Enfermo y en el paro a 2.000 kilómetros de su casa

maría santalla / d. vázquez REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

Tras serle diagnosticado un cáncer al gallego Manuel Souto, la empresa en la que trabajaba en Fráncfort no le renovó el contrato. Una asociación lo ayuda ahora a seguir adelante

14 dic 2014 . Actualizado a las 20:18 h.

José Manuel Souto disfrutó las pasadas Navidades en su casa de Carballo sin perder de vista el 9 de enero. Cuando ese día llegó, encontró a Manuel a dos mil kilómetros de distancia de su familia y con un contrato de trabajo que en Galicia llevaba tiempo resistiéndosele —«tuve que irme sí o sí, porque ahí no tenía trabajo»—. Desde entonces hasta el mes de agosto estuvo trabajando para una empresa en la feria de Fráncfort (Alemania), encadenando contratos de mes en mes y sin sospechar que esa eventualidad podría traerle problemas.

Fue el 13 de agosto cuando su vida volvió a cambiar. Un desmayo en el trabajo desveló que padecía un cáncer de colon que le ha llevado dos veces al quirófano y muchas más a las salas de tratamiento en las que recibió quimioterapia y radioterapia. Convaleciente aún de su segunda intervención, José Manuel dice encontrarse razonablemente bien -«lo voy llevando»- y se prepara para «otros dos meses de quimio».

Por la parte médica no ha encontrado problemas: «El hospital es maravilloso», afirma. Pero el apartado laboral es otra cosa. «La empresa se ha portado fatal. Estaba trabajando cuando me encontré mal y no han tenido ni la delicadeza de llamarme». Ni las formas han sido las mejores, ni tampoco el fondo, según el relato que el propio José Manuel hace desde el otro lado del hilo telefónico. «Cuando hablé con ellos, su respuesta fue poco menos que 'arréglate como puedas’'», y cuando el contrato que tenía en vigor finalizó, no hubo renovación. Así fue como este hombre carballés, que tiene 50 años, se encontró en Alemania enfermo, sin trabajo y solo, con la única «ayuda de un amigo de Asturias».

Estos días ha ido a verle su mujer, pero tendrá que regresar a España. Él continuará en Alemania hasta que finalice los tratamientos. «Al principio pensé en volver a España y tratarme allí, pero ya era tarde, porque ya iba a empezar y los médicos de aquí no me lo recomendaron», así que permaneció lejos de su casa. De las dos operaciones se ha hecho cargo el seguro, pero Souto tiene que pagar diez euros por cada día de hospitalización y una parte de lo que cuesta la medicación. Si a eso se suma lo que le cuesta el alquiler del apartamento y se tiene en cuenta que está sin empleo, el resultado es que su situación económica no es buena. «Me han dado una ayuda, pero son 500 y pico euros y no llega para pagar el apartamento y la medicación», dice. La consecuencia es que Souto Pensado va «acumulando deudas». No sabe cómo va a afrontarlas, pero tampoco es el momento de pensar en ello: «Ahora en lo que tengo que pensar es en curarme y después ya veremos lo que va a pasar».

Solidaridad Hispana

Su caso ha llegado a oídos del grupo Solidaridad Hispana Frankfurt, un colectivo que se creó hace algunos meses y cuyo objetivo es ofrecer apoyo a familias españolas e hispanas que a raíz de la crisis económica tuvieron que abandonar España y para el que trabajan ya cinco personas que se ocupan de las áreas sociales y laborales. El caso de José Manuel entraba plenamente en sus objetivos, así que se pusieron manos a la obra y el sábado pasado organizaron una cena con la que lograron 270 euros de donaciones. Intentarán conseguir más recursos económicos, dicen en su página de Facebook.

En su peregrinaje en busca de ayudas, José Manuel visitó el consulado español, en cuyas oficinas se comprometieron a preguntar a la empresa las razones por las que fue despedido sin contemplaciones. Tres semanas después, dice desconocer el resultado de esas gestiones. «Somos muchos los españoles que trabajamos ahí y empezamos a pensar que estamos desprotegidos».