Los dos únicos precedentes depararon la derrota de los presidentes convocantes

Serafín Lorenzo SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

Fraga cayó en el 2005 en una jugada instigada por Rajoy; Touriño tropezó con la misma piedra en marzo del 2009

09 ene 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Escapa Feijoo de ese caprichoso comodín del adelanto electoral, una baza que el presidente puede manejar a su antojo pues solo a él compete la elección del calendario que le resulte más conveniente. Y es su propio interés y el de su partido el que fundamenta esa renuncia a recortar su segundo mandato, con la incógnita de la opción a un tercero todavía por despejar. En un momento de gran incertidumbre, tras unas generales en las que el PP ha visto volar en Galicia 5 de las 15 actas que ostentaba en el Congreso, la prudencia aconseja marcar distancias y ganar tiempo. Por una parte, a la espera de que se aclare el jeroglífico de la política nacional y se disipe la amenaza de una nueva convocatoria de elecciones. Por otra, y siempre atentos a los movimientos de Génova, para que el propio Feijoo pueda desplegar ese giro hacia la política social que buscó con su última crisis de Gobierno, en octubre pasado. Además, la extrapolación de los resultados de las generales tampoco invita al adelanto. Vale que esa traslación de votos no tiene más valor que el de una aproximación o un indicador de tendencias, pero en política nunca se pasa por alto. Para el PP sería jugar con fuego con bastantes opciones de salir escaldado.

Y queda otro factor, tan anecdótico como significativo. En la todavía breve historia de la autonomía gallega solo hay dos precedentes de adelanto electoral. Los dos con amargos desenlaces para los que se decidieron a lanzar ese órdago. Fraga tropezó en el 2005. Curiosamente, Rajoy fue el instigador de aquella jugada frente a los grandes barones del PPdeG de entonces, Baltar y Cacharro, partidarios de cumplir la tradición de pedir el voto en tiempo de magosto. La delicada salud de Fraga y la supuesta conveniencia de desbaratar unas cuentas del 2006 en las que se pensaba que Zapatero echaría el resto con el AVE gallego acabaron por convencer al de Vilalba. Adelantó a junio y abrió las puertas al bipartito. También Touriño tropezaría con la misma piedra, aunque de otro modo. Rechazó el adelanto al otoño del 2008 que proponía Ferraz, pero anticipó los comicios al 1 de marzo del 2009. Nunca se sabrá si los cálculos buenos eran los la dirección socialista.