El alumno Pablo Iglesias le da una lección al profesor Beiras

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño MADRID / LA VOZ

GALICIA

La aventura política del líder de Podemos comenzó en Galicia, cuando trabajó como asesor de AGE

10 nov 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Por más que pueda generar réditos a corto plazo, la prepotencia suele tener a la larga un alto coste político en términos electorales. No solo por el exceso de confianza que genera, sino también por el hartazgo ciudadano que acaba provocando. Viene a cuento este axioma cuando se observan los resultados que el barómetro de Sondaxe asigna a AGE en comparación con los que consigue Podemos. Ya escribimos aquí inmediatamente después de las elecciones europeas que, por más que ambos se deshicieran en elogios mutuos, «a quien ha venido a disputarle el voto en Galicia Pablo Iglesias es a Xosé Manuel Beiras».

Como es sabido, la aventura política del líder de Podemos comenzó en Galicia, cuando trabajó como asesor de AGE, que entonces era pura incógnita y que poco después cosecharía un formidable éxito electoral. De aquella experiencia, sin embargo, no todos aprendieron igual. Unos se limitaron a arrogarse todo él mérito y otros prefirieron callar y prepararse para la batalla. Todavía hoy, cuando uno pregunta por Pablo Iglesias en los círculos cercanos a Beiras para tratar de recordar aquella labor de asesoramiento en la campaña europea, la respuesta suele ser bastante arrogante. «Sí. Andaba por aquí. Parecía un chico aplicado, pero no aportó casi nada porque no se enteraba de la idiosincrasia de Galicia», suele ser la respuesta habitual. Y se añade además la coletilla de que Iglesias estaba impresionado por la fuerte personalidad de Beiras, al que consideraba como un verdadero maestro político.

Lo cierto es que Iglesias, que es una auténtica esponja, tuvo aportaciones capitales en aquella campaña y en aquel éxito. Y nunca se ha dado importancia por ello. Pero, además, no solo entendió perfectamente la idiosincrasia de Galicia, sino que detectó también las debilidades políticas de Beiras y del nacionalismo gallego. Entendió que había una gran bolsa de votantes indignados que no eran actores políticos porque no querían ser identificados con el nacionalismo, que monopolizaba en Galicia ese voto antisistema, del hartazgo y del cabreo. Comprendió que, por sus características sociales, históricas, demográficas y hasta geográficas, Galicia era un caldo de cultivo ideal para el experimento de Podemos. Quizá el más fértil de España para su discurso. El golpe final se lo ha dado Iglesias a Beiras al demostrar que, si lo que se pretende es crecer políticamente y ampliar el espectro de votantes, la fórmula no es asustar al personal a base de dar puñetazos en el escaño del rival político, sino explicarse con calma y razonar sin ira para desnudar las carencias del adversario, sin otorgarle la baza de reducir el discurso propio al tremendismo político. El resultado de esa desproporción entre quienes despreciaron al futuro rival y quienes estudiaron sus carencias está en el sondeo de Sondaxe.