Sufría un trastorno bipolar y últimamente decía cosas extrañas, según los vecinos

La Voz

GALICIA

Desde que dejó el grupo, Javier Fernández se había convertido en un profesor de batería, muy bueno según sus alumnos

27 ago 2015 . Actualizado a las 22:02 h.

Desde que dejó Los Piratas, Javier Fernández Fernández se había convertido en profesor de batería, muy bueno según sus alumnos, entre los que se encuentran miembros de otros grupos musicales. De personalidad afable, era muy amable con los vecinos. «Venía y me compraba verduras. Era muy simpático y besucón», señala una residente en Guláns. Pero su carácter apacible se volvió ayer violento por la patología que sufría. Una de las vecinas en Costa Sequeiros apuntaba que su marido «estuvo hablando con él hace poco y lo vio raro, decía algunas cosas extrañas», señala esta mujer. Pero aún así nadie podía esperar que las cosas se transformasen de esa manera y acabasen trágicamente.

Fernández era uno de los miembros más tranquilos de Los Piratas en los años de eclosión del grupo. Con la formación no usaba su nombre de pila sino el apodo Hal 9000, el ordenador de la película 2001, odisea en el espacio.

Cuando Fernández tocaba la batería con la banda, fundada en Vigo en 1991, eran considerados uno de los conjuntos más influyentes de la escena nacional. El grupo editó cinco álbumes, uno de ellos fue disco de oro, grabados en estudio. También hicieron dos discos de directo y cuatro discos de rarezas antes de disolverse. La trayectoria del grupo terminó en el año 2004.

La experiencia de Javier Fernández como profesional de la música era dilatada. Además de compartir escenario con la banda que lideraba Iván Ferreiro, el batería había participado en giras con Amaral, El canto del loco, Enrique Bumbury o Soledad Giménez, entre otros reconocidos artistas del panorama nacional. En los últimos años se enroló como profesor en la escuela de rock de David Zarandón, en Vigo. Él mismo presumía de su formación y recordaba que había participado en grabaciones de discos en estudios como Manor Studios en Inglaterra y Du Manoir en Francia.

Con los ahorros conseguidos con su carrera musical, Javier Fernández Fernández y su pareja se compraron un terreno con magníficas vistas al valle del río Tea, en el concello de Ponteareas, donde ayer tuvo lugar el trágico suceso.

Todo apunta a que la noche del martes al miércoles recayó al protagonizar un episodio de violencia con su pareja. Había estado ingresado hace tiempo por su trastorno y recibió tratamiento.