Y Ribadavia regresó al Medievo

GALICIA

Santi M. Amil

Miles de visitantes invadieron la capital de O Ribeiro para disfrutar de la Festa da Istoria

30 ago 2015 . Actualizado a las 22:10 h.

En la Ribadavia medieval siempre hace sol. Y calor, mucho calor. Ayer los principales actores (vecinos) que dan vida a esta recreación histórica hicieron bueno aquello de que «nobleza obliga» y soportaron los más de treinta grados que marcaba el termómetro mientras recorrían cuesta arriba -los castillos siempre están en lo alto- la arteria principal de la capital de O Ribeiro. Un desfile entre la multitud que, por cierto, este año provocó un ligero retraso, dejando descolgados del resto de la comitiva a los reyes de Galicia.

Eso sí, casi nadie lo notó gracias al espontáneo duelo que se marcaron dos de los caballeros participantes en el combate medieval previsto para la tarde. La disputa entretuvo al público en esos minutos de espera por quienes debían presidir el arranque oficial del festejo con el pregón y la entrega de las medallas de Nobles da Istoria. El primero corrió a cargo de Erundina Pumares, veterana colaboradora de la fiesta, que animó a los presentes a tomar el relevo de los voluntarios más veteranos. Las medallas se las llevaron otros personajes habituales en la celebración: el cetrero José Antonio Alonso, el tamborilero José Fermoso y la cambista Manuela Pérez.

Y a partir de ahí estalló la fiesta. La mayoría se dirigió a la Praza Maior para asistir al baile medieval; otros siguieron a los niños del ajedrez gigante hacia el auditorio del interior del castillo y algunos preguntaban a todos los que se ponían a tiro por la iglesia de la Oliveira, donde se recreaba la boda judía.

Se repitieron las sorpresas habituales de quienes desconocen que para entrar en algunos recintos es necesario llevar indumentaria de la época -y no, los centuriones romanos no son del siglo XIII-. La organización mantiene muy pocas citas restringidas al público con la indumentaria apropiada, pero son una experiencia única.

También había ayer quien no tenía más objetivo que llegar con su carga de calimocho a donde esperaban sus amigos. La Festa da Istoria, como ocurre con otras muchas, atrae también a los adeptos a la juerga alcohólica, a los que poco importa lo que se celebre, ni el programa.

Son los que se pierden las actividades que se van sucediendo en calles y plazas durante todo el día, aunque, a fuerza de ser sinceros, habrá que reconocer que es muy difícil seguir el ritmo de las más de setenta citas concentradas en solo 14 horas y encontrar a alguien que no se haya perdido alguna.

«Difícil no, imposible!», comenta Manuel Bascuas, un extremeño enamorado de la cita que empezó viniendo con su pareja y que vuelve cada año con un grupo cada vez mayor de amigos porque «¡esto es indescriptible!».