Flores con nombres y apellidos y un rosario blanco para Gracia, la muerta número 82

X. M. SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

El campo de la fiesta de Angrois volvió a ser un 24 de julio más el lugar más triste de Galicia, pero también el más emotivo

25 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El campo de la fiesta de Angrois volvió a ser un 24 de julio más el lugar más triste de Galicia. También el más emotivo. En ese instante en el que los vecinos se reencuentran con las víctimas a las que ayudaron a salir de las vías los abrazos y las lágrimas lo llenan todo. Son el más hermoso preludio de un homenaje posterior en el que los discursos están tan llenos de reivindicaciones como de recuerdos. El presidente de la asociación de vecinos de este barrio compostelano, Anxo Noya Puga, fue el encargado de abrir el acto para reiterar el compromiso de los suyos con las víctimas. «Nunca caminaréis solos», les dijo, haciéndose eco de esa mítica canción del fútbol inglés, el You’ll never walk alone. Después llegó el turno de las víctimas. De los que perdieron a un hermano, como Francisco Sierra, de los que no pudieron despedirse de su abuela con la que habían discutido, como Raquel Hernández, o de los que ya nunca pudieron cumplir el sueño de hacer el Camino con su esposa, como Robert Fariza. A él la distancia no le impide estar en Angrois. Nunca falta pese a vivir en Houston (Texas) porque, como dijo, «aún estoy en duelo».

A las palabras le sigue la ofrenda floral en el cruceiro de Angrois. Ochenta y una rosas blancas para cada una de las 81 víctimas. Cada flor, con el nombre de uno de los fallecidos. Este año, además, un rosario también blanco. Un detalle que Raquel Fernández, una de las víctimas que quiso tomar la palabra en el acto, explicó a todos los presentes. Era para Gracia Bermejo, madre de una de las 81 ausentes tras la tragedia. «Una mujer que siempre fue muy luchadora», explicó, y que así lo demostró participando en las reivindicaciones de la Plataforma. Sin embargo, también era una mujer con una grave enfermedad que finalmente acabó con su vida la pasada Navidad. «Al final no pudo más, su hijo habría estado aquí, pero no se vio con fuerzas. Yo quería que también la recordáramos como la víctima número 82», añadió.