Feijoo alaba al rey y pide en su nombre al Apóstol por la unidad de España

m. cheda SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

XOÁN A. SOLER

El jefe del Ejecutivo gallego llama a combinar la modernidad con el pasado porque «el cambio que no se apoya en la tradición está condenado a repetir errores»

26 jul 2015 . Actualizado a las 09:10 h.

Mientras Artur Mas sostiene en Cataluña su órdago independentista y a la par que varios alcaldes retiran de ayuntamientos símbolos de la Corona. En ese contexto realizó ayer el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijoo, su invocación al Apóstol. En el Día de Galicia, en la catedral de Compostela, el jefe del Ejecutivo autónomo pidió a Santiago por la unidad de España y por su monarquía constitucional. Lo hizo en nombre del rey, como delegado suyo para la ocasión, y, al mismo tiempo, apelando a él, erigiendo a Felipe VI en avalista del Estado de las comunidades.

En un discurso bilingüe, acentuadamente político y de contenido supervisado por la Casa del Rey, el mandatario popular abogó por preservar las costuras de la España hilvanada en el 78. «Xuntos queremos seguir para non perder unha identidade secular e afrontar mellor as dificultades. A España de hoxe é de todos os que a traballaron e traballan nela e por ela. Pertence aos nosos devanceiros e aos que veñan despois de nós. Por iso o reto é que esta realidade viva se manteña vigorosa e plural, como punto de encontro dos pobos que a compoñen», argumentó.

En esa tarea de conservar lo tejido, Feijoo reservó un rol crucial a Felipe VI, quien el martes, ante Mas en Barcelona, había advertido: «El respeto a la ley nunca ha sido ni debe ser una alternativa». Para el líder del PPdeG, el heredero de Juan Carlos I es el «garante de la España de los pueblos, de las lenguas, de las autonomías, de la democracia constitucional que nos une».

El presidente de la Xunta dedicó el resto de su alocución a ensalzar los valores integradores del Camino de Santiago, a recordar a las víctimas de la tragedia ferroviaria ocurrida en Angrois el 24 de julio del 2013 y, ya en clave económica, a desear en alto que «os sacrificios feitos nos últimos anos teñan a súa recompensa cando a recuperación chegue a todos». Pero, sobre todo, a cultivar una de sus mayores obsesiones tras la emergencia de nuevas fuerzas políticas en las elecciones del 24 de mayo: la lucha contra el rupturismo.

Hay que «combinar el cambio con la tradición», sentenció. Porque, adujo, «el cambio que no se apoya en la tradición es un cambio sin memoria, condenado a cometer errores del pasado», y «la tradición que no acepta el cambio se anquilosa y perece». Pasado y modernidad, el equilibrio.

El arzobispo, con las familias en apuros «a las que no se les ofrece apoyo decidido»

La réplica al discurso de Feijoo la ofreció el arzobispo de Santiago, quien, con la crisis como trasfondo, expresó la profunda preocupación de la Iglesia por «el sufrimiento de las familias en dificultades económicas a las que no se les ofrece un decidido apoyo». En su homilía, Julián Barrio lamentó también la situación de «los jóvenes sin trabajo y sin recursos para formar una familia», de «los adultos que ya no tienen esperanza de incorporarse a la vida laboral», de los «niños que carecen de un ambiente familiar y social adecuado para desarrollarse integralmente», de «los ancianos olvidados», de «tantas mujeres afectadas por la penuria económica, muchas de ellas víctimas de la violencia doméstica», y de «los hombres y mujeres del campo y del mar que se han empobrecido al no estimarse su trabajo y su sacrificio como medio justo de crecimiento personal y colectivo para el logro del bienestar».

Igualmente, el prelado denunció «las persecuciones a muchas personas por el hecho de ser cristianas, que perduran en muchas partes del mundo, ante nuestra indiferencia y nuestro silencio».