¿Habrá que esperar más de veinte años por un ferrocarril digno?

Pablo González
pablo gonzález REDACCIÓN / LA VOZREDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

MONICA IRAGO

Los gallegos han demostrado una admirable paciencia y una infinita capacidad para perdonar los engaños. A ver qué sucede esta vez

07 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Íñigo de la Serna tuvo la deferencia de venir a Galicia para decir la verdad sobre el nuevo acceso ferroviario a Galicia, algo que en ese ministerio se echaba de menos en los últimos años, pues debe de ser muy tentador estar al frente del departamento con más poder inversor y no caer en la dinámica de la propaganda. Sabiendo, además, que los compromisos apenas duran una legislatura y siempre los heredan otros. ¿Qué pasó durante los últimos cinco años para que un ministro de Fomento recién nombrado tenga que reconocer implícitamente que el AVE no llegará a Galicia en diciembre del 2018? Los factores son múltiples, aunque casi todos ellos tienen en común la palabra transparencia. Las obras que se hacen con el dinero de los contribuyentes siguen más allá de la línea de sombra informativa y su evolución se trata a menudo como un secreto de Estado. De hecho, algunos descubrieron ayer que los trabajos en el AVE gallego no iban tan bien como les hacían creer. Han despertado de un sueño publicitario para el que solo era necesario tomarse un café informativo: leerse los datos de la ejecución presupuestaria en esas obras que publica semestralmente la Intervención General del Estado. En los últimos cinco años rara vez se gastaba la mitad de lo que se anunciaba en la ley de Presupuestos.

El ingeniero Xosé Carlos Fernández lleva siguiendo este proyecto crucial para Galicia desde que a finales de los noventa se iniciaron las obras del AVE Madrid-Valladolid -el enlace troncal que alimenta a todas las líneas del norte- o incluso antes, cuando el Gobierno de Fraga lanza en 1995 la denominada Propuesta alternativa de un Plan de Infraestructuras Ferroviarias para Galicia, verdadero programa fundacional de la reivindicación gallega de un tren digno. Fernández no cree que el año de bloqueo político en Madrid tuviera nada que ver en el nuevo retraso del AVE gallego, una demora solo pendiente de cuantificar. «Los Presupuestos estaban aprobados y el ADIF tiene autonomía suficiente para aplicarlos», dice. Para este experto, la razón que subyace al retraso es que Fomento está «atragantado» con compromisos de finalización de líneas de alta velocidad en todas las esquinas de España (Murcia, Granada, Castellón, País Vasco, Extremadura, corredor mediterráneo, Burgos...) y eso explicaría que las obras en Galicia no vayan al ritmo deseable.

Las amplias bajas en las adjudicaciones de algunos proyectos en el tramo entre la frontera con Zamora y Ourense, los modificados que presentaban las empresas -justificados en ocasiones, oportunistas y con motivación económica en otras- y los problemas internos del ADIF para resolver este atasco administrativo y técnico explican los problemas en cinco tramos con tajos paralizados. No deja de ser curioso, también, que el nuevo ministro y el recién nombrado presidente del ADIF, Juan Bravo Rivera, lograran desbloquear tres de estos tramos en solo dos semanas cuando los problemas estaban ahí desde hace más de dos años.

Desde que el 22 de julio del 2001 Aznar y Fraga pusieran la primera traviesa del eje atlántico, los gallegos han demostrado una admirable paciencia y una infinita capacidad para perdonar los engaños. El propio Aznar dijo tras el Prestige que el AVE llegaría en el 2010. Zapatero, en el 2012 y, después, con José Blanco como ministro, en el 2015. El plazo del 2018, comprometido por Mariano Rajoy y gestionado por Ana Pastor, también se ha diluido por los desagües administrativos del Estado. A ver qué sucede esta vez.