El catedrático Fernández-Nóvoa recibe en Madrid el homenaje póstumo de amigos y discípulos

pacho rodríguez MADRID

GALICIA

BENITO ORDOÑEZ

Fue uno de los artífices cuasi anónimos de la propiedad intelectual en España

11 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando Nuria Marcos, de Pons Patentes y Marcas, encontró a Carlos Fernández-Nóvoa la profesión fue un pacto. Por eso, ayer, en el lluvioso Madrid, en la 16 de la Oficina Española de Patentes y Marcas, dijo, en su condición de discípula de antes y siempre: «Ahora, que hable alguien que no llore». Aunque a partir de ahí ya se intuía la emoción, quedó claro que el homenaje a la eminencia que es y fue el desaparecido Carlos Fernández-Nóvoa, catedrático de Derecho Mercantil en Santiago y uno de los artífices cuasi anónimos de la propiedad intelectual en España, lo que se incorporaba al acto era lo profesional y lo sentimental de la persona. Y así fue ayer cuando se celebró un emotivo encuentro, en el que en torno a la figura del gallego Fernández-Nóvoa se celebraba, más que todo, su vida.

Ayer se podía empezar por el final, porque cuando Jesús Alonso, de la empresa Rianxeira, definió a Fernández-Nóvoa como «un buen conversador de pocas palabras», ante su mujer y su hija, también se ponía de manifiesto que dio en el blanco de la vida al acertar en ser alguien compuesto de bonhomía y excelencia profesional.

Se le homenajeaba en Madrid, y Manuel Areán, secretario general de La Voz de Galicia, y también catedrático de Derecho Mercantil, que fue el primero en intervenir, además de advertir de que a él también le podía vencer la emoción al hablar del maestro, disparó con puntería frases certeras demostrando que conocía bien al homenajeado. Lo anecdótico surgía así al rememorar que era él, Areán, el que cogía el avión para resolver asuntos cuando Fernández-Nóvoa decía que sí a todo menos a lo de volar.

Manuel Areán puso el acento también en que lo que convocaba Fernández-Nóvoa era a esa mezcla de «birretes y académicos y la distinguida boina empresarial», afirmó, y aseguró que el homenajeado acostumbraba a distinguir y matizar. «Quiero que sea un día alegre porque Carlos vive presente en nuestros recuerdos», afirmó. «Lo más importante es su magisterio, su enseñanza, el legado de un maestro», añadió, para reivindicar al final del acto, cómo a veces personalidades tan destacadas y trascendentes como Fernández-Nóvoa, al final pasan más desapercibidas que otras con mucho menos valor.

Su aportación fundamental y fundacional en la legislación, la jurisprudencia y la doctrina también fueron destacadas por todos los presentes en la cita en la capital. Carlos Lema Devesa, por su parte, aseguró que la alegría del acto de ayer «llegaría por el recuerdo de su legado, como verdadero artífice de la propiedad intelectual en España», aseguró.

Todos sus discípulos presentes quisieron remarcar el trabajo codo con codo que proponía. Así, José Manuel Otero Lastres, aunque empezó hablando de Real Madrid, dada su condición de directivo, puso el acento sobre el apartado humano del homenajeado y el amor a su mujer. Y remarcó, como necesidad que practicaba Fernández-Nóvoa, que la justicia sea clara: «Y no se confunda lo incomprensible con lo profundo y lo claro con lo superficial», dijo. Junto a los otros intervinientes se remarcó que la huella perdurable, la de las buenas personas, esta más que asegurada en la figura de Fernández-Nóvoa.