La ocupación hotelera en Galicia alcanza cifras históricas este verano

a. presedo, l. casal, t. m. REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

Álvaro Ballesteros

Tras un mes de julio de récord, el sector destaca también la gran ocupación en agosto

31 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

«Todo este verano ha sido un récord histórico», explica Cesáreo Pardal, presidente de la Federación Galega de Turismo Rural. Y es que este ha sido un verano sin precedentes para el territorio gallego. Los últimos datos publicados por el INE muestran que cada año supera al anterior, registrando un incremento de la demanda hostelera del 12,2 % con respecto a julio del 2015.

El buen tiempo asociado a los meses de julio y agosto facilita el tránsito de turistas por el territorio gallego, mientras que septiembre suele generar incógnitas ya que la meteorología suele caracterizarse por su inestabilidad. De ahí que los hosteleros tengan una cierta incertidumbre en lo que respecta a las previsiones para septiembre, aunque todo apunta a que será un buen mes. En A Coruña esperan que las reservas aumenten aún más con respecto a agosto «debido al congreso de Traumatología de finales de mes», explica Alfonso Lara, director del Meliá María Pita & Trip Coruña, uno de los hoteles que tradicionalmente más ocupación registra en la capital coruñesa. Respecto al consumo de servicios hoteleros también «se espera un incremento de cerca del 5 % con respecto al pasado julio», afirma Lara.

Las Rías Baixas son las zonas que más turismo de playa reciben por ser unas de las áreas con más calor y sol de Galicia. No obstante, Ourense, que no goza de costa, también registra unas cifras muy buenas en lo que respecta a turismo, pues llegó a alcanzar el 95 % de ocupación durante el pasado mes de julio. «La situación es de pleno total - comenta Ovidio Fernández, presidente de la Asociación de Hostelería de Ourense-, este año ha sido mucho mejor que el anterior».

A su vez, Lugo cuenta tanto con turismo de interior como de playa y fue la zona de A Mariña la que más tráfico recibió. Hay que tener en cuenta también que la playa de As Catedrais en Ribadeo es ya un referente turístico a nivel nacional que atrae a miles de visitantes al norte de Galicia.

La Vuelta a España, asimismo, se ha convertido también en todo un medio de promoción para las zonas gallegas más desconocidas para otros españoles, que han aprovechado el evento para visitar la comunidad durante las últimas semanas de agosto. Pero es septiembre el mes en el que zonas como Ourense esperan un mayor tráfico de viajeros. El turismo de playa da paso a uno «más urbanita y rural, propio de la zona más interior de Galicia», defiende Pardal.

Los zapatos del Camino

A pesar del incipiente auge de las zonas que tradicionalmente no atraían a un alto número de turistas, es innegable que estas nuevas olas tienen una competencia difícil de batir: el omnipresente Camino de Santiago. Las cifras registradas a lo largo del verano demuestran que el número de peregrinos se ha incrementado en un 7,1 % respecto al pasado Año Santo, en el 2010: 45.486 frente a 42.472, respectivamente.

Y es que llenar los zapatos del que es ya un referente mundial de la peregrinación es muy difícil. Todas las provincias gallegas se han visto beneficiadas por la influencia que la peregrinación tiene en el visitante. Zonas con mucho territorio interior, como Lugo y Ourense, que no pueden favorecerse del famoso «sol y playa», comenzaron siendo «provincias de transición» que bebían del Camino Francés o del Primitivo para darse a conocer al viajero más inexperto.

La cultura, la gastronomía e incluso el clima se están comenzando a convertir en auténticos reclamos para el turista. Porque al final el llegar a la catedral es solo el colofón, la recompensa, pero el atractivo esencial del Camino radica en las vivencias y los recorridos que hacen los peregrinos a través de la ruta, la cual la mayoría deciden repetir para conocerla, ahora sí, como turistas.

Aunque no pueda vender el calor levantino, Galicia tiene otras cosas que brindar: paisajes, arte, cultura, e incluso un clima que muchos prefieren por encima del clásico sureño porque, como dice el viejo dicho, «a 40 grados a la sombra, ni se vive ni se descansa».