Descontrol en el PSOE y en el PSdeG

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño MADRID / LA VOZ

GALICIA

El abierto desafío a Ferraz de los imputados en el caso ERE y la pérdida de la Diputación de Lugo debilitan el liderazgo de Sánchez y Besteiro cuando todo parecía jugar a su favor tras las elecciones

29 jun 2015 . Actualizado a las 07:21 h.

Cuando los secretarios generales del PSOE, Pedro Sánchez, y el del PSdeG, José Ramón Gómez Besteiro, estaban convencidos de que sus liderazgos comenzaban a estabilizarse merced a las cuotas de poder autonómico y municipal ganadas gracias al castañazo electoral del PP, dos episodios políticos han venido a demostrar que no solo están lejos de haberse asentado, sino que en ambas organizaciones existe un descontrol organizativo que, lejos de amainar, amenaza con ir a más, poniendo en serio peligro su autoridad entre los socialistas.

La dirección nacional del PSOE esperaba casi con angustia a que el juez del Tribunal Supremo decidiera de una vez si imputaba o no a los expresidentes de Andalucía Manuel Chaves y José Antonio Griñán en el caso de los ERE. Y, paradójicamente, en Ferraz se aguardaba casi con alivio la más que probable expectativa de que un pronunciamiento en contra de los también expresidentes del PSOE pusiera fin a las carreras políticas de dos figuras que ahora mismo son solo un estorbo en los planes de Pedro Sánchez. En ese aparente entusiasmo cabe interpretar la rapidez con la que la dirección socialista se apresuró a anunciar que los tres diputados imputados por el juez -Griñán ya no es senador- abandonaban de inmediato sus escaños. El secretario de Organización del PSOE, César Luena, al que muchos socialistas culpan de la caótica situación creada, quedaba poco después desmentido. Primero por el ex secretario general del PSOE sevillano José Antonio Viera, que se negaba a dimitir y además se daba de baja en el PSOE para impedir que a Luena le quedara el recurso de expulsarlo. Y, luego, por el propio Chaves y su compañero de imputación Gaspar Zarrías, que dejaban claro que no reconocen a Sánchez autoridad alguna y que ellos dimitirán cuando les dé la gana. Si Ferraz creía que se había librado de ellos, se equivoca gravemente porque, aunque acaben dimitiendo, la maniobra de Viera les permite a los cuatro seguir siendo juzgados por el Supremo, con la repercusión nacional que implica, en lugar de que el caso vuelva a Sevilla. Después de anunciar que ya habían dimitido, Sánchez afirma ahora que lo harán en los próximos días. En todo caso, el daño a su liderazgo ya está hecho, porque la sensación es de absoluto descontrol en el partido y de desafío permanente de la vieja guardia a su autoridad. Y también a la de la andaluza Susana Díaz, por cierto.

Algo similar le ocurre a Besteiro con el bochornoso episodio de la pérdida de la Diputación de Lugo. Más allá de la tragedia política y el ridículo que ha supuesto que el PP arrebate a los socialistas la diputación, lo ocurrido demuestra que Besteiro no es reconocido como autoridad indiscutida en el PSdeG, que en el partido sigue habiendo heridas muy abiertas y que muchos socialistas están dispuestos a desafiarle. El entorno de Besteiro vuelve a ver conspiraciones contra él e insiste en situar en esa órbita al exministro José Blanco, por más que este haya desmentido una y cien veces cualquier maniobra en el partido. Se recupere o no Lugo, para Besteiro, como para Sánchez, el daño ya está hecho porque el liderazgo de ambos se debilita gravemente cuando todo parecía jugar a favor.

Aprobar los presupuestos no implica un adelanto

Ya en el mes de febrero se dijo en estas páginas que Rajoy no disolvería las Cortes sin presentar antes unos presupuestos que, por más que puedan cambiarse, comprometieran al futuro Gobierno, tanto si es del PP como si no. La jugada de utilizar unas cuentas públicas expansivas para el 2016 era ya clara entonces, aunque algunos la descubran ahora. Y tampoco parece acertada la interpretación de que eso implique que vaya a haber un adelanto electoral. Aprobar los presupuestos en el mes de agosto a toda prisa sería un escándalo mayúsculo. Más bien al contrario, Rajoy podría aprovechar la necesidad de debatir a fondo los presupuestos del 2016 para estirar la legislatura hasta diciembre.

Rajoy descoloca tanto a la oposición como a su partido

Rajoy no solo ha dejado descolocada a la oposición al no hacerse el harakiri en el PP destituyendo ahora a Cospedal y limitarse a sustituir en el Gobierno a un Wert enamorado. También a un buen número de dirigentes populares que se hartaron de filtrar sus pasos -como si tuvieran hilo directo con él- a unos medios que anunciaron en primera página infinidad de cambios que no se han producido. Como la realidad no coincide con sus predicciones, algunos optan por reinventarla. Insisten en que Cospedal ha sido relevada, aunque todos veamos que sigue en su puesto, o en que Rajoy tenía ya decidido destituirla, pero tuvo que echarse atrás en el último momento. Lo cierto es que nadie sabía nada.

El Senado no es buen lugar para ganar músculo político

A José Ramón Gómez Besteiro le costó mucho tomar la decisión de no optar a la reelección en la Diputación de Lugo. No solo por los resortes de poder que se manejan desde la diputación, sino por la visibilidad que le proporcionaba la institución a un líder del PSdeG sin escaño en el Parlamento gallego. No está claro, sin embargo, que su decisión de ser senador vaya a paliar esa carencia. A diferencia de Anxo Quintana, que sacó la cabeza política introduciendo mínimamente la agenda gallega con cada intervención en el Senado, Besteiro tiene poco que ganar en una institución caduca y llena de cadáveres políticos que no le va a otorgar precisamente la imagen de un líder emergente y renovador.