El homicida del armario confesó su crimen el viernes y nadie le creyó

E. V. Pita, A. Martínez VIGO / LA VOZ

GALICIA

Atlas

El hombre, que estaba a la espera de un juicio por malos tratos, convivió dos días con el cadáver de Silvina de Oliveira tras apalearla con una escoba

07 oct 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

«Maté a Silvina», confesó Pedro Antonio Rodrigues a sus vecinos el pasado viernes en Vigo, pero nadie tomó en serio sus palabras porque creían que tenía alteradas sus facultades y deliraba. El supuesto homicida mató a golpes a su novia Silvina de Oliveira ese mismo día y guardó dos días el cadáver en el armario de su habitación alquilada. Luego, él se quitó la vida entre el domingo y el lunes tras ingerir pastillas y droga. En una nota de despedida se autoinculpó del crimen de su pareja. Las autopsias confirmarán si todas las piezas encajan. Este es el cuarto crimen machista en Galicia este año y el segundo en Vigo en un mes. El Concello declaró ayer tres días de luto.

Ambos estaban en el paro, cobraban ayudas sociales y, según los vecinos, sufrían adicciones. Pedro Antonio, portugués de 55 años y natural de Pedorilo, en Castelo de Paiva (a 40 kilómetros de Oporto), confesó su crimen varios días antes de suicidarse a unos vecinos que lo auxiliaron cuando resbaló por las escaleras del rellano del cuarto piso del número 12 de la calle Fragoso, donde convivió con su pareja durante un año.

La última vez que los vecinos vieron a Silvina da Oliveira, portuguesa de 33 años, fue el jueves por la noche. La pareja estaba sentada en la terraza de una tapería, ella le dijo algo y él le soltó una bofetada. La mujer se levantó, pagó ambas consumiciones y subió sola al piso.

Esa misma noche, los vecinos del tercero oyeron arriba una gran bronca y ruidos de muebles. Poco después, él aporreó la puerta. «Daba muchos golpes. Salió muy colocado de pastillas y lo socorrimos. Nos dijo: ?Maté a Silvina? pero nadie le hizo caso porque iba muy mal», cuenta un testigo. Nadie sospechó entonces que había un cadáver escondido.

Pedro Antonio siguió mal varios días. Sus vecinos incluso llamaron a una ambulancia, que lo evacuó a un hospital. Horas después volvió al barrio pero parecía desorientado o deprimido. Lo vieron sacar dinero de un cajero junto a un señor. «Aún llevaba la pulserita que te dan en el hospital. Iba fatal, ladeándose, invadía la calzada de un lado a otro y le costó abrir la puerta», recuerda una peluquera. La última vez que lo vieron fue el sábado en una tapería a la que entró a comprar tabaco. Un compañero de piso, extrañado porque llevaba dos días sin noticias, entró en la habitación de la pareja el lunes a las 18.00 horas y descubrió el cuerpo de Pedro Antonio desplomado en la cama y rodeado de pastillas y una jeringuilla. La policía cree que pudo haber muerto entre 24 y 36 horas antes.

La policía halló una nota de despedida. «Él reconocía que había matado a la novia a golpes. Quizás se le fue la mano cuando estaba ebrio», dice un testigo. La policía, al ver la nota, registró la habitación y halló el cadáver en el armario. «La chica tenía el cuello roto por un golpe, puede que con un palo de una escoba. El palo estaba roto y con manchas de sangre», cuenta un testigo.

Pedro Antonio estaba a la espera de un juicio por malos tratos. Su novia lo denunció dos veces el año pasado pero luego ella no se presentó a declarar. Sin embargo, en la segunda agresión, hubo testigos y la jueza ordenó seguir adelante con el juicio oral, que estaba pendiente. A su vez, el hombre la había denunciado a ella por pegarle.

La policía hizo una necrorreseña para certificar la identidad de ambas víctimas

En una peluquería recuerdan que a principios de verano, Silvina pidió que la maquillasen porque tenía golpes en la frente por una paliza. Rehusó irse a vivir a una casa de acogida y volvió al piso con su novio, aunque luego se marchó mes y medio.

La Policía Nacional hizo ayer una necrorreseña y tomó huellas dactilares de ambos cadáveres para certificar que las identidades de la pareja fallecida corresponden con sus DNI portugueses. La comisaría también contactó con el consulado luso. Los agentes esperan por los resultados de la autopsia para descartar que hubiesen intervenido terceras personas en el crimen y evitar que se siembren dudas. También será esclarecedor saber si ambos tenían señales de forcejeo y las horas de la muerte de cada uno. «La gente lo vio muy deprimido, él ya sabía lo que había hecho», dice un experto. Además, los investigadores documentaron 60 objetos de la habitación para localizar el arma homicida, posiblemente una pieza contundente. Todo apunta a que se trata de un palo de escoba.