Alerta naranja en los cascos históricos

maría santalla REDACCIÓN / LA VOZ

LUGO CIUDAD

Pese al afán rehabilitador de las últimas décadas, la confederación que aglutina a las asociaciones de núcleos monumentales reclama medidas de revitalización

21 dic 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Hablar de cascos históricos en Galicia es hacerlo de situaciones completamente dispares, desde el trabajo que hace más de dos décadas se desarrolla en el de Santiago, a la más reciente recuperación del de Pontevedra hasta casos como los de Ferrol o Betanzos, ambos con áreas especialmente degradadas. Con mayor o menor intensidad, los años de bonanza sirvieron para que las zonas viejas de las ciudades y pueblos gallegos comenzasen a hacer esfuerzos por salir de la ruina y el abandono. A algunos, las vacas flacas los pillaron con los deberes hechos, a otros, con ellos a medio hacer. El resultado es una muy desigual conservación de los cascos antiguos.

Para Antonio Maroño, decano del Colexio Oficial de Arquitectos de Galicia, durante las últimas décadas se ha acometido un ingente trabajo de rehabilitación, que ha llevado no solo a la mejora de muchos cascos, sino también a un cambio de mentalidad: «Hoy seguro que le interesa más a la gente vivir en una vivienda rehabilitada que hace veinte años». Para que esto sea posible, cree, es imprescindible el apoyo de las Administraciones a esta actividad rehabilitadora, puesto que «el capital privado va a lo que le interesa, y es el sector público el que debe mirar por el interés de todos».

«Hay casos, como el de Ferrol, con zonas de gran interés que se están cayendo, pero también hay muchos ejemplos de villas y ciudades en las que el cambio ha sido espectacular», sostiene Maroño, que pone como ejemplo de buen hacer el casco histórico de Vigo.

Sin embargo, la rehabilitación no siempre lleva aparejada la revitalización de las zonas nobles. Eso es, al menos, lo que piensa la Confederación Española de Cascos Históricos, que en la Declaración de Santiago que sus miembros aprobaron hace unas semanas en Compostela reclama, precisamente, la puesta en marcha de medidas encaminadas a revitalizar y a atraer a la población hacia el corazón de las ciudades. El presidente de esta entidad que aglutina a asociaciones de toda España, y presidente a su vez de Compostela Monumental, José Manuel Bello, opina que «a veces, las actuaciones de rehabilitación han sido incluso contraproducentes, porque se centraron en los edificios pero descuidaron otras cosas y se pusieron medidas tan restrictivas que llevaron a que la gente no viva en el casco histórico». Con todo, hubo casos en los que se hicieron las cosas bien, dice Bello, que cita el entorno de la muralla de Lugo o algunas zonas de Vigo.

Para la Confederación de Cascos Históricos, que integran fundamentalmente asociaciones de comerciantes, es un error que estos entornos se orienten exclusivamente hacia el turismo: «Algunos lugares, como Santiago, han quedado prácticamente como parques temáticos. Creemos que la gente tiene que venir, pasear, comprar y vivir en el casco histórico», argumenta Bello.

Para Amigos de los Pazos, un colectivo al que el Consejo de Europa premió por su defensa de las áreas monumentales, «salvo casos puntuales, se evidencia la preocupación que las Administraciones han mostrado en los últimos diez o quince años para rehabilitar y conservar los cascos». Repasando los núcleos principales, Amigos de los Pazos concluye que la situación del casco de Pontevedra es «magnífica»; los de A Coruña, Ourense, Ribadavia, Santiago, Noia, Ferrol y Pontedeume están -dicen- en buen estado; en Vigo, aunque «quedan cosas por hacer» el proceso de recuperación ha tenido «resultados positivos»; Tui está en buen estado, pero necesitaría, dicen, «actuaciones en alguno de sus monumentos». Y, en cuanto a Betanzos, «la última vez que estuvimos lo encontramos bien, pero noticias posteriores alertaron del deterioro de algunas de sus casas históricas».

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