El maquinista del Alvia, de nuevo en Renfe

La Voz REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

Francisco José Garzón Amo ejerce de supervisor en unos talleres de material rodante

25 feb 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

La vida de Francisco José Garzón Amo discurrió desde muy pequeño cerca de las vías del tren, hasta que cumplió su sueño de convertirse en maquinista. Después ese sueño se convirtió en pesadilla en el accidente de Angrois, el 24 de julio del 2013. Fue detenido. El juez decretó su libertad provisional, con el compromiso de presentarse periódicamente en el juzgado. Es el único imputado por los 79 homicidios imprudentes del descarrilamiento del Alvia, después de las desimputaciones de doce cargos del ADIF. Estuvo cerca de año y medio de baja, por las lógicas secuelas psicológicas del accidente, hasta que finalmente el Instituto Nacional de la Seguridad Social le dio el alta el pasado 13 de noviembre. Al día siguiente ya acudió a las dependencias de Renfe para presentar el documento que le permitía reincorporarse a la vida activa.

Desde ese día ya podía haberse reintegrado en algún puesto de trabajo en la estructura de Renfe. Pero tenía días pendientes de vacaciones y turnos, así que no se reincorporó hasta finales del mes de enero. Durante este tiempo, la empresa, en colaboración con el Sindicato de Maquinistas (Semaf), buscó la mejor ubicación laboral para el maquinista, siempre con la premisa de no volver a conducir trenes y con la perspectiva de dedicarse a labores administrativas.

Finalmente se decidió que podía ocupar un puesto de supervisión en los talleres de mantenimiento de Renfe. Concretamente en unas naves donde se realizan reparaciones rutinarias al material autopropulsado, expresión que en la jerga ferroviaria sirve para referirse a las locomotoras. Garzón estaría encargado, junto con el resto del personal del taller, de controlar el kilometraje de las máquinas para las distintas revisiones o repuestos, entre otras funciones relacionadas con las labores de mantenimiento de unos vehículos que conoce muy bien.

Arropado por sus compañeros

Fuentes cercanas al maquinista explicaron que Francisco José Garzón está satisfecho, pues sigue en contacto con la profesión que ama y con sus antiguos compañeros, a los que ve a menudo cuando llevan sus máquinas a los hangares. Aunque el dolor por las consecuencias del descarrilamiento siempre está presente. Para preservar la intimidad del maquinista, La Voz ha decidido no revelar el lugar exacto donde está realizando su trabajo.

Arropado por sus compañeros e intentando hacer vida normal con discreción, Garzón Amo ha asumido que no volverá a conducir trenes. Como todos los maquinistas que sufrieron un accidente grave, Renfe tiene la política -en realidad una regla no escrita- de retirar de la circulación ferroviaria a estos trabajadores. Es un pacto tácito, pues muchos de ellos son conscientes de que no están en condiciones de volver a enfrentarse a esa responsabilidad y lo aceptan de buen grado. Antes de recibir el alta, el conductor del Alvia pasó el preceptivo examen médico, en el que se concluyó que las duras secuelas psicológicas del accidente no le impedirían realizar ciertos trabajos en su empresa. En principio, Garzón conserva su categoría de maquinista a pesar de estar destinado a los talleres. Pero la licencia para conducir trenes, que debe renovarse cada tres años, está a punto de expirar. «Mi profesión es bonita. Implica muchos riesgos. Pero es la que tengo y me gusta», dijo en una de las dos declaraciones que realizó ante el anterior juez instructor, Luis Aláez.

Perdón a las víctimas

La situación judicial en la que está inmerso el maquinista implica que sus impresiones sobre el accidente se han circunscrito hasta ahora a sus declaraciones ante al juez. Tan solo hubo una excepción voluntaria. Una carta que dirigió a las víctimas del accidente que se publicó en julio del año pasado, coincidiendo con el primer aniversario del accidente, en el libro de La Voz Tragedia en Angrois. El peor día de Galicia. En la misiva pedía perdón a los afectados por el accidente y se ofrecía a hacer algo por ellos.

Las víctimas recogieron el guante y le pidieron en otra carta que desvelara el nombre del responsable de seguridad al que se quejó sobre la desprotección de la curva de Angrois. Su defensa accedió a hacerlo y reveló la identidad en un escrito ante el juzgado, aunque es más que probable que esta persona no sea llamada a declarar.

Las distintas investigaciones periciales apuntan a que la llamada que recibió el maquinista en el punto más complejo del recorrido, unida a la desprotección total de la curva de Angrois, fueron los ingredientes que desencadenaron el exceso de velocidad que provocó el accidente.

Informe del ADIF

Precisamente el juzgado en el que se instruye la causa notificó ayer a las partes que recibió vía fax el informe pericial del ADIF sobre el accidente, realizado por el perito José Luis Pinel. El juzgado recibe este informe veinticuatro días después del plazo fijado por el juez Andrés Lago Louro para la entrega de los estudios. Este retraso en la entrega es interpretado por distintas partes del proceso como una estrategia para responder a las conclusiones de los otros cinco informes -los de los tres peritos nombrados por el juzgado, el de la aseguradora de Renfe y el de la defensa del maquinista- confeccionando una suerte de contrainforme.