El AVE que iba a llegar en el 2010 ve peligrar ahora el plazo del 2018

s. lorenzo SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

Ed Carosía

Sucesivos plazos políticos en la conexión con Madrid quedaron en papel mojado

22 jul 2015 . Actualizado a las 13:40 h.

Galicia siempre ha llegado tarde a las grandes infraestructuras. Las autovías que sacaron a la comunidad de su secular aislamiento se hicieron esperar varios años. El corredor ferroviario del eje atlántico entró en servicio hace unos meses, con 8 años de retraso sobre aquel calendario inicial del 2007 y en un formato restringido que excluye Ferrolterra. Y el AVE con Madrid empezó a gestar hace tiempo una historia ligada al incumplimiento de los sucesivos plazos políticos. Del calendario del 2010 comprometido en el Plan Galicia se pasó al del 2012, que precedió al del 2015 hasta llegar al actual del 2018, que ahora se ve amenazado por las paralizaciones de obras en el tramo de mayor complejidad.

Plan galicia 

2010. La catástrofe del Prestige puso a Galicia en la agenda del Gobierno Aznar. Las obras que no pasaban del papel entraron a formar parte de un compromiso que garantizaba infraestructuras prioritarias por las que la comunidad llevaba años aguardando. La conexión por AVE con Madrid formaba parte del Plan Galicia que el Ejecutivo del PP aprobó en el Consejo de Ministros celebrado en María Pita en enero del 2003, y que establecía como calendario de llegada del nuevo ferrocarril el 2010, con enlaces de las urbes gallegas con la capital en menos de tres horas.

Plazo de zapatero

2012. El relevo en el Gobierno central en el 2004, con la llegada de Zapatero, trajo consigo una nueva estrategia política en materia de infraestructuras, encarnada en la ministra Magdalena Álvarez. Después de acusar al PP de usar el Plan Galicia como un «señuelo electoral» para engañar a los gallegos, el Gobierno Zapatero fijó un nuevo calendario para el AVE. Llegaría en el 2012. Pero los retrasos acumulados en los tramos clave de la línea de acceso (Zamora-Lubián-Ourense) y el estallido de una crisis que hacía inviable disponer del presupuesto necesario dieron al traste con ese plazo.

Pacto del obradoiro

2015. La gestión del AVE vivió uno de sus episodios más rocambolescos en el ocaso de la etapa del bipartito en la Xunta. Días después de perder las autonómicas del 2012, Touriño reveló que clamó en vano durante los meses previos a los comicios por que Magdalena Álvarez desbloqueara los tramos para la conexión con la Meseta. Feijoo tuvo más suerte. La coincidencia de su llegada a la Xunta con la entrada de José Blanco en Fomento, para relevar a Álvarez, propició una comunión de intereses que desembocó en el pacto del Obradoiro. El documento, de cuya firma se cumplieron ayer seis años, garantizaba una inversión cifrada entonces en 4.678 millones que se consideraba necesaria para ejecutar las líneas pendientes y que las ciudades gallegas pudieran quedar conectadas por AVE con Madrid «en torno a finales del 2015», según los términos exactos que empleó Blanco. Feijoo comparó aquel acuerdo con el que Fraga y el entonces ministro Sáez de Cosculluela (también socialista) rubricaron en 1990 para las autovías con la Meseta. Y fue premonitorio. Las autovías tardaron 12 años en pasar de los planos. Es el mismo tiempo que ha transcurrido desde el Plan Galicia y, en el mejor de los escenarios, el AVE todavía tardará cuatro años más.

Compromiso de rajoy

2018. Al Ejecutivo de Feijoo le costó algo menos de dos años desmarcarse del pacto sellado con Blanco. Aquel armisticio político había entrado en crisis en la antesala de las municipales del 2011 y se truncó de forma definitiva dos meses después, con las generales del otoño ya a la vista. La Xunta, que fiscalizó cada decisión del Consejo de Ministros para comprobar que se mantenía el horizonte de ejecución de puesta en servicio del AVE, consideró en plena precampaña que las cuentas ya no salían. «Chegará un Goberno do PP para sanear as contas e rematar», auguró el entonces conselleiro Agustín Hernández. Y el vaticinio se cumplió. La mudanza en la Moncloa supuso un nuevo plazo, el 2018. La Xunta presionó y Rajoy lo comprometió. Desde entonces, Fomento ha consignado importantes partidas que han permitido avances notables en un corredor que este año ya será una realidad entre Madrid y Zamora. Pero la ralentización de las obras entre Lubián y Ourense vuelve a amenazar el calendario. Mucho habrá que correr para recuperar el tiempo que se está perdiendo.

Las generales marcan prioridades y tiempos

En el puzle de la alta velocidad ferroviaria, la conexión con Galicia solo es una pieza más de las muchas que el Ministerio de Fomento tiene sobre la mesa y que debe encajar con cierto sentido. Los tiempos son los que marcan las elecciones generales del otoño, y el objetivo, que ningún territorio pueda sentirse discriminado en la ejecución de sus infraestructuras.

En esa composición sobre el mapa del AVE hay piezas que afectan, entre otras, a las conexiones con el País Vasco, con Asturias, con el Mediterráneo, con Cádiz y con Extremadura. En el corredor gallego, la prioridad de Fomento ahora está centrada en la llegada de la alta velocidad a Zamora. Aunque la línea entre Olmedo y la capital de la provincia vecina está ejecutada en más de un 90 %, el ministerio no ha podido cumplir el plazo de conclusión en junio que había anunciado en octubre. Hace unas semanas, la ministra Ana Pastor manifestó que el trazado hasta Zamora quedará rematado antes de que finalice el año.

En este escenario, y con tantos frentes abiertos que satisfacer, para Fomento es prioritario concentrar esfuerzos en otros proyectos. En cierto modo, es la misma idea que subyace de la calma con la que el ADIF parece estar gestionando sus desavenencias con las adjudicatarias de los tramos del eje Puebla de Sanabria-Lubián-Porto donde las obras acumulan varios meses sin actividad o con labores solo de mantenimiento. La falta de soluciones y la insistencia del gestor ferroviario en los mismos argumentos que manejaba hace cuatro meses remite a la tesis de que el calendario del 2018 deja aquí un margen mayor que en proyectos pendientes en otras comunidades.

Pero los técnicos no lo creen así, y hace tiempo que sostienen que, con el ritmo actual de las obras, el calendario político del AVE gallego se ha convertido, otra vez, en una quimera.