan REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

«El varón es un animal de bellota que no cree en la igualdad ni en la paridad en el domicilio», afirma el juez decano de Betanzos y de Violencia contra la Mujer

11 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

«Vivimos en una sociedad machista, España es una sociedad machista y Galicia es una zona rural, y más machista todavía. Y hay unos datos claros y objetivos: ¿Cobra igual una mujer que un hombre? No, pues por lo tanto es una sociedad machista». Así de claro habla Roberto Barba Alvedro (París, 1968), juez decano de Betanzos y titular del Juzgado de Violencia contra la Mujer en su demarcación. Asegura que habla igual de claro con las víctimas: «Puede buscar a una mujer maltratada que haya venido a este juzgado, incluso una a la que no le haya concedido la orden de alejamiento que pedía, y le dirá que el juez habló con ella y le dio toda la información».

-¿Qué les dice?

-Sé que las mujeres maltratadas no están bien informadas, lo ves en sus caras. Les digo que estamos en un procedimiento penal en el que yo como juez voy a sacar a su marido o pareja de casa y les preguntas si tienen miedo de que les puedan hacer algo o no. Es mi forma de hacerlo.

-¿Y también habla con ellos, con los supuestos maltratadores?

-Con ellos, cuando no adopto la orden de alejamiento, les digo que tengan cuidado porque están en el filo. Les digo: «Su mujer tiene la posibilidad de volver a denunciar mañana mismo si usted no cambia. Y como empiece a acumular denuncias adoptaremos una medida seguro». Y con los que yo he hablado no han vuelto a pasar por aquí. A veces es mucho mejor apercibir personalmente al agresor que hacer un escrito con la condena de una multa. Les digo que a la próxima se van a encontrar otra vez conmigo, porque soy el único juez de violencia de género de este partido judicial. ¿Cuál es el problema de eso? Que estoy desbordado, porque cuando llegué nadie me dijo que había casi cien casos de violencia de género al año. Ahora estamos en más de 80 y falta todo diciembre, un mes muy complicado.

-Ya le habrán dicho que su forma de trabajo es singular.

-Hay muchas maneras de hacer este trabajo. Yo he optado por la implicación. Tengo una forma de hacer distinta, que será buena o mala. Hablo siempre con los dos. Y sobre todo con ella. Nunca se va una víctima de este juzgado sin que yo hable con ella, nunca. Tanto si adopto la medida cautelar como si no. A ellas les explico que aunque no adopte una orden de alejamiento porque en ese momento no corren peligro, el procedimiento sigue en marcha.

-¿Es difícil acabar con esta lacra contra la mujer?

-La violencia de género es un problema mucho más complicado de lo que parece. Siempre pongo un ejemplo muy gráfico. Estás en tu casa y entra un atracador, te da una paliza, te roba y se va. El atracador es un señor al que no conocías de nada, y no te importa. Cuando lo detienen vas al juicio y reclamas indemnización y daños. Pero cuando te agrede tu pareja, a quien vas a denunciar es al padre de tus hijos. Ahí está lo gordo, lo difícil. No denuncias a una persona cualquiera. Y después tienes que explicarle a tus hijos que ese señor está en la cárcel o le han puesto una medida de alejamiento porque tú lo has denunciado. Por eso tenemos tantas renuncias en violencia de género.

-¿Por eso hay tantos archivos de casos en juzgados de violencia contra la mujer?

-Una parte de los archivos se produce por las renuncias. La víctima viene aquí, se arma de valor en ese momento, pero al cabo de unos días vuelve y renuncia a seguir con el proceso. Hay mucho más maltrato psicológico que físico. Y eso se ve rápido porque la mujer viene abatida, con muy pocas ganas de nada. Ni siquiera tiene ya ánimo vengativo, ya no sabe qué hacer.

El maltrato físico suele ser en un momento puntual, un empujón, una lesión... Pero en el psicológico la mujer viene muy abatida. Y pones una orden de alejamiento pero al cabo de unos días la mujer se lo piensa, lo habla con la familia y quiere revertir la orden.

-¿Incluso en casos de maltrato físico?

-Tengo la costumbre de que cuando hay un maltrato que también es físico, y la víctima renuncia, quiero que venga dos veces a renunciar. Va a la Guardia Civil y presenta la renuncia, pero yo quiero que venga al juzgado también porque quiero ver si tiene una presión detrás. De hecho, creo que la mayoría de las veces tienen esa presión de los padres, de la familia, de los hijos...

-Decía usted que estamos en una sociedad machista.

-En muchos hogares, sobre todo en zonas rurales, hay una preeminencia del poder del hombre sobre la mujer. No se mueve un papel si el hombre no dice que se mueva ese papel. Es una violencia constante, intrínseca en la manera de actuar con la esposa. Es una violencia que podemos llamar social, la típica de que «ti de isto non te ocupes que non sabes nada, de isto xa me ocupo eu». Eso es una forma de menoscabar la integridad de la mujer. Viene mucho de eso aquí. No le pega, pero la insulta, la humilla delante de la familia.

-¿Por qué viene esa mujer a denunciar?

-Porque se aburre, porque se agobió, porque no aguanta más [interviene Ana, una víctima de malos tratos que está presente en la entrevista: «Siempre hay un detonante. A lo mejor aguantó todo tipo de humillaciones, vejaciones e insultos, hasta que ya no puede más»].

-Hay gente que piensa que se está exagerando en el castigo de la violencia contra la mujer. Que el hombre no es tan malo.

-Yo digo que demasiado castigado no está. Aquí hay mucho machista. Es un machismo social. El hombre es un animal de bellota que no cree en la igualdad ni en la paridad en el domicilio. Pero no sé hasta qué punto eso se puede trasladar a un juzgado y a una jurisdicción penal. Ahí está el tema. Pero machismo y violencia de género hay en muchísimos domicilios. Ya es un acto de violencia que el hombre le diga a la mujer que no vale para nada y que sin él se moriría. ¿Pero puede eso motivar un procedimiento penal y una orden de alejamiento que supone que no se puede acercar a un determinado sitio? Eso es lo que hay que pararse a pensar. Es que no sabemos aún como castigar ese tipo de violencia.ella, nunca»