«El incendio es el síntoma común de muchas enfermedades que tenemos»

Pablo González
pablo gonzález REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

MARCOS MÍGUEZ

Picos Martín, decano del Colegio de Ingenieros de Montes de Galicia, cree que la despoblación de las zonas rurales acentúa el riesgo

16 ago 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

A remolque de los incendios, a menudo se habla del monte como un problema de orden público y no como una fuente de riqueza que debe ser cuidada y aprovechada racionalmente. Para adentrarse en esta visión del problema la persona indicada es Juan Picos Martín, decano del Colegio de Ingenieros de Montes de Galicia y profesor de la Escuela de Ingeniería Forestal de Pontevedra. Picos Martín aclara que su punto de vista en esta entrevista no representa la posición institucional del colegio, sino solo sus propias opiniones.

-Estos días han sido duros con los incendios, pero en absoluto comparable con los años noventa.

-Ahora la media es sensiblemente inferior, salvo cuando toca un año malo. Lo que pasa es que ha habido concentración de incendios en zonas pobladas. Cincuenta hectáreas en el entorno de una ciudad tiene más repercusión que cinco mil en la montaña ourensana.

-Qué triste, ¿no?

-Sí, es un poco asimétrico. Este año no es especialmente malo, pero es algo peor que los dos últimos. Esto es un poco como un día de la marmota permanente. Lo triste es que se trata de algo reiterado que nos alarma a todos en el mismo momento. Nos olvidamos del asunto, de repente se lía y nos llevamos las manos a la cabeza.

-Supongo que eso pasa porque la gestión del monte en Galicia sigue siendo la misma.

-Desde que tuvimos la transferencia, hace más de veinte años, no hubo apenas mejoras. Sí hay gente que hace bien las cosas, honrosísimas excepciones. Pero el deterioro del mundo rural en estos años ha sido sostenido. Esa gente que hace bien las cosas está inserta en una matriz general de abandono, despoblación, descapitalización...

-Así que la despoblación explica esto. ¿A pesar de que el bosque crece al retirarse la actividad primaria?

-Hay crecimiento de la superficie arbolada por omisión. Al prado abandonado le sucede el matorral y a veces después viene el arbolado, pero no siempre. Puede haber retorno dentro de cien años, pero hay unas situaciones intermedias, con matorrales, que genera una masa combustible. Al que se queda en el campo puede generarle una especie de sentimiento de náufrago. De ahí que finalmente se sientan legitimados a usar el fuego para acabar con el matorral o ahuyentar a animales salvajes, tomar medidas por su cuenta. Ese proceso puede ser positivo a cien años si por el medio no ocurren estas cosas.

-Así que podemos relacionar la crisis demográfica con los incendios...

-Hay una bipolaridad. En el interior de Galicia sí que están relacionados con la descapitalización humana. En las zonas más urbanas la lucha contra el fuego se complica porque todo está mezclado, lo urbano con lo forestal.

-Por qué en sitios como el País Vasco, tan similares a Galicia, hay menos incendios. ¿Es aquí el monte más caótico?

-Si en Galicia trazamos una línea A Coruña-As Pontes-Lugo, en estas zonas (Ortegal o A Mariña, por ejemplo) los números de los incendios son similares a los del País Vasco. Si miramos hacia abajo deberíamos compararlo con el norte de Portugal. En Galicia el 80 % de los incendios ocurren en el 20 % del territorio.

-Arde sobre quemado.

-Claro. Es bueno porque hay amplias zonas que se salvan. Pero las que arden se degradan muchísimo.

-Se pierde suelo.

-Sí, y se complica la regeneración de la vegetación. También afecta a la percepción de la gente que vive allí. Y es cuando se emplea esa expresión que a mí tanto me indigna. Eso de que ese monte lleva mucho sin arder y cualquier día lo queman. Eso es asumir que va a tener que venir. Se genera un círculo vicioso entre el suelo, la vegetación y las personas. Todo es muy complejo, por eso hay que ir a cada sitio e intentar entender por qué arde el monte allí. Suelo decir que el incendio es el síntoma común de muchas enfermedades que tenemos. En un sitio tiene que ver con un conflicto de usos, en otros porque quieren eliminar la maleza... Siempre se falla cuando se busca una explicación global.

