Las monjas Mercedarias: «Estamos en el convento libremente, nunca jamás nadie nos ha retenido»

Xurxo Melchor
xurxo melchor SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

XOÁN A. SOLER

Estas dos religiosas regresaron al convento pese a que la policía les ofreció dejarlo como hicieron sus tres compañeras

31 ene 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando una comitiva judicial cruzó hace una semana los tricentenarios muros del convento de clausura de las monjas mercedarias de Santiago, en su interior había cinco religiosas indias. Todas fueron requeridas para prestar declaración porque una excompañera que dejó el monasterio había denunciado que sus compatriotas estaban retenidas allí contra su voluntad. De aquellas cinco hermanas, dos ya habían solicitado oficialmente colgar los hábitos y estaban a la espera de recibir el visto bueno de la Santa Sede.

Cuando la policía les preguntó prefirieron marcharse ya. Otra más, que nunca había manifestado su voluntad de irse se unió a ellas, pero las otras dos regresaron a las paredes en las que llevan viviendo dos décadas. María Stary de Jesús, de 40 años, y María Natividad de la Inmaculada, de 37, son felices allí y niegan que, ni ellas, ni nadie haya sido jamás obligada a permanecer en este magnífico edificio neoclásico de 1671. Originarias de Kerala, al sur de la India, desprenden simpatía y alegría. Pese a los años pasados, aún no dominan el castellano, pero aceptan la entrevista porque quieren que su testimonio aclare lo que para ellas es una gran falsedad.

Pregunta. ¿Cuándo llegaron de la India a Santiago?

María Stary de Jesús. Yo tenía 19 años.

María Natividad de la Inmaculada. Yo, 20 años.

P. Llevan por tanto 21 y 17 años, respectivamente, en el convento. ¿Vinieron voluntariamente?

M. S. D. J. Sí, sí.

M. N. D. I. Claro.

P. ¿En algún momento en todos estos años se han sentido retenidas aquí en contra de su voluntad?

M. S. D. J. Jamás, nunca.

M. N. D. I. Estamos en el convento libremente, nunca jamás nadie nos ha retenido aquí.

P. ¿Tienen ambas los papeles en regla para poder residir legalmente en España?

M. S. D. J. Sí, claro.

P. ¿Y los tienen en su poder?

M. S. D. J. Nuestros papeles y documentos están en el archivo del convento.

M. N. D. I. Allí cada una tiene su carpeta. Si los necesitas, tanto la madre superiora como la secretaria pueden entrar y cogerlos.

P. Las otras tres monjas que decidieron dejar el convento tras declarar en el juzgado, ¿tenían sus documentos en el mismo sitio?

M. S. D. J. Claro que sí, por supuesto.

M. N. D. I. Todos están en el archivo, en las carpetas.

P. ¿Por qué creen que una excompañera suya que ahora vive en Madrid ha denunciado ante la policía que estaban ustedes aquí retenidas en contra de su voluntad?

M. S. D. J. Es que no lo sabemos, nunca tuvimos ningún problema.

M. N. D. I. De repente vinieron ellos [la comisión judicial y la policía] y nos llevaron y lo pasamos muy mal.

P. Cuéntenme con más detalle cómo transcurrió aquel día.

M. N. D. I. Pues pasamos muchos nervios y mucha inquietud.

P. ¿Se sintieron presionadas para que dijeran que estaban retenidas en contra de su voluntad?

M. S. D. J. Nos hicieron muchas preguntas. Después nos pidieron la tarjeta de residencia y nos dijeron que podíamos salir del convento y que si lo hacíamos teníamos derecho a un piso, trabajo, a la comida y a todo. Nosotras les dijimos que tenemos la llamada de Dios y que lo que queremos es estar en el convento.

M. N. D. I. Nosotras no queremos abandonar el convento.

P. ¿Están ustedes felices aquí?

M. N. D. I. Sí, sí. Nosotras estamos muy contentas aquí, no tenemos ningún problema. Los policías nos dijeron que en ese momento podíamos no volver al convento y que a lo mejor después no podríamos hacer esto, pero nosotras le dijimos a la policía que estamos muy contentas aquí y que no necesitamos las cosas de fuera.

M. S. D. J. Estamos felices.

P. Se ha llegado a decir que las obligan a ustedes a llevar a cabo trabajos muy duros en condiciones casi de esclavitud.

M. S. D. J. No, ¡qué va! [Tras los barrotes de la doble reja se las ve abrir los ojos a la vez].

M. N. D. I. Nuestro trabajo aquí es el normal de un convento de clausura, no hacemos tareas especialmente duras. Lo que hay que hacer lo repartimos entre todas las hermanas.

M.ª stary de jesús y M.ª natividad de la inmaculada monjas mercedarias de santiago

«Nuestro trabajo aquí es el normal, no hacemos tareas especialmente duras»

«Le dijimos a la policía que estamos muy contentas y que no necesitamos las cosas de fuera»

«Ahora tenemos poco trabajo, pero también vienen la profesora de canto y la de español»

María Stary de Jesús y María Natividad de la Inmaculada son ahora las dos únicas monjas indias que viven en el convento de las Mercedarias Descalzadas de Santiago. Tras la marcha de sus tres compatriotas ahora solo quedan siete religiosas, entre las que hay españolas y mexicanas. Cuando se las pregunta por el futuro lo tienen muy claro. «Viviremos como hemos vivido hasta ahora», dice María Stary mientras María Natividad asiente y espera a que termine para apostillar: «Seguiremos viviendo así con la ayuda de Dios».

P. ¿Creen que tendrán que ir a declarar al juzgado?

M. S. D. J. Esta es la verdad y esto es lo que siempre diremos.

M. N. D. I. Volveremos a decir que estamos aquí por voluntad propia y que no queremos abandonar el convento.

P. ¿Cómo es la vida contemplativa? ¿Qué hacen ustedes en una jornada normal?

M. N. D. I. A las 6.30 horas nos levantamos. A las 7 vamos al coro y tenemos la oración de la mañana. Después a las 8.15, la Santa Misa y después un rato de oración y de acción de gracias. A las 9.15, la tercia, y a las 9.30 desayunamos. Después cada una tiene su trabajo.

P. ¿Cuál es el suyo?

M. N. D. I. Soy sacristana.

P. ¿Y usted?

M. S. D. J. Tornera.

M. N. D. I. Después, dos hermanas van a la cocina y otras dos traen ropa para lavar y planchar. A las 12.30 horas tenemos otra vez coro, sexta, y examen de conciencia. A la una vamos a comer. De 14.30 a 15.30 horas, descanso. Cada una puede trabajar, dormir, estudiar, lo que quiera. A las tres y media volvemos al coro, a la nona. A las cuatro, lectura. Y después otra vez al trabajo.

M. S. D. J. Ahora tenemos poco trabajo, pero también viene la profesora de canto y la profesora de español.

P. Tienen entonces contacto diario con personas de fuera, que les traen la ropa o que les vienen a dar clases.

M. N. D. I. Sí, y también hablamos cada día con el padre capellán (se ríen a la vez).

P. Les agradezco que hayan hecho una excepción y nos hayan permitido entrar en el convento.

M. S. D. J. Queremos decirle al mundo la verdad. Siempre hemos estado libres y hemos decidido voluntariamente estar aquí porque es donde queremos estar. Dos de nuestras hermanas habían iniciado el procedimiento de exclaustración y los papeles ya estaban en el Arzobispado. Nunca ha habido problemas.