«Mi primer recuerdo lo tengo en la uvi, preguntando '¿dónde estoy?'»

La Voz

GALICIA

MARCOS MÍGUEZ

«Localicé a mi madre pronto, soy enfermera, hubo gente que me pidió que les ayudase, pero solo quería ir a Santiago. No lo pensé», cuenta la hija de Francisca Matías

20 jul 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

-Francisca Matías, viajaba desde Madrid para visitar a su hija en Sada. Siempre he sido una persona muy activa que ha trabajado como si tuviera 20 años menos de los que realmente tengo, por lo menos hasta el día del accidente. No tengo recuerdos del viaje en ese tren, pero todo el mundo me dice que siempre fui consciente de lo que pasaba. Mi primer recuerdo propio lo tengo de la UVI. Yo hacía ese trayecto todos los veranos cuando mis hijos tenían las vacaciones. Tanto mi hija como una doctora me dijeron que cuando llegué al hospital había dicho mi nombre.

-Inmaculada Mantecón (su hija): Mi madre fue una de las primeras en entrar en el hospital, y entró diciendo su nombre, apellidos e incluso la medicación que tomaba y entró totalmente consciente. Luego los médicos se dieron cuenta de que no estaba bien, y entonces la llevaron a hacer un TAC y se dieron cuenta de que tenía un traumatismo craneoencefálico.

-F.M.: En la UVI no podía moverme nada y preguntaba: ¿dónde estoy? ¿dónde estoy?, hasta que una enfermera se acercó. Recuerdo estar mucho tiempo sin poder dormir porque tenía muchas pesadillas, no del accidente en sí, pero sí soñaba que estaba en un sitio encerrada del que no podía salir y también recuerdo soñar con montones de ropa negra. Entonces, empecé a tener mucho miedo de cerrar los ojos y un día, me di cuenta de que tenía diplopia [ver doble], porque mi hijo vino a darme un beso estando yo en la cama y le vi cuatro ojos, dos bocas, dos narices, aquello fue un horror. Luego me fui acostumbrando, tuve que estar un año sin gafas.

-I.M.: En la estación [de A Coruña] la estaba esperando yo, y pensé que era raro que no hubiera llegado el tren. A los tres o cuatro minutos salió una persona gritando de la cafetería de la estación de A Coruña diciendo que el tren había descarrilado, porque estaban viéndolo en la televisión. En ningún momento Renfe nos informó acerca del accidente. Mi madre entró consciente en el hospital, dando su nombre y sus apellidos y aunque la atención fue increíble, no hubo una llamada para avisarme de que mi madre estaba bien. Yo la localicé porque soy enfermera, y gracias al centro de salud para el que trabajo me llevó unos pocos minutos. Inmediatamente me fui para Santiago en un taxi. A las 21.20 mi madre estaba en el hospital en Santiago, y sino hubiera sido porque soy enfermera, no sabría dónde estaba ni si estaba bien -la policía me llamó a las 4.00 de la mañana. Imagínate-. Se me partió el alma, porque yo en cuanto supe donde estaba mi madre salí disparada, pero hubo gente que cuando me oyó hablar por teléfono y vio que había localizado a mi madre me pidió por favor que hiciese lo mismo con sus familiares, yo lo que quería era irme a Santiago. Pero luego pienso en lo mala que fui, y en que podía haberme quedado cinco minutos más para ayudar a esa gente. En ese momento no lo pensé.

-F.M.: Mi hija me contó que cuando estaba en el hospital le dije a los doctores que atendieran a otras personas, que yo estaba bien. Que ya era mayor, que atendieran a la gente joven que tenía mucho por delante. Llevo 10 intervenciones quirúrgicas, cuatro en los ojos. Lo que me duele es que nunca he recibido una llamada de nadie para saber cómo estoy.

«Estaba sentada, quizás fue lo que me salvó»

Nora Formosa-Rafferty, estudiante de doctorado que iba a las fiestas del Apóstol. Justo antes de que se produjera el impacto, la gente estaba de pie cogiendo sus maletas. Yo ya tenía la mía conmigo. Estaba sentada cuando el tren se accidentó, quizá fue eso lo que me salvó, además pude salir por mi propio pie de tren.

Tuve que saltar por encima de los asientos y de la gente. Pasé de verles levantados y en silencio, a comprobar cómo la misma gente había desaparecido y el caos y el ruido inundaba el tren. Cuando pude salir del tren, estaba desorientada. Todavía sigo yendo al fisioterapeuta, que me lo tengo que pagar yo; y al psicólogo y psiquiatra, que me lo paga la seguridad social. Aún no he recibido dinero de ningún seguro. Lo único que interesa es que se olvide el tema. Hay algo más allá del fallo humano del maquinista. Tuvo parte de culpa, pero no toda. Temo que quede todo impune.

«Me quedé en 'shock'. Tardé en bajar a las vías a ayudar»

Iago Vidal, esudiante que ayudó en el rescate. No soy de Angrois, pero vivo muy cerca de la curva donde se produjo el accidente. Salí a pasear al perro sobre las 20.30, al lado de la vía, entonces escuché el ruido del golpe, y vi todo el humo que salía de uno de los vagones... Fui a casa a dejar al perro y ya fui directamente a la zona del accidente. Cuando llegué ya había gente en las vías, ya estaban los vecinos de Angrois intentando ayudar, lo primero que hice fue quedarme mirando donde está el puente, justo al lado de la valla, pensando en lo que había pasado. Al principio me quedé impactado, y me costó muchísimo reaccionar. Aunque al final acabé ayudando, tengo que reconocer que no fui de los que bajó inmediatamente a hacerlo. Veía a gente saliendo del tren ensangrentada, empezaba a escuchar los gritos que venían del vagón, y también veía todo el humo saliendo de uno de los vagones. Me quedé en shock. Pero entonces llegó un amigo que también se puso a mirar, aunque al minuto ya me dijo, ?tengo que ir para abajo a echar una mano?. Fue él quien me despertó y me hizo bajar a ayudar. Bajamos los dos por el terraplén por el que se baja a las vías. Recuerdo que los vecinos de Angrois, nos tiraban desde lo alto toallas, mantas, e incluso nos deslizaban por el terraplén puertas de madera, palés, tablas de madera grandes, y en general, cualquier cosa que sirviera como camilla improvisada. Lo que hacía era coger esas cosas, llevarlas junto a los vagones, y se las poníamos a la gente que iba saliendo para después llevarles a un sitio donde estaban el resto de heridos.

Los vecinos nos tiraban también garrafas de agua, toallas, linternas... Cuando llegaron los policías y los bomberos miraron debajo de los vagones para ver si había alguien atrapado, yo les alumbraba con la linterna. Cuando estaban ya los cuerpos de seguridad empezaron a echar a la gente de las vías. Me impactó ver a toda esa gente salir del tren, ensangrentada, quemada... Recuerdo a un señor que aparentemente estaba bien, pero que andaba paseando con su maleta de un lado por el otro en las vías.