«Lo prioritario es que esté cerca de la universidad y pagar poco»

LAURA G. DEL VALLE, LUIS CASAL REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

Alexandre Balboa y Jana Pernas
Alexandre Balboa y Jana Pernas

Alexandre Balboa y Jana Pernas, estudiantes en Santiago y Vigo, pasaron primero por una residencia para mudarse después a un piso

29 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Como buena parte de los estudiantes gallegos que se mudan a otra ciudad cuando comienzan la etapa universitaria, Alexandre Balboa y Jana Pernas -estudiantes en SantiagoVigo, respectivamente- se fueron de casa al 50 %. Y es que ambos empezaron su primer curso en la facultad viviendo en una residencia de estudiantes con pensión completa y limpieza. No obstante, no tardaron mucho en enfrentarse a la independencia real en un piso: con lo que eso conlleva.

Alexandre, estudiante de 22 años de Historia y natural de Pontevedra, comenta que desde que comparte casa con otros compañeros le va «muchísimo mejor». «Es más cómodo y más barato; antes estaba en una residencia bastante cara, -'en la que se comía muy bien, eso sí', apunta-, pero preferí esa opción porque creía que así sería más fácil hacer amigos». Este pensamiento lo compartió Jana Pernas cuando decidió irse a Vigo a empezar una nueva vida estudiando Ingeniería Industrial. Esta joven de Espasante, de 22 años, estuvo dos cursos en una residencia, además de por sociabilizar, porque «no tenía demasiado claro que pudiese valerme por mí misma y ser responsable de limpiar, planchar, hacer la comida... y a mayores, estudiar».

Como asegura Alexandre, independizarse en un piso de estudiantes significa «aprender a base de palos»: «A hacer una tortilla aunque te salga muy mal las primeras veces, a no dejar el baño sin limpiar porque es un asco para el siguiente, la convivencia con más gente...», y si a esto se le añade una ristra de problemas con la inmobiliaria con la que alquilaron el primer piso, el salto a la madurez es inmediato. «No asumían responsabilidades, nos decían una cosa y al casero, otra... al final tuvimos que recurrir a un abogado», afirma Balboa.

Jana, por su parte, apenas tuvo conflictos con terceras partes en los dos pisos en los que ha vivido. En el primero de ellos, que contaba con dos dormitorios, pagaba 200 euros y en el segundo, que compartía con tres compañeras, 175; en ambos casos, con las facturas a parte. «El precio es más o menos el que suele pagar todo el mundo en la zona donde viven los estudiantes, alrededor de plaza América, bastante más económico que si optas por vivir en el centro». Y es que, por suerte para Jana, el único requisito que le pone a un piso es que tenga buenas conexiones con la universidad - «en Vigo según la zona puedes tardar en llegar a clase hasta una hora»-, una condición que se suma a su otra petición: que sea económico.

Ambos reconocen que los pisos que se ofertan para estudiantes son bastante viejos. Por eso van pasando por diferentes casas a lo largo de la carrera, suspirando por el chollo del curso. Un año más Jana entrará en este juego, pero en una capital europea donde es complicado encontrar un alquiler por menos de 500 euros: Roma. Se va de Erasmus y, según afirma: «Volvería a repetir la idea de irme a una residencia para conocer gente, pero como no ha podido ser, compartiré piso».