Un niño, condenado por maltrato físico y psicológico a un compañero de clase

Noelia Silvosa
noelia silvosa FERROL / LA VOZ

GALICIA

Víctima y agresor cursaban primero de ESO en Narón. El primero sufrió un cuadro depresivo y el segundo tendrá que realizar tareas educativas 6 meses

25 dic 2014 . Actualizado a las 19:34 h.

Pasaba los días muerto de miedo. Primero fueron los insultos, luego las amenazas y después los tortazos. Y al final, un cuadro depresivo con insomnio, pesadillas, ansiedad y anorexia. Demasiado para un niño de primero de la ESO. Tenía pánico a salir al patio, y todavía más a los intercambios de clase. El responsable era un compañero, que se dirigía a él prácticamente a diario para llamarle «subnormal» o «palillo», e incluso para advertirle de que le iba a «reventar la cabeza».

El Juzgado de Menores número 1 de A Coruña ha condenado a un alumno del CPR Santiago Apóstol, de Narón, a una pena de seis meses de tareas socioeducativas como autor de un delito contra la integridad moral, una falta de lesiones, una de maltrato y un delito de lesiones psíquicas.

Como suele suceder en estos casos, el pequeño agresor es mayor y más corpulento. Ambos iban juntos en el mismo grupo del CPR Santiago Apóstol. Allí dentro, en medio de clase, el ya condenado decidió darle un puñetazo. En la hora de Educación Física tiró al suelo a su compañero causándole un traumatismo en la rodilla derecha, y entonces el niño revienta. Le dice a su madre que desde el comienzo del curso -esto sucedió en enero- los insultos y amenazas se repetían. Le contó también que ya se había quejado a la tutora de que este niño le tiraba gomas y papeles constantemente, ante lo que la profesora les cambió de sitio poniendo a uno detrás del otro y rompiendo el orden alfabético. Al poco, tuvo que poner a otro alumno en medio porque el problema no cesaba.

Asustada, la madre de la víctima contacta con la tutora a mediados de enero. Ella le responde que el agresor ya había sido sancionado, y le habían mandado a pasar tres días a una clase de cuatro de Primaria. Pero días más tarde, llegó otra bofetada en la cara. Por eso la progenitora advierte a la dirección del centro de que si ese niño seguía en la misma clase de su hijo, este dejaría de asistir a clase.

Volvieron a juntarles en clase

Viendo que se complicaba el panorama, el colegio decidió trasladarle provisionalmente a otra aula incrementando la vigilancia en los recreos. Aún así, el alumno continuó aprovechando la ausencia de profesores para acribillar a su compañero.

Viendo que su hijo no mejoraba, la mujer decidió llevarlo al psicólogo, que diagnosticó los desórdenes del menor a consecuencia de las agresiones, emitiendo un informe al centro escolar. A principios de marzo el colegio informa a la madre de que el condenado volvería a compartir clase con su víctima, una medida que se hizo efectiva en abril y a la que la madre se opuso. Después, un técnico orientador ajeno al colegio y perteneciente al Compañía de María realizaría un test de acoso escolar a las dos clases. Un estudio del que no consta el resultado, pero que según el propio profesional indicaba que el 45 % de los test revelaban que existía acoso escolar.

Por su parte, la psicóloga del colegio no realizó ningún test ni lo solicitó. El Santiago Apóstol señaló que se había intensificado la vigilancia, pero en ningún momento constató una situación de acoso escolar. Tampoco consta que pusiese en marcha ningún protocolo de prevención o tratamiento, ni lo puso en conocimiento de la Consellería de Educación. El niño solo encontró la solución al problema cambiando de colegio.