Expertos en educación defienden un calendario ajeno a las fiestas religiosas

Elisa Álvarez, Sara Carreira REDACCIÓN / LA VOZ

EDUCACIÓN

Oscar Vazquez

Proponen menos vacaciones en verano y descansos periódicos en medio de los trimestres

09 feb 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Los alumnos gallegos de infantil y primaria empezaron las clases este curso el 10 de septiembre. El 15 lo hicieron los estudiantes de secundaria y bachillerato. En Navidad tuvieron casi tres semanas de asueto. Este segundo trimestre será el más corto del curso, porque Semana Santa y carnavales se adelantan, por lo que se quedará reducido a unas diez semanas, frente a las catorce, por ejemplo, que tuvo el primero. El 19 de junio acabarán las clases, lo que supone casi tres meses de libertad hasta la vuelta a las aulas.

¿Es coherente y racional el calendario escolar? No, coinciden de forma unánime los expertos convocados por La Voz. No lo es porque los trimestres se ciñen a fiestas religiosas como pueden ser la Semana Santa y las navidades, puede haber puentes -por Todos los Santos, el Pilar, la Constitución/Inmaculada...- y en verano el parón se acerca a los tres meses. Xosé Antonio Pardo, director del colegio de Vite de Santiago y presidente de la Federación de Directivos de Colexios Públicos; Helena Gómez Vecino, presidenta de las Apas públicas de Galicia; Miguel Ángel Zabalza, catedrático de didáctica y organización escolar de la USC; y Eugenia Insua, psicóloga especialista en infancia, coinciden en hacer un análisis negativo del calendario, aunque difieren en algunas de sus propuestas para mejorarlo.

Un buen calendario escolar debería tener una estructura rígida -no condicionado por días festivos y puentes-; descansos intermitentes y homogéneos; y no basarse en festividades religiosas. Además, todos coinciden en que la climatología es un factor a tener en cuenta a la hora de hacer un diseño racional, por lo que no debería ser el mismo en Galicia que en Andalucía, por ejemplo.

«Creo que o calendario escolar hai que miralo entre todos, entre toda a sociedade», apunta Pardo, quien recuerda que en la última reunión de directores, los más jóvenes «dicían que o reparto dos períodos de descanso non debería estar supeditado ao que son as vacacións de carácter relixioso». Coincide Helena Gómez Vecino en que «debe haber un calendario más racional, que tenga en cuenta diferencias climatológicas y no vaya cortando los trimestres en función de la fiesta de turno».

Para Miguel Zabalza se ha pasado de un horario y un calendario escolar hecho a medida de los profesores como colectivo laboral a otro hecho a nivel social, «lo cual es un cambio cualitativo, por lo que en algún momento tendremos que entrar a hablar de los niños», dice.

Afirma la psicóloga Eugenia Insua en que se hace necesaria una redistribución lógica como en otros países europeos en los que hay cinco bloques de docencia más homogéneos. «Reducir un poco el descanso de verano y que haya más a lo largo del curso podría beneficiar lo que es la intermitencia lógica del aprendizaje, aunque se respeten los intereses laborales del profesorado y la conciliación», destaca.

¿Más días lectivos? Quizás

Si es unánime esta necesaria revisión del calendario y los tiempos escolares, no lo es tanto del número de jornadas lectivas. Miguel Zabalza apunta que hay datos interesantes que reflejan que los países con más días de clase tienen mejores resultados. Para este catedrático de la USC jornadas más cortas pero más extendidas en el calendario «favorecen a los niños». Es una idea que recoge la presidenta de Confapa: «Hacen que el estudiante esté concentrado menos horas y es más cómodo. En los institutos, el viernes a última hora que no te toque clase -también es docente- porque interiormente los alumnos deciden que no están dónde tienen que estar».

Tampoco los períodos vacacionales muy largos -por ejemplo el verano- favorecen al estudiante, porque le cuesta volver al ritmo de aprendizaje, «xa despois dunha fin de semana o luns veñen totalmente desorientado, non só a nivel de aprendizaxe senón de comportamento e de pautas de convivencia», dice Xosé Antonio Pardo.

No hay tanta unanimidad entre los expertos sobre este posible aumento del calendario escolar -hay países europeos que superan los 200 días lectivos-, «porque a escola non pode facer as funcións que lle corresponden á sociedade e á familia», explica el director de Vite. De hecho, señala que esta vuelta a las aulas del alumnado desorientado y sin pautas de comportamiento se produce en parte porque el concepto de asueto de las familias en ocasiones se confunde con que el pequeño esté abandonado a su suerte «cando debe ser de convivencia e de compartir cousas no propio núcleo da casa».

Este factor familiar es compartido por todos los expertos hasta el punto de que coinciden unánimemente en que «para educar a un niño se precisa toda la tribu». Y es que el factor que más influye en el éxito de un alumno, contrastado con estudios científicos, es su familia y el nivel social de sus padres, «e incluso el hecho de que les lean cuentos es uno de los factores que más influye en el desarrollo intelectual de los niños», explica el catedrático de la USC.

Que se acerquen a las familias

Un calendario más racional, estructurado, con vacaciones periódicas y fijas, e intentar acabar con las jornadas maratonianas que tienen los pequeños desde los tres años. Y es que, resaltan los cuatro tertulianos, hay niños que se pasan todo el día en la escuela empezando por el servicio de madrugadores y finalizando con las últimas actividades extraescolares. «A veces se convierten en aparcamientos de niños, como los padres no salen hasta tal hora hay que meterlos en actividades, lo mismo que pasa con el comedor -explica Vecino-, debemos tender a que los horarios de los niños se acerquen a los de las familias». Eugenia Insua respalda este argumento de vincular escuela y familia, y es que los expertos coinciden en que es toda la sociedad la que debe implicarse en la educación de las generaciones del futuro.