«Con el carné por puntos corremos menos, bebemos menos y nos ponemos más el casco. Por tanto, nos matamos menos»

José Manuel Pan
j. m. pan REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

Ramón Ledesma fue uno de los que puso en marcha el carné por puntos en España

01 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Formó parte del equipo de la DGT que puso en marcha el carné por puntos. Era subdirector y lo recuerda como algo especial. «Fue el trabajo de mi vida haber participado en aquella experiencia», asegura Ramón Ledesma (Gijón, 1974), que ahora es asesor de la empresa Pons Seguridad Vial.

-Diez años del permiso por puntos. ¿Cómo ha ido?

-El aspecto positivo del sistema es claro. Corremos menos, bebemos menos y nos ponemos más el cinturón y el casco. Como consecuencia, nos matamos menos.

-Usted dice que ese sistema supuso más cambios.

-Una primera reflexión es que ahora que el país esta dándole vueltas a una situación en la que los partidos políticos no se ponen de acuerdo, el permiso por puntos fue un pacto de estado, un pacto de todos los grupos para resolver un problema de país. La segunda reflexión es que siempre se había pensado que en España, como país latino, era imposible conseguir resultados como los del norte de Europa. Y el permiso por puntos demostró que los latinos podemos lograr incluso mejores resultados. Ahora somos el quinto país de Europa con menos siniestralidad, mejor que Alemania y Francia.

-¿El carné por puntos ha cambiado la imagen de España?

-La imagen de seguridad de un país es la imagen de su tráfico. Cuando llegas a un país como turista, la primera imagen que tienes de seguridad es su comportamiento en la carretera, en los pasos de peatones... Es lo primero que te encuentras, el primer impacto. Y nosotros estamos trasladando la imagen de que los españoles se comportan bien en la carretera.

-¿Sigue siendo efectivo el carné por puntos?

-Partíamos de que entre 1993 y el 2003 había cinco mil muertos en la carretera. El permiso por puntos, los radares..., han reducido la cifra a 1.700 muertos, un 60 % menos. ¿Podemos seguir avanzando? Probablemente hay que tomar decisiones en las ciudades respecto al límite de 30 kilómetros por hora, y en las carreteras convencionales... Y al permiso por puntos seguro que hay que hacerle ajustes.

-¿Qué se puede hacer?

-Hay dos escenarios. Uno es la carretera convencional, con doble sentido de circulación, donde mueren el 85 % de las personas. Hay que sujetar el límite a 90 kilómetros por hora en la red convencional. El límite de 100 por hora en vías de doble sentido estuvo bien en su época, cuando no había autopistas y autovías para los grandes desplazamientos, pero ahora no procede. El segundo escenario está en las ciudades. Con casi 500 muertos entre peatones y ciclistas, corresponde darle una vuelta total. Hay que fomentar el diseño de las ciudades pensando en que peatones y ciclistas necesitamos más metros de calle. En los barrios ya no vale el límite actual de 50. Hay que bajarlo a 30, con la regla de que en un atropello a 80 por hora mueren el 80 % de los peatones, a 50 mueren el 50 %, y a 30, el 5 %. Y hay que hacer un plan específico para las motos y las bicicletas.

-¿Les costó mucho poner en marcha el sistema?

-No hay que olvidar que era una medida de castigo contra todo el censo de conductores. No se daban subvenciones ni regalos. Pero todos los partidos votaron a favor. Todos empujaron, y los medios de comunicación estuvieron a la altura de lo que necesitaba el país.

-¿Cómo fue aquello?

-Mucha gente pensaba que venía el fin del mundo. Luego se demostró que solo el 0,1 % de la población conductora ha perdido el permiso. No ha pasado absolutamente nada y solo los multiinfractores son apartados de la carretera. En aquel momento se hicieron enmiendas a la ley muy curiosas: Coalición Canaria pidió que los conductores canarios tuvieran 24 puntos iniciales en vez de 12 porque que en Canarias no había transporte ferroviario. Y como iban a tener que usar más el coche, y por tanto iban a necesitar mas puntos. Había cierto miedo, pero que se vuelva a hablar de los puntos a los diez años en un país que se olvida de todo quiere decir que algo bueno pasó.