Besteiro, «to be or not to be»

Domingos Sampedro
domingos sampedro SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

El poder que sumará el PSOE tras el 24M le permite competir por la Xunta, pero antes deberá definir su proyecto y resolver su desconexión urbana

07 jun 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

La última vez que el PSdeG intentó conquistar la presidencia de la Xunta, con Pachi Vázquez de candidato, lo hizo muy mermado de tropa. Contaba con solo una de las cuatro diputaciones provinciales y 58 de las 315 alcaldías gallegas. A la postre, se apoyó en un partido con la infantería muy debilitada por las cuitas internas y sin contar con línea de suministros del Gobierno del Estado, que los socialistas rindieron un año antes al PP. Para Besteiro, actual líder del PSdeG y opositor vocacional a Monte Pío, el campo de batalla le va a ser bastante más favorable, pero le aguarda la tarea ingente de construir una alternativa. Le toca decidir, como a Hamlet, ser o no ser. To be or not be. Porque sobre el terreno toman posiciones nuevas fuerzas decididas a ocupar su espacio.

En el cuartel general del PP gallego son conscientes de que, a la luz de los resultados de las municipales del 24M, tendrían que dar su mayoría absoluta por perdida, pues bastaría con perder un solo diputado por provincia para ser desalojados de la Xunta. Y el 24M retrocedieron nueve puntos, lo que se traduce en seis escaños menos. Todavía está por ver el efecto que tendrán los cambios «de políticas e de actitudes» que se dispone a hacer Feijoo para detener la caída, pero en todo caso es evidente que la cosecha de las municipales, y el poder que acumularán los socialistas, le brinda a José Ramón Gómez Besteiro una oportunidad, aunque para ello debe resolver algunas dificultades, no menores, que también se le presentan a su partido.

Y la primera es la otra foto del 24M en la que el PSdeG no le gusta mirarse, que es la foto de un partido arrollado por las mareas y que perdió la pulsión en cinco de las siete ciudades gallegas (A Coruña, Santiago, Ferrol, Ourense y Pontevedra), convirtiéndose en todas ellas en la tercera fuerza política.

Desconexión urbana

La pérdida de músculo en el ámbito urbano, con la isla viguesa como excepción, unido a la desconexión de los socialistas con el electorado más joven, es el principal obstáculo que tiene Besteiro en la apuesta que lanzará por la Xunta. Pero no el único. Las candidaturas ciudadanas alentadas por EU, Podemos y Anova, pese a su deficiente implantación y pese a las divisiones mostradas en ciudades como Ferrol, Ourense o Lugo, fueron capaces de abrirle un boquete tan grande al PSdeG que conduce a pensar que estarían en condiciones de repetir la gesta en unas elecciones generales y en las posteriores autonómicas.

El otro gran hándicap del PSdeG es el de la falta de discurso propio para los tiempos actuales. Hace quince años, Touriño entendió que el proyecto gallego de los socialistas no podía ser solo el de la suma de concellos, sino que debía contener un modelo político, productivo y de integración social que pueda trascender al municipalismo.

Y Besteiro no solo tiene esta tarea pendiente de hacer, sino que en estos momentos ni siquiera dispone en su entorno de un equipo de colaboradores solvente que le permita avanzar en esta dirección.

En tercer y último lugar, el PSOE galaico adolece de un problema de falta de unidad interna que va camino de cronificarse. Las tensiones convirtieron la vida orgánica del PSdeG en un campo de minas en ciudades como Ourense, Ferrol y Santiago, y Besteiro no logró de momento subsanar los problemas porque huye del conflicto y del ejercicio de la autoridad como escapa el gato del agua.

Pero eso es algo que habrá de corregir si la apuesta por la Xunta tiene vocación de ser seria. Feijoo consiguió conducir al PP de nuevo al Gobierno gallego, pese a que solo tenía de su lado el respaldo que podía darle la Diputación de Pontevedra -en menor medida la de Ourense- y los concellos eminentemente rurales. El punto de partida de Besteiro para decidir si es o no es no parece peor que el que tuvo Feijoo, pero ante sí tiene solo un año y mucho trabajo por delante.