Las autovías gallegas por las que ya se paga peaje sin saberlo

Serafín Lorenzo SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

CARMELA QUEIJEIRO

Los cinco viales que se explotan en régimen de concesión ya han costado a las arcas de la comunidad más de 300 millones desde que comenzó la crisis

02 jul 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

El debate sobre la posibilidad de que las autovías incorporen cabinas de peaje en el futuro siempre ha estado ahí. Pero en los últimos años, coincidiendo con la crisis económica, los períodos en los que el Gobierno deja caer mensajes en esa dirección se están acortando. Mientras Fomento asegura descartar esa opción, el director de la Sociedad Estatal de Infraestructuras Terrestres, Juan Alfaro, ha deslizado esta semana que «tarde o temprano y gobierne quien gobierne» será inevitable pasar por caja para circular por las autovías. Lo cierto es que los gallegos ya pagan por cinco viales en concesión. Todos. También los que no transitan por ellos e incluso los que no tienen vehículo. Las autovías en servicio con peaje en la sombra (Barbanza, O Salnés, Santiago-Brión, Ourense-Celanova y Dozón-Ourense) ya costaron más de 300 millones a las arcas de la comunidad desde el 2008.

Es un sistema de peaje sin cabinas, que la Xunta adoptó en la etapa de Fraga, al que el bipartito dio continuidad (e incorporó al vial Dozón-Ourense) y que Feijoo, después de extenderlo a la sanidad con el nuevo hospital de Vigo, ha decidido frenar por la gravosa hipoteca que representa. Este modelo de ejecución de infraestructuras no era rentable en tiempos de bonanza económica y se ha convertido en un lastre enorme en unas cuentas autonómicas recortadas en más de 2.000 millones desde el 2009. El método consiste en que la adjudicataria del vial se encarga de su construcción y explotación. A cambio, la Xunta abona un peaje en la sombra por cada vehículo que transita por esas autovías. Y lo hace con arreglo a la tarifa pactada para cada una en el contrato concesional, en función del tráfico que se estimó para la vía antes de su construcción.

Pero la crisis ha complicado este sistema. Las dificultades de las empresas para acceder a la liquidez necesaria para sufragar las obras ya obligó a parar durante más de un año los trabajos en la autovía de la Costa da Morte, que será la última ejecutada en concesión. Aunque la principal distorsión viene de la caída del tráfico por la ralentización de la actividad económica. Al ser inferior a la circulación prevista cuando se fijaron las tarifas, los ingresos que las concesionarias obtienen del peaje encubierto que les paga la Xunta se han desplomado. Esto abocó a la Administración a acordar con las empresas que gestionan los viales de Barbanza, O Salnés y Celanova la reforma de los contratos y elevar la tarifa por vehículo. Así, la Xunta abonará este año a las concesionarias 7 millones adicionales en peajes a los 46 previstos en los Presupostos para las cinco autovías.

A mayores, la decisión del bipartito de evitar las cabinas en la AG-53 (que conecta la autopista Santiago-Dozón con la autovía das Rías Baixas, en Barbantes) ha costado a las arcas gallegas 120 millones desde el 2008.