Las comisarías gallegas entregan chalecos antibalas y guantes a sus patrulleros de calle

E. V. PITa VIGO / LA VOZ

GALICIA

El principal problema ahora es ajustar las tallas para que cada agente tenga su prenda protectora ajustada

20 dic 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Tres semanas después de la muerte de la policía Vanessa Lage en un tiroteo con un atracador en Vigo, la mayoría de las comisarías gallegas están repartiendo chalecos antibalas y guantes anticorte a todos sus patrulleros de calle. El principal problema ahora es ajustar las tallas para que cada agente tenga su prenda protectora ajustada.

Un portavoz del sindicato SUP en Vigo, Víctor Vasco, señaló ayer que, «efectivamente, se están repartiendo chalecos y guantes a los zetas y a las patrullas de la Unidad de Prevención y Reacción (UPR)», departamento al que pertenecía Lage.

El sindicato añade que los mandos «incluso están preguntando por las tallas de compañeros que pertenecen a otras unidades» para entregárselas.

Sin embargo, han surgido problemas con las tallas, según reconoce el SUP. «El tema del material que ha venido a la comisaría de Vigo y las tallas es un problema razonable cuando los compañeros no han tenido material de muestra a su disposición para ver cuál es la talla, ya que se toma la de la etiqueta del jersey del uniforme como referencia, pero no siempre coincide».

Por su parte, un portavoz del sindicato UFP, Agustín Vigo, también coincide en que hay problemas de tallas y hubo casos en los que los agentes devolvieron el chaleco, aunque poco a poco se van solventando estas situaciones para que todo el mundo tenga la prenda que más se ajusta.

Con este reparto, los agentes que vigilan las calles tendrán su propia protección individual, tal y como había prometido el Gobierno tras reunirse la comisión de prevención laboral. Los chalecos protegen de balas y cuchillos, mientras que los guantes evitan rasguños en las manos durante los forcejeos o ataques con armas blancas.

Los patrulleros reclamaban estas prendas porque, en ocasiones, tienen que acudir a actuaciones en las que se enfrentan a personas armadas con cuchillos o incluso armas de fuego, como ocurrió en Vigo en el atraco de Abanca el 28 de noviembre en el que murieron la agente y el atracador y resultó herido un jefe de grupo de la UPR. Los sindicatos reclamaban hace tiempo esta protección para la calle.