«Falei co acosador e ao principio mirou para outro lado»

Tamara Montero
T. Montero SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

t.m.

El instituto de Brión inició hace dos años un programa para combatir el «bullying»

11 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Quizá no tenga nada que ver, pero en el IES de Brión ahora apenas desaparecen cosas. Las chaquetas permanecen olvidadas en los percheros tanto tiempo que la vicedirectora, Ana Santos, entre risas dice que cualquier día tienen que montar un mercadillo. Quizá el mayor respeto a la propiedad ajena no tenga nada que ver con el programa que hace dos años inició el centro. O sí. «O ambiente mellorou bastante». Lo cuenta Paulo. Él es una de las piezas clave del mecanismo que ha frenado el acoso. Es tutor. Una especie de hermano mayor para los de primer curso, abrumados por el cambio. Y, a veces, ya machacados por situaciones de maltrato y acoso desde el colegio.

«Había unha nena na miña clase de primaria coa que se metían dende pequenos». Ana es una de las que han tenido un hermano mayor en el centro. «Insultábana polo seu físico, polas cousas que facía mal». Antón, tutor, es vehemente. Tuvo que lidiar con un problema de insultos. «Púxenme en contacto co titor de quen insultaba, falamos e cortouse de raíz». Otros dos de sus compañeros tutores han pasado por lo mismo. Como Christian. «Non paraban de meterse co meu titorizado porque estaba gordo». Actuó. «A primeira vez que falei co acosador mirou para outro lado e mandoume a tomar vento». Pero no se rindió. «A segunda vez púxenme máis serio e decidiu parar». A Ángela, que fue tutorizada, le sirvió para relacionarse más allá de su clase. El hermano pequeño de Aaron también tuvo que enfrentarse a acosadores. «Empurrábano, metíanse con el porque era tímido e porque estudaba e chamábano chapón». Se solucionó sin tener que llegar a la jefatura de estudios, que es el objetivo de este plan. «A min paréceme máis grave o acoso verbal -tercia Adrián-, insultos, mofas, motes», más común que el acoso físico porque «non deixa rastro», explica Aaron. Saleta pone el dedo en la llaga: «Hai xente que non insulta pero que non intenta paralo». Terminar con esa omertá, con ese silencio cómplice, es otra de las claves de la lucha contra el acoso. «Puxémolo en marcha porque queriamos que aos rapaces a secundaria lles fora mellor», termina Carla. Y va tan bien que el colegio de Pedrouzos, del que llegan buena parte de los alumnos de secundaria, ya está trabajando en iniciar el suyo.