Muere durante un permiso penitenciario el hombre que mató a hachazos a su vecina en Muxía

Carballo / La Voz

GALICIA

Había regresado hace cuatro días a su casa desde el centro penitenciario psiquiátrico de Alicante

23 ene 2015 . Actualizado a las 08:53 h.

Manuel José González Leira, de 65 años, falleció ayer en su casa de Xurarantes (Moraime-Muxía). Cuatro días antes había regresado a ella del centro penitenciario psiquiátrico de Alicante, donde estaba internado desde marzo del 2006. Había sido condenado a 20 años por la muerte de su vecina Sara Alvite Martínez, a la que asestó tres hachazos en la cabeza, y después la estranguló, el 19 de mayo del 2003. Lo hizo por la mañana, poco antes de que la víctima llevase a su hija, que tenía 11 años, al colegio. Fue la que descubrió el cadáver.

Pese a llevar poco más de ocho años de cumplimiento de condena, el juez de vigilancia penitenciaria de Alicante, en una resolución confirmada por la Audiencia Provincial de A Coruña, le permitió regresar a Muxía, para lo que tuvo en cuenta que padecía una enfermedad terminal. La noticia llegó a la familia de Sara Alvite a finales de la semana pasada. La recibieron con «enorme indignación», explica su abogada, Sara Romero. Iban a pedir una orden de alejamiento. Además, la hija decidió no acercarse al lugar, para evitar verlo. Sus dos hermanos mayores ya estaban fuera, uno en A Coruña y otro en Suiza.

El fallecimiento de Manuel González fue recibido «con alivio» por parte de la familia, según explicó ayer la hermana de la víctima. «Cando soubemos que o soltaran tivemos pánico, medo, incerteza. Pasamos por unha situación que non lle desexo a ninguén», explicaba ayer. Agradece además el apoyo de los vecinos al conocer que iba a volver.

La abogada lamenta que se haya concedido una medida de ese tipo, aunque finalmente no vaya a tener ningún efecto, y sin embargo en todos estos años no haya sido posible ejecutar la responsabilidad civil sobre los bienes del ya fallecido, pese a intentarlo reiteradamente, lo que ha generado una cierta sensación de impunidad por su parte y de indefensión hacia las víctimas. Había sido condenado a más de 300.000 euros, la mayor parte para la hija que vivía con la asesinada