¿Puede ser el punto y final de una gran amistad?

Mario Beramendi Álvarez
Mario Beramendi SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

El giro del líder de Anova, que ahora prioriza la cuestión nacional, choca con la estrategia a nivel estatal de Podemos

04 jul 2015 . Actualizado a las 11:09 h.

Cuando habían transcurrido apenas unos días de las pasadas elecciones autonómicas, hubo voces que recordaron que la alianza de Beiras con Esquerda Unida se había construido sobre pilares de barro. Lo prioritario era garantizarse una representación en O Hórreo que canalizase parte de la indignación social, pero aquel pacto nacía con una contradicción de base: el eje izquierda y derecha y el solapamiento de la cuestión nacional.

Lo ocurrido en la conformación de las candidaturas para las europeas vino a dar la razón a aquellas voces críticas. Un sector de Anova, con Beiras a la cabeza, mantuvo la fórmula que tanto rédito había traído en las autonómicas, preservando la alianza con Esquerda Unida, pero otra corriente de marcado carácter nacionalista acabó escindida. El resultado fue la fractura de Anova y el éxito social de Alternativa Galega de Esquerda (AGE) diluido como un azucarillo en tiempo récord.

Mientras Beiras se mantuvo fiel a la fórmula de aquella coalición para las autonómicas, que muchos consideran el embrión de Podemos, el idilio político con Pablo Iglesias marchaba viento a favor: ambos discursos encajaban como el guante en una mano. Pero de un tiempo a esta parte se han torcido las cosas. Y de nuevo entra en escena la misma contradicción. Aunque esta vez Beiras ha saltado de acera.

En sus apariciones públicas, el líder de Anova se afana en demostrar que mantiene el mismo discurso: las candidaturas de unidad popular, los frentes amplios y los procesos de abajo a arriba. Igual que en las pasadas autonómicas. Pero mientras que para el Parlamento gallego, sobre la misma fórmula, anteponía una alianza sobre el eje izquierda y derecha por la emergencia social, ahora irrumpe otro elemento como prioritario: que Galicia tenga voz propia en Madrid. Un objetivo que choca frontalmente con la estrategia de Podemos a nivel estatal: la organización liderada por Pablo Iglesias, cada vez más vertical y menos horizontal, quiere presentar su papeleta en las urnas de toda España. En las llamadas nacionalidades históricas, Podemos estaría dispuesta a añadir a su marca, en un papel secundario, a mareas o candidaturas. Esto significa que las fuerzas nacionalistas partidarias de confluir en una gran plataforma gallega quedarían diluidas en el grupo de Podemos en las Cortes. Y ni el Bloque, ni Compromiso por Galicia, ni Anova ni Cerna están dispuestas a pasar por ese aro. Cosa diferente es lo que pueda ocurrir con Esquerda Unida, donde un sector de su base sí podría ser partidario de confluir con Podemos, una organización cada vez más entregada al liderazgo y a la autoridad de Iglesias que a la participación de su gente. El proceso de primarias de candidatura única defendido por la cúpula de Podemos nada tiene que ver con lo que preconiza Beiras sobre la iniciativa surgida desde abajo. Es justo lo contrario, al más viejo estilo clásico.

Grupo propio en el Congreso

En paralelo a todo esto, el nacionalismo gallego sabe que para garantizarse una representación en el Congreso no le queda otra opción que confluir. Y qué mejor forma de ensayar fórmulas para una futura reunificación que articular una candidatura conjunta para lograr grupo propio en el Congreso, objetivo que no alteraría la integración de Esquerda Unida. Esta alternativa es bien vista también por los sectores nacionalistas de las mareas ciudadanas, cada vez con mayor peso.