Cómo superar los estereotipos de género

Sara Carreira Piñeiro
Sara Carreira REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

El Centro de Formación y Recursos de Ferrol impartió esta semana un curso con 21 inscritos, todas mujeres

31 oct 2016 . Actualizado a las 13:22 h.

En el aula del Centro de Formación y Recursos (CFR) de Ferrol donde se desarrolló la pasada semana el curso del Proxecto Iguais -cuyas fotografías ilustran este reportaje- había 21 docentes inscritos, exactamente 21 mujeres. «Sin hombres poco puede hacer la sociedad para superar el machismo», decía una de las convocadas. En las sillas las profesoras, divididas por etapas educativas -mitad primaria, mitad secundaria, en eso sí había paridad- seguían con enorme interés la charla de Iria García Martínez, educadora social y creadora de Atalaia Social, una empresa de formación e intervención social.

La técnica hizo un repaso al trato diario con el alumnado, en el que abogaba por la naturalidad de permitir que cada uno se presente como quiera, sin etiquetas que puedan condicionar a los alumnos. Llegados al uso del masculino/femenino, Iria García, que ya había hecho esto más veces, preguntaba: «¿Que vos parece o uso do masculino universal? ¿parécevos importante?» y alguna se revolvía en la silla. «¡Uf! Es que utilizar el niños/niñas, alumnos/alumnas se acaba haciendo pesado -decía una de las maestras-, es un poco artificial. Como lo de miembro y miembra», en referencia a la famosa frase de Bibiana Aído cuando era ministra de Igualdad, en el 2008.

Otras profesoras matizaban esto: «Creo que las alumnas piensan que si las nombras es que son importantes». Al final, García aconsejó utilizar «personas», «alumnado» y palabras genéricas, pero también duplicar los nombres si se puede.

En la charla hubo sitio para el amor romántico, «moi validado socialmente e que esconde unha situación de desigualdade», según Iria García. La idea hollywoodiense de la media naranja y el amor eterno y verdadero, explicó, acaba siendo peligrosa porque «o amor, coma todas as relacións humanas, é unha construción, algo que hai que facer día a día, non algo que ti encontras». Y salió el tema de la música que escuchan los adolescentes: de la bachata al reggetón. Una propuesta que pareció ser bien acogida fue llevar esas canciones a la clase para analizar las letras. Laura Adela Fernández Blanco, la profesora que hay detrás del Proxecto Iguais -a partir de la idea y trabajo de Marta Sixto y José Pardo, dos padres de alumnos de Atios- recordó a las presentes que «nós, na aula, temos un poder brutal», y recordó cómo una alumna -ella da clase en segundo de primaria- pudo hablar con orgullo por primera vez de su tío y su marido porque «simplemente veu que podía falar diso».

Poner ejemplos de mujeres, reducir la hipersexualización femenina -de las muñecas a las películas- y evitar distinguir juegos o prácticas de niños y niñas fueron otros de los consejos que se barajaron en la charla formativa. O, entre los mayores, actividades como la brigada de vigilancia de carteles para que en el centro no haya «xefes» sino «xefaturas» o «directores» sino «dirección», para que no se dé por sentado el género de quien manda.

 «Hai unha frase tabú: ‘‘Eu son feminista’’»

Dos familias y una profesora del colegio público Atios de Valdoviño tuvieron una idea: demostrar a los alumnos el machismo y los prejuicios que la sociedad sufre. El ejercicio era sencillo pero muy potente: dos fotos, un hombre y una mujer en la calle y un par de preguntas (¿Quién hace esto? ¿Quién hace lo otro?). Con la solución venía la sorpresa: la dulce mamá es una conductora de autobús y el hombre que va al gimnasio, un matrón. La experiencia tuvo tanto éxito que han llevado la exposición por diferentes centros y ahora enseñan a crear unidades didácticas para que se trabajen en las aulas.

La orientadora social habló del miedo que tienen las mujeres a reconocerse feministas. «Hai unha frase que é tabú, dicir ‘‘Eu son feminista’’», porque hay quien piensa que los feministas quieren la supremacía de las mujeres sobre los hombres, una «mentira que por repetida semella verdade».