Adiós a Cacharro Pardo, el barón que mandó en Lugo durante un cuarto de siglo

Xosé María Palacios Muruais
xosé maría palacios LUGO / LA VOZ

GALICIA

ALBERTO LOPEZ

El exdirigente popular y expresidente de la Diputación lucense falleció a los 78 años

09 mar 2015 . Actualizado a las 09:16 h.

Hubo un tiempo en el que en la provincia de Lugo no se movía ni una hoja sin que lo supiera y lo autorizara Francisco Cacharro Pardo. El que fue uno de los barones más poderosos del PP gallego falleció ayer por la mañana a los 78 años en un hospital de la ciudad de las Murallas. Sus restos mortales fueron trasladados la sede de la Diputación provincial, la institución que pilotó durante casi un cuarto de siglo, entre 1983 y el 2007. Pese a su controvertida trayectoria política, su sucesor al frente de la entidad provincial lucense, el socialista José Manuel Gómez Besteiro le rinde honores con tres días de luto. El BNG, que también forma parte del gobierno de la Diputación, mostró sus condolencias, pero criticó la cesión de la sede como capilla ardiente.

Hacía tiempo que Cacharro no se encontraba bien. Tuvo que ser hospitalizado en varias ocasiones. Sufría una enfermedad medular (mielofibrosis) que atacaba su sistema inmunológico. Esa fue la principal razón de que se redujeran sus apariciones públicas, aunque estas ya habían comenzado a difuminarse cuando abandonó la Diputación.

Cacharro nació en Guarromán, Jaén, pero su carrera política estuvo siempre ligada a Galicia. Ejerció como inspector de Educación en Lugo. Recorría toda la provincia. Empezaba a conocer resortes que después controlaría a la perfección. Población y territorio. Gerardo Fernández Albor lo nombró conselleiro de Educación en el primer gobierno autonómico gallego. También llevó las riendas de la concejalía de Educación en Lugo a principios de los ochenta. Pero donde forjó su enorme poder fue al frente de la Diputación lucense. Defendió a capa y espada la supervivencia de estas entidades provinciales argumentando que el centralismo de Madrid no podía quedar automáticamente sustituido por el centralismo de Santiago. Hizo de Lugo su feudo inexpugnable. Fue en esa época cuando se desarrolló el campus lucense, dependiente de la Universidade de Santiago y orientado en buena parte a facultades relacionadas con el sector primario, tan presente en la provincia. También impulsó los centros de artesanía y diseño de la Diputación, y hasta la promoción rutas jacobeas como el Camino Norte contó con el apoyo del organismo provincial.

Cacharro fue, con Xosé Cuíña y José Luis Baltar, uno de los tres puntales de la boina. Tanto él como Baltar padre controlaban dos graneros de votos del PP gallego y eso les permitía desafiar decisiones del aparato y mantener pulsos hasta con el propio Manuel Fraga. De hecho, cuando Fraga emprendió su aventura política en Galicia no le permitió encabezar la lista electoral de Lugo y este tuvo que conformarse con liderar la de A Coruña.

Mostró mano izquierda al no significarse en la crisis del 2003, cuando un grupo de diputados del PP ourensano enviaron una carta a Fraga en la que pedían la cabeza de Xesús Palmou por considerar que este había propiciado la caída de Cuíña. Sin embargo no fue tan diplomático un año después, cuando mostró su apoyo a Baltar, que cargó contra Fraga porque consideraba que había remodelado su Gobierno relegando al sector de la boina. También dio rienda suelta a sus opiniones en el congreso en el que partido eligió al sucesor de Fraga, en el 2005. Él apostaba por José Manuel Barreiro frente a Feijoo. Llegó a decir en público que, en el caso de Feijoo, era «Romay Beccaría el que parecía el candidato». Romay Beccaría, exponente del birrete, fue su Némesis política. Lucharon por colocar a los suyos en posiciones relevantes. Y la reconciliación tampoco llegó cuando abandonaron el primer plano de la política.

Fueron muchos años de vino y rosas para alguien que compaginaba la presidencia de la Diputación con la del partido en la provincia, que fue también senador y que navegaba por los mares de la política sin vientos que complicasen la singladura. Sin embargo, la operación Muralla, iniciada en el 2006, marcó el principio del eclipse de aquella buena estrella. Un espectacular registro realizado en las dependencias de la Diputación y en varias oficinas de Lugo, correspondientes a empresas que elaboraban proyectos técnicos para el ente presidido por Cacharro, puso al barón provincial en el ojo del huracán político y judicial. La operación se basaba en supuestas irregularidades en diferentes adjudicaciones, cuya redacción se encargaba a empresas privadas. El fiscal llegó a acusar a Cacharro de prevaricación, negociaciones prohibidas y fraude, y solicitó para el político una pena de tres años de prisión y diez años de inhabilitación. Fue el argumento perfecto para que sus detractores dentro del PP forzaran su salida de la Diputación. El proceso tuvo una duración directamente proporcional a la larga carrera política de Cacharro y no fue hasta finales del pasado enero cuando trascendió que la fiscalía había levantado las imputaciones y que la Audiencia Provincial había acordado el sobreseimiento del caso. Cacharro logró salir indemne judicialmente. Pero en su carrera política no había vuelta atrás.

Aunque el PSOE y el BNG no ahorraron nunca críticas a su gestión al frente de la Diputación, acusándolo de comportamientos caciquiles, Gómez Besteiro decretó tres días de luto y mostró el «pésame sincero» de la institución. Ya desde la tarde de ayer las banderas comenzaron a ondear a media asta y se han suspendido los actos oficiales. La capilla ardiente, por la que ayer desfilaron decenas de personas, estará abierta hoy de diez de la mañana a tres de la tarde. El entierro será a las cuatro y media, en la parroquia lucense de San Antonio de Padua. Los populares pedirán hoy que el Ayuntamiento de Lugo le conceda al político una distinción oficial.