Dorribo vende queso en el norte de Portugal

Miguel Cabana
miguel cabana LUGO / LA VOZ

GALICIA

El cabecilla de la Campeón se dedicó a comerciar con queso Caralludo, una marca falsa. Ahora también vende muebles en el centro de Vilanova de Cerveira

02 nov 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Jorge Dorribo Gude no es hombre de estarse quieto. Es más bien inquieto, y de esos que duermen poco y cavilan toda la noche cómo hacer el negocio del siglo al día siguiente. En eso sigue. Ahora está en Portugal, pero casi en la raia, en esa zona que históricamente permitía hacer negocios sin preguntar demasiado. Dorribo y su mujer se asentaron en Vilanova de Cerveira poco tiempo después de salir de la cárcel y dejar Lugo, donde sigue su mansión abandonada e incautada por el juzgado tras la intervención del conglomerado de Laboratorios Nupel, cuyo caso está a punto de ir a juicio.

Los primeros pasos del polémico empresario fuera de Lugo tras dejarlo en libertad el juzgado se encaminaron a Andalucía, donde un socio con negocios en el mundo farmacéutico le brindó una pequeña plataforma para un nuevo despegue. Todo a nombre de su hija, claro, porque siempre le gustó trabajar con testaferros, y en este caso era casi obligado después de salir en los periódicos de toda España la intervención de Nupel. Pero ni así consiguió pasar desapercibido y tuvo que abandonar el nuevo intento farmacéutico. Se encaminó entonces al norte de Portugal, y ahí apareció vendiendo por las ferias y mercados de pueblo quesos de un tamaño tan sorprendente como su nombre: Caralludo. Así se llamaban los queijos de más de dos kilos, tan grandes como los tradicionales de rueda de centroeuropa, confeccionados supuestamente con leche de vaca y con sabor a «maça com canela». Pero había truco otra vez.

De manzana y canela

Aquel hombre que empezó vendiendo una crema de manos de nombre Nupel (nutrición de la piel) como supuesto milagro para las cazadoras de cuero, y levantó un imperio que cayó como un castillo de naipes en mayo del 2011, intentó reinventarse vendiendo quesos con aroma de manzana y canela. Pero el queso tenía un registro sanitario que no se correspondía con el producto. El número de registro del queso Caralludo era en realidad propiedad de Lacticínios Halos S.A, una fábrica cercana a Guimarães, que elabora diversos quesos de pequeño tamaño bajo la marca Quinta da Tapada y uno de ellos, con sabor a manzana y canela. Dorribo y su esposa fueron durante un tiempo a esta fábrica a comprar quesos, tal como confirmó el gerente, que luego vendían por las ferias con una furgoneta. Pero pronto el inventor de las cremas Nupel sintió otra vez la inquietud de la creatividad y vio el gran negocio en su cabeza. En algún sitio encontró un queso de gran tamaño y varios kilos de peso, para el que se inventó un nombre Caralludo, y le endosó las características y número de registro de los quesos Quinta da Tapada, a donde dejó de ir a comprar periódicamente. Según el gerente de la quesería, no dejó deudas porque siempre pagó, pero sí una gran sorpresa y preocupación cuando vieron que el número de registro sanitario de Lacticínios Halos aparecía sobre un queso de nombre bastante curioso y de un tamaño que ellos no habían fabricado nunca.

Pero por algún motivo, quizá por temor a verse descubierto, Dorribo dejó de recorrer las ferias de los pueblos de Portugal vendiendo quesos con una furgoneta y un toldo con apariencia medieval al frente del que estaba casi siempre su mujer.

Ahora, los muebles

Dorribo se pasó a los muebles, un negocio del que probablemente entiende más que de quesos, porque años atrás había montado una sociedad y una nave en Lugo, El Malecón, en la que vendía muebles antiguos de Cuba y otros países a donde viajaba.

Ahora, su casa de muebles portuguesa está en el centro de Vilanova de Cerveira, una localidad sobre la raia del Baixo Miño, muy cerca de la desembocadura y frente a la comarca pontevedresa de O Rosal. Allí, en el centro del pueblo, al lado de la travesía de la carretera N-13 que atraviesa el pueblo en dirección a Caminha, se encuentra «Casa da Cal, siglo XVIII, Lda» un caserón rehabilitado en los últimos años que antaño fue un negocio de planta baja con vivienda en el primero, pero que en la actualidad no tiene vivienda sus únicos ocupantes son muebles tanto en la planta baja como en la primera.

A través de las ventanas se ve poco, ya que casi todos los cristales de la planta baja tienen vinilos. Sin embargo en el primer piso se adivinan a través de las ventanas algunos muebles y espejos, y se aprecia que la casa no tiene tabiques interiores sino que es una superficie abierta.

Los Dorribo no acuden todos los días al negocio, sino que permanece cerrado casi siempre. «Abrimos domingos e feriados», reza un cartel en la puerta, pero no es cierto, porque en los últimos meses abrió en muy pocas ocasiones, aunque algunos días de verano incluso colocaron un pequeño toldo en la fachada y sacaron algunas piezas en exposición a la acera.

«Xente discreta»

Para sus vecinos de Vilanova de Cerveira, «Jorge e a súa dona son xente discreta, que abren a tenda poucas veces e non se relacionan moito con nós», dice un comerciante que vive a pocos metros del caserón color lila, en donde un cartel con los teléfonos permite contactar con Dorribo y su esposa. «Solemos abrir solo los fines de semana y ahora en invierno no siempre, pero si tiene interés en ver los muebles, nos avisa y nos acercamos para abrir la tienda cuando usted quiera», contestó este mismo viernes Aveline Fernández, la esposa de Dorribo, a quien marcó el teléfono para preguntar por el horario de apertura.

Los Dorribo no hacen vida en la Casa da Cal sino en otro lugar cercano. En el caserón de Vilanova solo está el negocio, en el que venden «antiguidades e decoraçao», pero también otros artículos, tal como reza el rótulo en vinilo en una de las puertas de la casa: «móveis rústicos, detalhes, curiosidades, artigos de jardim, alcatifas, restauraçao de móveis, tapeçarías, depósito-venda, garrafería, vinho do Porto, queijos». Es decir, casi cualquier cosa con la que se pueda comerciar. Muy del estilo de Dorribo, que en los buenos tiempos lo mismo negociaba con medicamentos, que con preservativos, coches de lujo, muebles, inmuebles o buscaba ubicaciones para parques eólicos en Camerún.

En Vilanova de Cerveira también buscó una buena ubicación: en pleno centro, a 50 metros del cuartel de los Guardinhas, y ante el busto del Coronel Gonçalo Coelho de Araújo, un gobernador que se convirtió en un héroe por su lucha contra los franceses en 1808 defendiendo Vilanova.

En poco tiempo, también Dorribo tendrá que salir de Portugal y defenderse en los juzgados de Lugo en el juicio de la Operación Campeón. Y quizá con abogado de oficio, porque los negocios en Portugal ya no le dan para pagar letrados madrileños de postín.