Un psiquiatra informó del estado «irritable» de Rosario con Asunta

Juan María Capeáns Garrido
Juan Capeáns SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

Atlas TV

En el 2009 ingresó en un sanatorio deprimida y con tendencias suicidas, como ya le había ocurrido «años atrás»; tenía sentimientos de amor-odio

10 oct 2015 . Actualizado a las 17:03 h.

Rosario Porto sabe que su vida ha sido destripada desde el día de su detención, el 24 de septiembre del 2013. Pero si algo le molestó de todo cuanto se dijo en los dos últimos años ha sido lo relativo a su situación psiquiátrica, que incluso generó una denuncia contra uno de los médicos que la atendió en el 2009 por un cuadro depresivo con tendencias suicidas. El doctor Narciso Carrero se ganó una denuncia por revelar datos de su paciente pero se salvó de sentarse en el banquillo porque pidió disculpas y Porto las aceptó desde Teixeiro, con la mediación de su abogado.

Pero ese episodio lo revivió ayer en los juzgados de Fontiñas, a los que acudió en calidad de testigo, Gabriela Marcelina Klepsh, una especialista en drogodependencias y psiquiatría infantil que la atendió en el 2009. No quiso pillarse los dedos. «Como siempre, me ciño a lo que he escrito en la historia clínica: es una paciente que viene acompañada de su esposo en un estado de ansiedad, angustia, tristeza y con deseos de morir de alguna manera», repitió la psiquiatra, quien admitió que Rosario ya había sufrido «años atrás» una situación similar.

Porto ingresó en la clínica La Robleda, y tres días después salió voluntariamente y contra la opinión de los médicos. ¿Suponía Rosario un riesgo para la integridad de terceras personas? A juicio de la especialista, no. «Mi preocupación era el riesgo contra sí misma, porque había un antecedente cuando la paciente era muy joven, está en su historia clínica», insistió.

La pregunta más incómoda no podía tardar, y la hizo Gutiérrez Aranguren: «¿Le estorbaba su hija Asunta?». Y en ese momento, para sorpresa de la sala, se remitió a su código deontológico para contestar solo si su paciente, sentada a escasos tres metros, la autorizaba «por escrito». No ocurrió nada de eso en la sala, pero fue el fiscal, Jorge Fernández de Aránguiz, el que quiso dar luz sobre ese tema al mostrar un informe que, en realidad, era de otro colega, el doctor Carrero. En él se dice que Porto estaba «muy irritable con la hija».

La psiquiatra también tuvo que dar cuenta al jurado de otro informe en el que se habla de una paciente con ambivalencia. «Como todos los seres humanos, a veces sentimos amor y odio con nuestras relaciones», acertó a explicar la profesional.

Su sombra en Teixeiro

Una presa de confianza. El estado mental de Rosario Porto volvió al centro de la vista oral con la presencia de una expresidiaria de Teixeiro que durante los nueve meses que coincidió en la cárcel con la acusada se convirtió en su auténtica sombra. «Fui una presa de apoyo porque había temor por su vida», explicó. En el comedor, en el patio, en la habitación... vivió muy de cerca la hostilidad del resto de las compañeras las primeras semanas, y también cómo el paso del tiempo fue rebajando la tensión. Tiempo que Rosario vivió con «absoluta tristeza, con un dolor increíble» por la pérdida de su hija Asunta, relató la testigo.

El entorno escolar

El justificante «extenso». La defensa de Porto también llamó a declarar al tutor de Asunta durante la única semana del 2013 en la que acudió a clase y al director del instituto Rosalía de Castro, Ubaldo Rueda. Ambos hicieron referencia a la jornada en la que la alumna se ausentó (el 18 de septiembre) y al justificante de ausencia que escribió la madre, «normal, pero un poco extenso», en el que habla exageradamente -así lo reconoció Porto- de un episodio de vómitos a raíz de la ingesta de un medicamento. La carta fue llevada por la dirección del centro a la comisaría días después del crimen.

Palabra de comisario

El testimonio del profesor. El comisario de Policía de Santiago, Simón Sabariz, tuvo que testificar en la novena jornada tan solo para ratificar la presencia en las dependencias compostelanas de un profesor universitario que aseguró que vio a una adolescente que podría ser Asunta a las 19.30 horas en el centro de Santiago. La solidez de ese testimonio, que está por determinar, podría valerle a la defensa para variar la hora de la muerte de la niña, lo que abriría nuevos escenarios. Además, pasaron otros tres miembros de las fuerzas de seguridad -llamados por la defensa de Basterra- que tomaron muestras de tierra en la finca de Teo y en el lugar donde apareció el cadáver, y que participaron en los registros de las propiedades. Los análisis del coche, el vestido de Porto o la cuerda naranja serán definitivos cuando llegue el turno de las pruebas periciales, a partir del día 14.

El examante se libra de declarar

Manuel García Rendo no declarará el próximo martes, cuando se retome la vista. Así lo anunció al final de la jornada de ayer la abogada de Basterra, Belén Hospido, quien como es habitual no ha ofrecido mayores explicaciones a los medios. García Rendo, que fue cliente de Rosario Porto, tuvo una relación sentimental con ella durante «casi un año de clandestinidad», como reconocía la acusada en un correo electrónico desvelado en el juicio. Aranguren, su letrado, también ha descartado su presencia porque «iba a dar pie a un morbo innecesario». El empresario, con negocios en el área de Santiago, pasó con Rosario buena parte de la jornada del viernes 20 de septiembre, un día antes de morir Asunta.