Un «palestino» que se dispone a dejar la sombra del álamo de Os Peares

m. ch. SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

CAPOTILLO

Alfonso Rueda se centrará en su cuna, Pontevedra, en cuya capital, muy de mañana, se le puede ver corriendo ocho kilómetros tres veces por semana

07 feb 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Hombre con cara de buen chaval, a Alfonso Rueda (Ponteareas, 1968) lo llamó Feijoo hace casi 11 años para reinventar juntos el PPdeG de un Fraga en retirada, que estaba hecho unos zorros. Apenas se conocían de nada, pero congeniaron. Y, al alimón, sacaron al enfermo de la uci, lo subieron a planta y le procuraron el alta, contra todo pronóstico, en un trienio. De una chistera que más parecía una morgue de conejos lograron sacar una mayoría absoluta. Tachán. En paralelo, este tipo espigado de trato fácil y verbo incisivo no ha hecho otra cosa que ganar poder: secretario xeral de los populares gallegos en el 2006, conselleiro en el 2009, vicepresidente de la Xunta en el 2012... Aunque ha medrado siempre a la sombra del álamo de Os Peares. Al final, se ha convertido en eso que algunos en su mundo llaman un palestino, un político sin territorio. Ahora le va a dar la vuelta al calcetín. Deberá procurarse un sitio propio que en tiempos fue de Barreiro Rivas, Rajoy y Cuíña, entre otros.

Se centrará en su cuna, Pontevedra, en cuya capital, muy de mañana, se le puede ver corriendo ocho kilómetros tres veces por semana. Trabajador incombustible, le entretiene leer en inglés. Hijo de senador, licenciado en Derecho, a este funcionario y secretario municipal con última plaza en Cambados le encantan la moto y la bici. También escuchar a The Cure y Los Rodríguez. Casi tanto como repartir las vacaciones entre Huelva y Galicia. O tomarse unas cañas al caer la noche. Aunque por lo que en realidad se pirra es por su familia. Le cuesta renunciar a un desayuno con sus hijas: Marta y Beatriz, de 11 y 13 años. Las dos hechas foto, y su madre, ocupan lugar privilegiado en el segundo despacho más importante de San Caetano.