Aire polar para el invierno gallego

Xavier Fonseca Blanco
Xavier Fonseca REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

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Ayerra

Las anomalías históricas de hielo en el Ártico y nieve en Siberia podrían debilitar el Vórtice Polar y dejar un invierno históricamente frío en Galicia

07 ene 2017 . Actualizado a las 20:25 h.

La atmósfera es un puzle en el que todas las piezas cuentan. Por ello, Galicia no vive al margen de las cosas que suceden en otros lugares del planeta. En otoño, la ciencia atiende al Polo Norte para intentar anticipar qué clase de invierno cabe esperar. No se trata de ninguna previsión estacional, que se basan en modelos y pueden estar indicando algo diferente para los próximos meses, sino de una correlación.

El calentamiento global se está cebando con el Ártico. El hielo tiene un albedo muy alto, es decir, refleja gran parte de la radiación solar que le llega. Pero, si no hay hielo, en lugar de devolverla se absorbe. En octubre se registró la capa de hielo de menor tamaño de la historia. Y esto tiene un efecto directo sobre una región cercana, Siberia. «Cuanto menor es la capa de hielo más evaporación podrá producirse, por lo que se convierte en una fuente de humedad y eso puede generar más nevadas en el norte de Eurasia», explica Juan Taboada, de Meteogalicia.

El retroceso del hielo en el Ártico se ha transformado en un aumento de nieve en Siberia. El pasado mes se observó que la capa de nieve era de las más extensas desde que hay registros. Una anomalía que en Europa está relacionada con inviernos fríos por su incidencia sobre el vórtice polar. «Es una corriente ciclónica que rodea al Polo en la estratosfera y confina el aire más frío cerca de los polos», dice Taboada. «La extensión de la nieve en Eurasia está relacionada con un debilitamiento del vórtice polar», comenta Rubén Vázquez, creador de la web MeteoVigo.

A menor altura que el vórtice polar está la corriente en chorro o jet stream, que separa el aire frío de los polos y el aire cálido de origen subtropical en la troposfera. Si el vórtice polar se debilita también lo hace la corriente en chorro. «Un vórtice fragmentado produce que tengamos una circulación de la corriente de forma meridional, que favorecería las descargas de aire frío polar en latitudes medias», cuenta Vázquez. En realidad, la circulación ondulatoria de la corriente en chorro no es nada nuevo. Precisamente, es la responsable de las altas temperaturas de los últimos meses. La diferencia es que hasta ahora nos había tocado la parte ascendente, que desplazaba el aire cálido desde el sur, muchas veces desde África. Sin embargo, ahora podríamos conocer la otra cara de la moneda.

Anticiclón térmico

La nieve en Siberia produce además la formación de un anticiclón térmico. «El proceso comienza con el enfriamiento de la capa superficial, dificultando que haya movimientos verticales, ya que el aire frío es más pesado. Esto provoca que la presión sea elevada. Este extenso anticiclón térmico genera una deformación del jet stream, que adoptaría un modo más meridional de lo normal, con excursiones norte-sur muy pronunciadas», informa Taboada.

Como nunca hubo menos hielo en el Ártico y más nieve en Siberia, el próximo invierno podría ser muy gélido. «Los pronósticos estacionales dependen de muchos factores. Si atendemos a estos dos, deberíamos tener un invierno frío en Europa con entradas de aire procedentes de latitudes polares, de forma que podría ser un año con más nieve de la habitual,», señala el meteorólogo. «Si se cumple este escenario, en el día a día tendríamos vientos procedentes de latitudes polares, aunque también con inestabilidad porque un vórtice polar debilitado permite que descienda aire frío al Atlántico, que formaría borrascas profundas, incluso ciclogénesis explosivas», considera el experto Rubén Vázquez.

Pero, como la meteorología tiene muchos matices, hay que tener en cuenta algunos factores que podrían minimizar este pronóstico. Primero, que se necesita humedad para que la nieve alcance cotas bajas. De nada servirá tener valores bajo cero si el Atlántico no echa un cable. Y la última palabra la tendrá siempre el anticiclón de las Azores, que hasta el momento se ha negado a perder protagonismo. La referencia de esta correlación meteorológica la encontramos en el año 2014. La previsión, basada en la nieve en Eurasia, apuntaba a una estación polar, y la nieve fue abundante en zonas de montaña y se quedó a solo 200 metros del mar.