El padre del asesino de Póvoa mató en 1980 a su mujer y a un vecino

S. A. G. VIGO / LA VOZ

GALICIA

Paulo Silva tenía 10 años cuando su progenitor cometió el doble crimen

03 may 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Paulo da Silva, el portugués que intentó escapar a Galicia tras matar en Póvoa de Varzim a su exmujer, a un hijo de esta y a sus exsuegros, tiene antecedentes familiares de asesinato. Según publicaba ayer Jornal de Noticias, su padre, Abilio da Silva, acabó la víspera de Navidad de 1980 con la vida de su mujer y de un vecino, a los que abatió a tiros con una escopeta en la localidad de Sintra. Paulo tenía entonces 10 años.

El progenitor, al que los vecinos definen como una persona violenta, no era la primera vez que se enfrentaba a una pena de cárcel. Explica el Jornal que se había enfrentado a seis meses de prisión por haber disparado a un hombre con el que tenía diferencias. El vecino al que mató, José María Pedro, había testificado en el juicio. Abilio da Silva decidió vengarse apretando el gatillo en presencia de una hija del fallecido de tres años de edad. La pequeña fue decisiva en la identificación del homicida.

La misma suerte corrió María de Lurdes Gomes, su mujer, de 36 años de edad, tras amenazarle con contar a la policía lo que había hecho. El matrimonio tenía tres hijos. La mujer, que según los vecinos era víctima de malos tratos, había amenazado en más de una ocasión a Abilio con marcharse con los pequeños. De hecho, alguna vez llegó a salir de casa.

La prensa de la época relata que Abilio, no contento con acribillar a tiros a su mujer, la descuartizó, la metió en el portaequipajes del coche y la trasladó a una zona aislada en la carretera de Paço d?Arcos donde la enterró.

El monstruo de Cácem, como fue bautizado, fue condenado a 24 años de cárcel por el tribunal de Sintra. Confesó que mató a su mujer para ocultar la verdad a los hijos, entre ellos, Paulo, el presunto autor del cuádruple asesinato de Póvoa de Varzim.

Detrás del luctuoso suceso parece que hay una serie de desavenencias por cuestiones económicas. El exsuegro le habría prestado dinero para comprar los almacenes en los que Paulo da Silva instaló su empresa de montaje de falsos techos. Tras la separación de su mujer hace dos años, le reclamaban las rentas por la ocupación de dicha propiedad. Es una de las líneas de investigación en las que trabaja la Policía.