«Si es el final, nos iremos todas juntas»

c. p. VIGO / LA VOZ

GALICIA

Integrantes de la orden reafirman su intención de seguir al detenido, al que antiguos fieles retratan como un abusador y anulador de voluntades

13 dic 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Un búnker, no solo arquitectónico, sino sobre todo psicológico. Quienes se han liberado de la sombra de Feliciano Miguel Rosendo retratan al creador de la Orden y Mandato de San Miguel Arcángel como un auténtico experto en desarmar voluntades, construir mundos paralelos y encaminar a ellos a sus seguidores para que sin ningún tipo de reparos accediesen a sus pretensiones mundanas envueltas en rituales y espiritualidad.

«Miguel Rosendo amenazaba y humillaba a sus víctimas ante el resto de los adeptos, sometiéndolas a una situación constante de cansancio físico, falta de sueño y deficiente alimentación», rememoran padres de familia que en su día siguieron a pies juntillas al que comenzó como propietario de una herboristería en el barrio vigués de O Calvario, y que fue alimentado en sus ensoñaciones con las dolencias físicas y espirituales de sus primeros clientes hasta crear una suerte de iglesia con normas que le costaron su expulsión del ámbito católico por la Diócesis de Tui-Vigo primero y por la Archidiócesis de Madrid después.

«No cuestionábamos nada de lo que decía», se lamenta Carlos Paz, que pasó de sumiso fiel de la organización cuando estaba radicada en Oia a denunciante activo para conseguir que su hija Marta, la mano derecha de Miguel y ahora detenida, vuelva algún día a su ámbito familiar.

«Una secta destructiva»

Pero no será fácil. «Anula la voluntad» de las personas de su entorno, mantienen Paz y su excompañero en la organización José Manuel Lima, consuegro del propio líder espiritual detenido, y que tras recuperar a una de sus hijas aún le quedan otras dos y sus dos nietas dentro.

El seguidismo que los fieles de la variopinta orden mantienen en el reconstruido entramado de Collado-Villalba fue puesto en evidencia ayer mismo a sus padres por una de las particulares religiosas que visten hábitos de llamativos colores azules y amarillos. «Estamos felices, y si tenemos que ir a la cárcel por Miguel, iremos orgullosas», dijo 24 horas después de las detenciones y registros la religiosa, según la web Infovaticana, que asegura haber mantenido también una conversación de segundos con Ivana, una de las superioras. «Si este es el final del camino, nos iremos todas juntas», espetó enigmáticamente antes de colgar sin aclarar el sentido de su advertencia.

«Es una auténtica secta destructiva, con la peligrosidad añadida de que se insertó en la Iglesia Católica para dar legitimidad a sus actuaciones», relatan los padres de las jóvenes que todavía siguen dentro de la orden de San Miguel transmutada en La Voz de Serviam.

Los inicios

«Desde amas de casa a dirigentes de clubes deportivos y profesionales influyentes» acudían a principios de los noventa a la herboristería donde nació todo, según se reconstruye en la investigación. «Miguel Rosendo simulaba hablar en arameo» en sus supuestas curaciones. De las reuniones con el curandero surgió primero un coro religioso, y después la orden. «Decía que era el mismísimo San Miguel», relata uno de los denunciantes, que no oculta que la organización también se involucró en el cuidado de enfermos, ancianos y recogida de alimentos.

Más que sus acciones de beneficencia pesan sin embargo las denuncias de abusos sexuales; los relatos de una de sus exfieles, que asegura que el líder del grupo afirmaba que «a través de su semen le llegaba el Cuerpo de Cristo y se purificaba», o los fajos de billetes de 500 euros que los testigos aseguran haber visto bendecir en la orden migueliana.