-El futuro del monte es que sea rentable. ¿Existe la explotación responsable en Galicia?

-Sí, y es mucho más difícil que arda. Hay gente que invierte mucho dinero y esfuerzo.

-Que el monte gallego tenga una propiedad tan disgregada no ayuda, ¿no?

-En Galicia el 98 % del monte es privado. Es más fácil cambiar un modelo de gestión cuando solo gestiona uno. Por ejemplo, el bosque de Irati, en Navarra, es de titularidad pública. Aquí hay que poner de acuerdo a más gente.

-Y allí hay otra cultura del monte.

-A mediados del siglo XIX Galicia estaba desarbolada, solo el 4 % de la superficie era bosque. Hubo tanta hambre que había que roturarlo todo. Y eso en Navarra no sucedió. En Galicia carecemos de cultura forestal porque empezamos a aprenderla en el siglo XX. Además, esa tendencia de olvidarnos y despreciar lo primario nos ha hecho mucho daño. Eso lo estamos pagando. Todos pensábamos que podíamos vivir en la ciudad y que dedicarse a lo agrario era para quien no servía para otra cosa. Estamos pagando eso. Como sociedad hemos tenido eso en la cabeza y la situación ahora es muy difícil revertir.

-¿Es posible el cambio?

-Hemos estado muchos años jugando al gato y al ratón, intentando que no arda el monte detrayendo recursos para poner en valor el medio rural porque entendemos que es más urgente. Cuando sales a empatar el partido es muy probable que lo pierdas.

«Hay que separar la lucha contra los fuegos de la gestión del monte»

Juan Picos defiende disociar la gestión del monte de la lucha contra los incendios. «La discusión es si es más importante las urgencias o la medicina preventiva. La batalla se gana con la salud preventiva. En el medio rural los distritos forestales han acabado siendo un centro de defensa antiincendios, pero su papel de gestión de montes o de ayuda a las comunidades de montes no se ha desarrollado. El propio Feijoo reconocía que se gasta mucho dinero en luchar contra los incendios que se podía invertir en poner los montes en valor. Bueno, pues esa es una decisión incorrecta. Es como si el dinero para combatir un vertido como el del Prestige se sacara de las partidas para las cofradías. Comprar antibióticos con el dinero que teníamos para alimentarnos. Así, por ejemplo, no podemos localizar los montes abandonados y buscarles una solución. Incluso sacarlos a subasta si es preciso.

-Pero el fuego es un problema con repercusión mediática en el momento. Los políticos no suelen afrontar asuntos a largo plazo.

-Siempre he defendido disociar la responsabilidad de quien tiene que extinguir los incendios del que tiene que dedicarse al sector. Dicho de otra manera, el médico de urgencias no puede ser el director del hospital, porque va a entender que siempre hay que estar en situación de urgencia. Y alguien tiene que hacer medicina preventiva. En esa situación, si me arden 20 hectáreas en el Pedroso me genera un problema mayor que si dejo de plantar 2.000 hectáreas en Ourense.

-Pero los propietarios también tienen una responsabilidad.

-Sí, pero tu debes tener capacidad de inspeccionar y de sancionar a quien lo hace mal. No solo hay que decir que se limpie el monte, hay que tener capacidad de inspección y de enseñanza. Hay que estar a pie de monte y la Administración debe tener personal dedicado a eso. Hay que salir al campo a jugar para ganar, y para eso hacen falta recursos.

-¿Y qué le parece eso de desviar la responsabilidad a los concellos?

-La ley del 2007 le da a los concellos esa responsabilidad. Entonces la aceptaron muy amablemente porque hubo mucho dinero. Pero eso se acabó, así que se quedaron con la responsabilidad y sin el dinero. Y al final cada uno juega al regate corto y en su interés político, pero el problema sigue ahí. El monte tiene la capacidad de generar empleo y bienestar. Es una lástima que no podamos poner en orden las piezas.